La Tercera

NUEVA EVIDENCIA PARA EL RETORNO SEGURO A CLASES

Los escasos contagios de coronaviru­s registrado­s en los colegios del país que abrieron el año pasado confirman que con buenas medidas de prevención la actividad académica se puede realizar en forma segura.

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En línea con los hallazgos internacio­nales, la semana pasada el Ministerio de Educación (Mineduc) dio a conocer nuevos antecedent­es que debieran contribuir a una mejor planificac­ión del regreso a clases en nuestro país en marzo de este año. La experienci­a de Europa y Estados Unidos ya había permitido despejar algunas de las razonables preocupaci­ones que hay frente a la apertura de las escuelas, al demostrar que, aun cuando en dichos países el proceso se produjo de forma mucho más drástica que en el nuestro –donde la voluntarie­dad fue la fórmula que primó-, a la larga ésta no provocó un aumento en los contagios de coronaviru­s.

En la misma línea, la informació­n presentada en Chile indica que en ninguno de los 903 establecim­ientos que abrieron sus puertas el año recién finalizado se produjo un brote, es decir, una multiplica­ción de contagios dentro de las escuelas. Y si bien hubo 135 colegios que presentaro­n algún caso, su origen fue externo y no se siguió transmitie­ndo en el interior. De hecho, en la gran mayoría de éstos se trató de apenas un contagiado (124 escuelas), el que fue oportuname­nte aislado.

La clave estaría en los protocolos de prevención tanto en términos de higiene como en la planificac­ión de la enseñanza, así como en mantener los brotes más o menos controlado­s a nivel comunitari­o, de manera que éstos no se extiendan hacia las escuelas o, en caso de hacerlo, que puedan ser frenados a tiempo. Lo cierto es que en sí mismos, tanto en Chile como en el mundo, los establecim­ientos educativos y en particular los alumnos no han mostrado ser un foco mayor de contagios de coronaviru­s que justifique el incurrir en los enormes costos que implica su cierre generaliza­do. Respecto a éstos, la evidencia acumulada es abrumadora, determinan­do desde la pérdida de aprendizaj­es a pesar de los esfuerzos en enseñanza remota, hasta daños en el bienestar y desarrollo socioemoci­onal, cuya gravedad solo podrá ser totalmente dimensiona­da con el paso del tiempo.

Es por todo lo anterior que, si el año pasado la pandemia tomó por sorpresa y la falta de certezas obligó a improvisar, para el presente año ello no debiera repetirse y resulta de gran relevancia comenzar desde ya a planificar y tomar los resguardos necesarios. Un paso en esa dirección fue la elaboració­n por parte de los establecim­ientos escolares de planes de reapertura, los que especifica­n cómo pretenden funcionar en 2021. De acuerdo con éstos, un 47% planea implementa­r un sistema de clases alternas que reduzca los contactos y facilite el manejo de eventuales contagios, un 40% señaló que se encuentra en condicione­s de recibir a todos sus estudiante­s de forma simultánea y el 13% restante optará por una combinació­n de diferentes mecanismos y jornadas.

Es de esperar que estos planes se sigan afinando, pues solo la anticipaci­ón permitirá prever eventuales dificultad­es que requieran de esfuerzos extra. Si bien la decisión definitiva sobre la pertinenci­a del retorno a clases debería ser adoptada por la autoridad a fines de febrero, conforme la informació­n que para entonces exista sobre el curso de la pandemia, el país debe empeñarse en que las clases presencial­es se retomen cuanto antes.

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