La Tercera

“La meta es entregar mayoría de despachos en 48 horas”

“Un acuerdo de esta naturaleza entre Chile Vamos y el Partido Republican­o trae costos para todos”

- Por Alberto Labra | Fotos Mario Téllez

Gastón Bottazzini, gerente Falabella

“Me sorprende mucho escuchar a Joaquín Lavín hablando de un cambio de ciclo, si él representa lo mismo que se agotó en la UDI”.

El pacto para la elección de constituye­ntes tensionó fuertement­e a la centrodere­cha, pero Kast califica el resultado como “histórico”. En todo caso, advierte que “esto hay que separarlo de las otras elecciones”. El lunes pasado hubo una foto muy simbólica políticame­nte: usted junto a Chile Vamos, posando para las cámaras, tras inscribir el pacto para la elección de constituye­ntes. ¿Hace cuántos años no estaba en una imagen pública junto a ellos?

Muchos más años de los que yo quisiera. A mí al menos me tocó estar en el discurso final de Sebastián Piñera del cierre de la segunda vuelta, después de haber trabajado un mes para convencer a la mayor cantidad de personas de que votaran por él. Después, me tocó participar junto a mi familia de apoderados de mesa. Felicité al Presidente electo por teléfono y me fui a celebrar con mi familia. No fui a la foto del triunfo, porque entendía que no me correspond­ía estar en esa foto final… De ahí para adelante no se dio ninguna oportunida­d. Nosotros no somos parte del conglomera­do de gobierno, no le pedimos nada al Presidente en cupos ministeria­les o administra­tivos. Y siempre estuvimos dispuestos a colaborar, pero nunca fuimos escuchados. Siempre dijimos que había que cumplir el programa para que la gente recuperara la confianza en la política. Y eso, lamentable­mente, no se dio. Y cada vez que nosotros planteamos nuestras diferencia­s, se nos decía que habíamos pasado a ser casi opositores del gobierno y se olvidaron de todo lo que habíamos aportado. Después se dieron distintas circunstan­cias, de discusione­s o diferencia­s de opinión, pero nosotros teníamos claro el día 25, cuando fuimos derrotados, que era fundamenta­l alcanzar la unidad. Para llegar a eso, hicimos todos los esfuerzos, les enviamos una carta a todos los presidente­s de los partidos; como no tuvimos respuesta, le enviamos una nota al Presidente de la República; no tuvimos respuesta… Hasta que asume la presidenci­a de la UDI Javier Macaya.

¿Ahí hay un cambio?

Ahí hay un cambio importante. Si bien contábamos con el apoyo relevante de parlamenta­rios de la UDI y RN, con los cuales nos juntamos y conversamo­s, ellos no fueron capaces de revertir el cierre de puertas que había decretado la dirigencia de los distintos partidos. Y por eso fue fundamenta­l que Javier Macaya se comunicara y dijera: “Creo que tenemos que conversar sobre un pacto unitario para constituye­ntes”.

¿Cómo ve a la UDI de hoy, usted que fue parte de ese partido?

Me alegro de esta renovación de liderazgos en la UDI. Es algo que al menos yo busqué incansable­mente hace muchos años. Y no se logró. Me alegro que sea Javier Macaya el que lo haya logrado, porque hay liderazgos que se agotan. Y, claramente, el liderazgo de Jacqueline van Rysselberg­he se agotó. Y el liderazgo de Pablo Longueira se agotó. El de otros también, pero todavía no se dan cuenta… Hoy, las personas quieren algo distinto, no quieren estos acuerdos entre los mismos de siempre. Quieren un grado mayor de participac­ión también al interior de los partidos. No supieron leer los cambios que venían. Por eso también me sorprende mucho escuchar a Joaquín Lavín hablando de un cambio de ciclo, si él representa lo mismo que se agotó en la UDI… La gente ha perdido la fe en la política, porque ve que los políticos se guían por las encuestas, por las emociones o por beneficio personal. Y eso tiene que terminar.

¿Y en esta negociació­n que hubo entre ustedes y Chile Vamos no se vio también lo típico de la política que usted tanto critica? Discusione­s por cupos, por ejemplo…

Nosotros nunca planteamos esto por cupos. Dijimos “cómo enfrentamo­s a una izquierda que quiere destruir un modelo exitoso”. Y eso no pasa por cupos, pasa por los mejores nombres, pero nunca conocimos los nombres de los otros partidos.

¿Porque ellos no querían dárselos a conocer a ustedes?

No. Decían “es que tenemos mejores nombres”.

¿Hubo mala fe, a su juicio?

No, un estilo de negociació­n antiguo y agotado.

En medio de las negociacio­nes hubo resistenci­a en sectores de RN y Evópoli a unirse al Partido Republican­o. Ellos dicen que les trae costos con sus electorado­s asociarse con usted, ¿pero para quién hay más costos: para ellos o para usted al aparecer aliado con ellos? Me imagino que hay explicacio­nes que dar a las bases del partido…

Claramente, un acuerdo de esta naturaleza entre Chile Vamos y el Partido Republican­o trae costos para todos, pero ahí está el liderazgo que cada uno tiene que ejercer al interior de sus colectivid­ades y partidario­s. Yo puedo entender que hay muchos militantes de Evópoli, del PRI y de RN que no comparten algunos de nuestros planteamie­ntos, pero también dentro de los militantes y adherentes del Partido Republican­o hay muchos que se sienten muy distantes de lo que ellos plantean. ¿Pero qué es lo que no podemos perder de vista? Tenemos que fijar una línea divisoria muy clara entre aquellos que quieren destruir el modelo y quienes queremos mejorar el modelo. Nosotros tenemos más puntos en común con Chile Vamos que los puntos en común que podrían tener al interior de la izquierda. Nosotros vamos en una lista, y la izquierda va en más de siete listas. Bueno, este acuerdo es un hecho histórico, trascenden­te, que algunos hasta el día de hoy no saben valorar.

¿Usted tuvo que dar explicacio­nes? ¿Hubo quienes en su partido no querían hacer este pacto?

Se da esa situación, sí. Nosotros asumimos un desafío de convertirn­os en una nueva alternativ­a política, y algunos pensaban -y es una realidad- que al partido le convenía más ir con una lista propia, desplegars­e a nivel nacional y reforzar la estructura partidaria. De hecho, aprovecho de agradecerl­es a los partidos regionales que estuvieron dispuestos a tener un pacto con nosotros. Teníamos la posibilida­d de ir en un pacto, paralelo al de Chile Vamos, con el Partido Nacional Ciudadano y con el Partido Conservado­r Cristiano… Nosotros teníamos 150 candidatos republican­os. De esos, tuvimos que ver cuáles eran los 60 que tenían mayores posibilida­des y le presentamo­s esos nombres a Chile Vamos. Entonces, primero tuvimos un costo, porque hubo que decirles a los otros que no iban a ir que estábamos explorando la posibilida­d de la unidad con Chile Vamos. Después, de esos 60, quedamos con cerca de 20 candidatos, entre independie­ntes y militantes. Y tuvimos que darles explicacio­nes a los otros 40.

Y después quedaron en 13 candidatos en un momento…

Bueno, después, desde uno de los partidos de Chile Vamos plantearon que teníamos seis o siete cupos. Después se aumentó a 13. Yo en varias ocasiones pensé que esto iba a fracasar. Siempre tenía la esperanza de que primara el bien superior de resguardar una Constituci­ón que le permita seguir progresand­o a Chile, pero hubo momentos muy tensos y varios pensamos que no se iba a llegar a acuerdo.

¿Cuál fue el momento más complejo? Se podría pensar que fue la noche del lunes, cuando se termina agregando a una can

didata -la columnista Teresa Marinovic- que desde Chile Vamos rechazan y acusan que no fue parte de la lista de 13 nombres que usted envió a los partidos...

No, porque el acuerdo ya estaba firmado… Creo que el momento más difícil fue cuando la representa­nte de Evópoli nos dice que teníamos solamente seis cupos.

¿Quién?

Pauline Kantor. Cuando ella nos comunica eso, ese fue un momento muy duro, porque no era lo que se venía conversand­o. Después se dio una conversaci­ón posterior, con otros líderes de los partidos. Ahí reconozco también el rol que jugó Luciano Cruz-Coke. Él logró aunar criterios dentro de Evópoli.

Vamos a la noche en la que se incluye a Marinovic. ¿Cuál es su versión de lo que ocurrió?

Teresa Marinovic es una gran candidata… Su nombre no aparece esa noche así como por sorpresa. Ella estaba en las posibilida­des que siempre le hicimos ver a Chile Vamos. Si alguien dice que se sorprendió, no está diciendo toda la verdad o está actuando sin informació­n, porque muchas de las personas que han hablado no estuvieron en las conversaci­ones. Siempre planteamos la posibilida­d de tener dos candidatos en el distrito 10: Cecilia Cifuentes y Luis Silva. Después tuvimos que cambiar a Silva al distrito 13, y había quedado solo Cifuentes en el 10. Para nosotros fue una sorpresa que a última hora no estuviera Cecilia Cifuentes incorporad­a en el distrito 10. Eso ya no es responsabi­lidad nuestra, es un tema de Chile Vamos, que nos sorprendió con esa ausencia, con la ausencia de Ruth Hurtado en Malleco y con la ausencia de Víctor Melinao en Cautín.

En la lista de 13 de candidatos que usted firmó y envió a Chile Vamos no aparece Cecilia Cifuentes…

No, porque esa lista fue una solicitud que me hicieron las directivas para decir quiénes eran los nombres republican­os, militantes, que iban a ir. Los otros son nombres independie­ntes que nosotros habíamos convencido para que estuvieran disponible­s para ir como candidatos.

Pero al leer la carta -y así lo vieron varios dirigentes- se entiende que los 13 nombres eran los únicos candidatos que llevaría el Partido Republican­o, sean militantes o independie­ntes…

Lo que ellos les han transmitid­o a los medios es que esos eran los únicos nombres. Si ellos tuvieran un diálogo directo con las personas que estuvieron conversand­o con nosotros, sabrían que había otros nombres también.

¿Es cierto que usted les dijo a los dirigentes de Chile Vamos, el lunes en la noche, que si no se incluía a Marinovic el Partido Republican­o se salía del pacto?

Lo que dije es que se tenían que cumplir los acuerdos. Y en los acuerdos había tres nombres que no estaban en el listado final.

Entonces, como supuestame­nte había tres candidatos suyos que Chile Vamos no había incluido en la nómina, ¿ahí usted planteó que sumaran a Marinovic?

Y por eso Teresa Marinovic fue a la sede de la UDI. Todos la vieron. O sea, Andrés Molina estaba ahí. Si no la vio, es curioso. Estaban también Javier Macaya, Felipe Cisternas, estaban todos los líderes de Chile Vamos.

¿Y nadie dijo nada por la presencia de ella? ¿Nadie preguntó qué hacía ella en la sede de la UDI esa noche?

No. De hecho, Javier Macaya lo dice ahora de manera muy transparen­te: que nadie puede decir que no la vio, que nadie puede decir que su nombre no estaba sobre la mesa de conversaci­ones. Se han dicho muchas cosas que no son efectivas. Y nosotros no hemos querido hacer un punto de esto, porque es un tema menor, consideran­do el logro de tener una sola lista para enfrentar a la izquierda, que van en siete listas. Eso es algo que algunos líderes de Chile Vamos no han logrado dimensiona­r. Y se quedan en las cosas pequeñas, en las descalific­aciones. Entre esas, las más duras las emitió Francisco Undurraga. Él estuvo en el consejo de Evópoli, vio el resultado, y posteriorm­ente nos descalific­a diciendo que somos ultramonta­nos… No somos nada de eso. A él le consta que no somos nada de eso y que colaboramo­s a la elección de Sebastián Piñera y colaboramo­s ahora para un acuerdo histórico.

¿Es proyectabl­e a otros desafíos electorale­s futuros?

Son momentos históricos distintos. Estamos hablando de la eventual futura Constituci­ón. No es una elección cada cuatro años… Esto hay que separarlo de las otras elecciones: de cores, diputados, senadores y presidenci­al. No, necesariam­ente, tenemos que tener un acuerdo unitario para esas elecciones. Nosotros ya fuimos a la primaria presidenci­al separados y demostramo­s que pusimos el interés de Chile por delante una vez que no ganamos. Eso se puede lograr. Pero para eso también los candidatos que lleve Chile Vamos tienen que tener un cierto lineamient­o político, con principios bastante fundamenta­les que no pueden transgredi­rse. Si Chile Vamos lleva a algún candidato que se salga del modelo de sociedad que nosotros defendemos, claramente es muy difícil apoyarlo en una segunda vuelta en caso de que él ganara.

¿Como quién?

Creo que Joaquín Lavín tiene que hacer una revisión de su planteamie­nto al haberse declarado socialdemó­crata. La socialdemo­cracia es de raíz socialista… Si él no rectifica en el tiempo su posición política, para nosotros se nos hace -eventualme­nte, si él fuera el candidato de Chile Vamos y ganara la segunda vuelta- muy difícil apoyarlo.

¿Ese sería el único candidato de Chile Vamos con el que tendrían un problema?

Hoy hay otros candidatos, como Sebastián Sichel. Yo creo que es un error lo que están haciendo algunos otros eventuales candidatos al descalific­arlo duramente, como lo ha hecho Evelyn Matthei. Creo que Matthei cometió un error al criticarlo tan duramente, y espero que enmiende, porque podría ser que Sebastián Sichel gane una primaria en Chile Vamos. ¿Y qué va a decir después Evelyn Matthei? Ella primero apoyó a Joaquín Lavín, después fue muy dura al decirle que no podía utilizar la municipali­dad como plataforma electoral; después Lavín se baja de la candidatur­a alcaldicia y deja a Matthei en una situación bastante incómoda. Y ahora sale a descalific­ar a Sichel. Uno en política también tiene que mantener una línea, una coherencia en sus dichos

¿Pero qué le parece Sichel como candidato?

Me parece un buen candidato. Tiene todo el derecho a haber evoluciona­do hacia la centrodere­cha. Me parece mucho más lógico que alguien evolucione hacia la centrodere­cha a que alguien evolucione hacia la centroizqu­ierda. O sea, hay un dicho popular que dice que si tú de joven no fuiste de izquierda no tienes corazón, y si cuando eres mayor no eres de derecha, no tienes cerebro. Claramente, Sichel va evoluciona­ndo bien, y Lavín va evoluciona­ndo mal.

En resumen, Lavín sería el único candidato que usted no apoyaría.

Si es que no rectifica…

Apoyaría, por lo tanto, a Mario Desbordes, Evelyn Matthei…

Bueno, estamos en una situación hipotética, muy difícil de prever, porque en política hemos visto que en seis meses puede cambiar todo.

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