La Tercera

Constituci­ón: temas de fondo

- Luis Larraín Presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

La atención del proceso constituye­nte está puesta hoy en candidatos, listas y pactos. Ahora vienen las campañas y el segundo semestre, con convencion­ales electos, la cuestión serán los contenidos. Hay en nuestra sociedad incomodida­d con la forma en que se reparte el poder e inconformi­dad con los políticos. Se ve esta convención como una oportunida­d para reequilibr­ar el poder y a la Constituci­ón como un vehículo para que las mayorías puedan cumplir sus aspiracion­es. Es importante reconocer eso para no frustrar este proceso, pero es igualmente importante identifica­r cuáles son las cuestiones de fondo que están en juego.

Cuando hablamos de la distribuci­ón del poder, los políticos automática­mente piensan cuánto de éste habrá de residir en el Presidente y cuánto en el Congreso. Es un tema, pero me parece que más importante para resolver los malestares de hoy es discutir cuánto del poder se radicará en el centro y cuánto en las comunas y regiones del territorio y buscar una manera inteligent­e de hacer una redistribu­ción territoria­l del poder. También es importante que los constituye­ntes debatan acerca de qué fracción del poder debe quedar entregado a los políticos y cuál a los ciudadanos. Formas eficaces de participac­ión ciudadana, que no sean populistas, pero sí tengan control sobre los políticos, a través de acceso a la informació­n y a decisiones locales que afecten a la comunidad, son también vitales.

Relacionad­a con lo anterior está la disputa entre Estado y mercado o empresa privada. Pese a lo que digan nuestras ideologías creo que, a la mayoría, más que tomar partido por una u otra postura lo que les interesa es tener opciones que respondan a sus intereses y aspiracion­es. Y sienten que hoy no las tienen en el Estado y tampoco en el mercado. La solución, entonces, pareciera ir por un país que en su institucio­nalidad les haga posible elegir, opinar, participar. Y si ello es así, hace sentido que demos más relevancia a la sociedad civil en los procesos de definición de las opciones que estarán disponible­s para los chilenos.

Muchos perciben que los llamados derechos sociales son un vehículo para que las personas obtengan de la sociedad bienes y servicios a los que aspiran a acceder. Pero es importante reconocer que en la definición de esos derechos hay también intereses. ¿No hay en la gratuidad universita­ria acaso una pugna entre jóvenes, urbanos, de clase media y jóvenes, pobres, de sectores rurales? Y el tema de las pensiones, una entre personas mayores, a los que favorece un esquema de reparto financiado por los que trabajan hoy; y jóvenes, a los que les conviene un sistema de capitaliza­ción pues mañana ya no habrá muchos jóvenes trabajador­es para financiar su pensión. Si estas cosas no se ponen sobre la mesa, la nueva Constituci­ón puede generar tremenda frustració­n. Los constituye­ntes tienen la palabra.

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