SEGUNDO JUICIO POLÍTICO CONTRA TRUMP .
La aprobación del impeachment, que contó con el voto favorable de 10 legisladores republicanos, es una potente señal contra el Mandatario de EE.UU. y sus intentos por subvertir la institucionalidad democrática.
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Donald Trump se convirtió en el primer Presidente en la historia de Estados Unidos en ser sometido dos veces a un juicio político. La decisión fue aprobada por 232 votos a favor y 197 en contra. Pero más relevante aún, contó con el respaldo de 10 legisladores republicanos, entre ellos Liz Cheney, hija del ex vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney y la tercera figura más importante de esa colectividad en la Cámara Baja. Un hecho que no solo revela las divisiones que dejan los cuatro años de gobierno de Trump en su partido, sino que dan cuenta de la transversalidad que existe en la sociedad y la política estadounidense para condenar las acciones del Mandatario. En el proceso anterior, a comienzos del año pasado, ningún republicano respaldó la propuesta de impeachment.
En el texto de la resolución aprobada el miércoles se acusa a Trump de “incitar a la violencia contra el gobierno de Estados Unidos” –citando parte de su discurso previo al asalto del Capitolio - y se asegura que representa “una amenaza para la seguridad nacional, la democracia y la Constitución”.
Se trata de las acusaciones más serias presentadas contra un Presidente de Estados Unidos en cualquiera de los últimos cuatro procesos de impeachment que se han llevado a cabo en ese país. Incluso se propone que de ser hallado culpable sea impedido de “ocupar o disfrutar cualquier cargo de honor, confianza y beneficio en EE.UU.”, lo que no solo le impediría volver a postularse a la presidencia, sino también perdería los beneficios que recibe todo expresidente en ese país.
Considerando que el actual Mandatario dejará el cargo el próximo 20 de enero, la acción adoptada por la Cámara de Representantes no aspira a su remoción, sino a dar una señal clara y decidida sobre la gravedad de los hechos cometidos y al reconocimiento de que éstos no pueden quedar impunes. Más aún porque no está claro si una vez que pase al Senado, la resolución será aprobada. Si bien el proceso no se iniciaría antes del 20 de enero, cuando demócratas tendrán mayoría en la Cámara Alta, para que el Mandatario sea hallado culpable se necesitan dos tercios del Senado, es decir 67 votos, y los demócratas solo cuentan con 50. Hasta ahora al menos tres republicanos se han mostrado favorables, lejos de los 17 que se necesitan. Todo dependerá finalmente del cálculo que hagan los senadores republicanos sobre el costo político de condenar a Trump.
Pero independiente de lo anterior, el proceso iniciado da cuenta de la profunda crisis institucional y política que deja el actual Presidente Donald Trump. Su discurso confrontacional, su sostenido cuestionamiento a la institucionalidad democrática, sus mentiras reiteradas, agravadas en el último tiempo con el desconocimiento de su derrota en las pasadas elecciones y sus denuncias de fraude dejan al país sumido en un clima de enfrentamiento y violencia que no se veía desde la década de 1960. Lo sucedido el 6 de enero pasado –incitado por el propio Mandatariofue, sin duda, la culminación de ese proceso y revela los riesgos que conlleva para cualquier democracia que sus autoridades fomenten la mentira y los discursos polarizantes. Todo ello plantea un duro desafío para Joe Biden, quien deberá ahora gobernar con un 34% de estadounidenses que considera ilegítimo su triunfo.