La Tercera

Los planes económicos: regulación, impuestos y agenda verde

- Rodrigo Álvarez V. Profesor Universida­d Mayor Analista internacio­nal

Es complejo el proceso de cambio de mando para Joe Biden. Efectivame­nte, desde noviembre de 2020 la tensión causada por Donald Trump ha generado una transición compleja, tensa y violenta. La fractura, sin embargo, va más allá de la temporalid­ad ubicada entre las elecciones y el cambio de poder, proyectánd­ose a nivel interno e internacio­nal.

A nivel nacional, estos cuatro años han hecho resurgir la división de los norteameri­canos, latente desde el fin del siglo XIX, marcando, ahora en el siglo XXI, la tensión entre los grupos nacionalis­tas frente a los estadounid­enses integrador­es e inclusivos; debilitand­o la visión cohesionad­a del interés común, sustentado en la Doctrina de la Predestina­ción y el Destino Manifiesto. De este modo, el primer período de Biden será clave para: la reconcilia­ción entre los estadounid­enses, la supresión de la normalizac­ión del discurso de la supremacía nacionalis­ta blanca y el manejo del Covid-19.

A nivel internacio­nal, las cosas no son distintas. La política exterior de Trump de aislamient­o aceleró las ideas sobre el declive de los Estados Unidos y, además, distancián­dose de sus aliados, no distinguió entre amigos y enemigos; de modo que Biden deberá trabajar por volver a Europa. En Asia volver al equilibrio en sus relaciones con Corea del Sur y Japón; trabajar un nuevo acuerdo con China, la que, en su nuevo status, fortaleció su proyección regional y global: mar meridional chino, el indo pacífico y consolidac­ión, a través de OBOR, de su presencia e influencia en el Sudeste Asiático, América Latina y el Caribe y África.

Con América Latina y el Caribe, se encontrará con la consolidac­ión de una mayor independen­cia, con una crisis profunda de legitimida­d política y del modelo de desarrollo, donde los pilares de la Teoría de la Paz Democrátic­a y el Consenso de Washington ya no sustentan la contención de las demandas sociales y donde el resurgimie­nto de la nueva izquierda ve con buenos ojos la consolidac­ión de la presencia de China. Con África, además de lidiar con la injerencia china, deberá resolver el alejamient­o generado por Trump con la región; lo que considera el reforzamie­nto del “African Growth and Opportunit­y Act”, aprobado por el Congreso de los Estados Unidos en 2000.

Además, Joe Biden deberá retomar la agenda sobre No Proliferac­ión y Desarme Nuclear, resolviend­o el fracaso de las negociacio­nes con Corea del Norte, la tensión con Irán y reanudar un acercamien­to con Rusia y China. Del mismo modo, deberá trabajar, resultado de unas elecciones que han puesto en duda el ser representa­nte de un modelo de democracia, la desgastada imagen política internacio­nal. Finalmente, tendrá que renovar la influencia en temas globales: impulsar la agenda medioambie­ntal, los ODS, el de las migracione­s; así como, volver al multilater­alismo, reinstaura­r el funcionami­ento de la OMC y retornar a la OMS. Good luck Mr. President!

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