El headhunting del Frente Amplio
Con la bajada de Beatriz Sánchez el asunto presidencial del Frente Amplio se puso cuesta arriba. Es cierto que su alianza con el PC tendrá como resultado más probable que terminarán apoyando al alcalde Jadue, pero se requiere antes el ritual de las primarias. Por otro lado, tener una candidatura fuerte permite apalancar votos para el Parlamento como lo hizo la vez anterior Sánchez, o negociar una buena posibilidad en las listas conjuntas a cambio de apoyos.
Por ello, se requiere una candidatura fuerte, para estos objetivos coyunturales. Justamente ese adjetivo es el que ha disuadido a varios que han sido consultados y que podrían ser atractivos. Sin duda que también influye el abandono posterior, negado por Sánchez en una entrevista a este medio. Pero la evidencia dice otra cosa; su poco peso político llegó hasta el punto que la bajada presidencial no fue anunciada por ella, sino por el presidente de uno de los partidos de su coalición.
Hasta ahora la búsqueda ha encontrado negativas difíciles de rechazar. Para el abogado Atria era imposible ir a ese sacrificio, pues ha soñado desde niño escribir una Constitución, y tiene ahora una posibilidad real. El caso de Stingo, quien fue sondeado, prefirió ocupar su perfil de matinal para asegurar un cupo en la convención. Un intento de sondear a la defensora de la Niñez fue rápidamente descartado por la mediática abogada. Correctamente
calculó que el éxito de su labor depende de que no sea encasillada políticamente, como lo intentó hacer una exfuncionaria de gobierno. El diputado Boric sería un gran candidato, pero sería equivalente al sacrificio de una torre del ajedrez, pues es un fuerte competidor a una senaduría por la Región de Magallanes.
Queda disponible el auto-proclamado diputado Díaz. El ex funcionario concertacionista ha mostrado un entusiasmo que no ha encontrado mucho eco en sus nuevos compañeros de ruta. Se ha convertido en el Tarud del Frente Amplio, y por tanto no es una alternativa viable para dicha coalición. El tiempo se acorta, y no hay por dónde encontrar una fórmula que sorprenda como la pasada primaria de Sánchez contra Mayol, símbolo de renovación mientras la Nueva Mayoría se desangraba en la candidatura de Guillier.
El Frente Amplio sigue siendo una coalición con peso en la sociedad, pese a sus errores y haber quedado perplejos en el pasado estallido social. Es cierto que, ocupando una expresión del eterno candidato Marco Enríquez-Ominami, sus héroes se fatigaron antes que los de la Concertación; pero aún así representan un cierto mundo de izquierda más libertaria que la oferta de cuadros del PC. Sus teóricos y principales dirigentes leyeron a tiempo el malestar de la sociedad, y buscaron encauzarlo en un movimiento que fuera abierto a las corrientes de todo tipo, y con una lógica distinta a las pequeñas luchas internas de los partidos tradicionales. Tuvieron la valentía de juntar firmas para legalizarse y no quedarse en la asamblea. Por eso mismo deben pronto encontrar un candidato presidencial.
Quizá la fórmula para el Frente Amplio no deba ser seguir buscando candidaturas en modelo “headhunting”, sino apostar a su propia institucionalidad. Esto implica hacer primarias en sus partidos, abrir postulaciones, resolver los disensos de manera democrática y todo lo que hacen normalmente las fuerzas políticas maduras. Aunque no termine en candidaturas tan atractivas como fue Beatriz Sánchez, tendrá un toque de legitimidad que les hará bien como alternativa de gobierno.