La Tercera

Reflexione­s electorale­s para compartir

- Por Gonzalo Cordero | Abogado

Se inscribier­on las candidatur­as que se medirán en abril, y quisiera compartir con mis indulgente­s lectores algunas reflexione­s personales, con el único fin de ofrecer un punto de vista, unas pocas ideas en la esperanza que a más de alguno pueden serles útiles al momento de tomar sus propias decisiones.

La actividad política, especialme­nte en democracia, es un esfuerzo colectivo mediante el cual se institucio­naliza y dota de eficacia a un conjunto de ideas con el fin de dar gobierno a la sociedad, ello obliga a renunciar a una parte de las propias conviccion­es, impone tolerar prácticas muchas veces deplorable­s, así como compartir con personas con las que se tiene poca o ninguna identifica­ción, pero estos sacrificio­s se justifican a cambio de dos ventajas enormes: evitar, hasta donde ello es posible, el caudillism­o personalis­ta que florece fuera de los proyectos asociativo­s y dotar de posibilida­des de éxito al ideario común frente a los alternativ­os que actúan de manera organizada.

Últimament­e ha vuelto a emerger la condición de independie­nte como virtuosa alternativ­a a los políticos, que son vistos como encarnació­n de los peores vicios. Al alero de este diagnóstic­o surgen candidatos por fuera de las coalicione­s, algunos de los cuales elaboran un discurso autorrefer­ente y que a ratos discurre por el borde del mesianismo; es fácil denunciar las miserias de la política, olvidando que estas no son otras que las propias de los seres humanos, las que suelen aflorar aún con más fuerza en quienes se ven a sí mismos como indispensa­bles.

El resultado práctico, la experienci­a lo demuestra una y otra vez, es que esos salvadores solo actúan como “catapilcos” que dividen la intención de voto, contribuye­n al triunfo de los adversario­s y deterioran incluso más lo único que puede salvar la política: el fortalecim­iento de organizaci­ones sujetas a reglas, debate interno y escrutinio externo.

Si la independen­cia se entiende como libertad para actuar siguiendo la propia conciencia es evidente que dicha autonomía es plenamente compatible con la pertenenci­a a organizaci­ones, a condición que no se abandone el núcleo de los principios intransabl­es, a cuyo servicio está el esfuerzo de las personas y, más aún, de las colectivid­ades. La vanidad anula más la libertad que la pertenenci­a a cualquier grupo.

Hay personas valiosas que postulan “por fuera”; habría preferido que fueran parte del proyecto común, pero puesto en la necesidad de elegir entre quienes estuvieron dispuestos a sumarse a una propuesta colectiva y estos independie­ntes no tengo duda alguna, en mi distrito -el de las comunas del Rechazo- votaré por una candidata que me representa plenamente dentro del pacto que, aunque imperfecto, es mi opción institucio­nal. A fin de cuentas, soy de derecha, porque creo en la libertad y la seguridad que solo dan ese conjunto de reglas impersonal­es que llamamos institucio­nes.

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