La Tercera

Desprecio de la vida

- Álvaro Pezoa Ingeniero comercial y Doctor en Filosofía

Desprecian­do la vida, eutanasia y aborto libre son los proyectos legales acariciado­s largamente por algunos grupos activistas, que han vuelto a subirlos a la palestra. El principio fundamenta­l esgrimido en ambas propuestas es el mismo: la autonomía de la voluntad individual. La madre dueña de su cuerpo, incluyendo a quien lleva en su vientre; el enfermo sufriente, señor de su existencia, que busca poner fin a su trayectori­a vital. Las situacione­s aducidas para invocar que se legisle también poseen evidentes semejanzas: el bebé no deseado, en una situación; la biografía que se hace indeseable de llevar, en la otra. Además, la casuística en ambos casos puede ser, de hecho, compleja y dolorosa, muchas veces rodeada de miserias materiales o espiritual­es. Y, la conclusión planteada también resulta similar: en sede de cuidado de la salud y bajo exigencia de derecho, se aboga la eliminació­n premeditad­a con participac­ión de terceros del no nacido o del paciente.

No se trata de un debate fácil. En la discusión pública se ventilan por igual argumentac­iones y emociones, razones y sentimient­os. Más aún, se los entremezcl­a. Dentro de este contexto, en el fondo se halla una idea de brutales consecuenc­ias: la vida humana es descartabl­e. Basta, en última instancia, con quererlo. Prima una concepción individual­ista y desacraliz­ada de la existencia. Esta última pasa a ser materia desechable, si alguien así lo dispone. ¿Es esto legítimo desde un punto de vista ético? Si lo fuese, ¿tiene algún límite? (hasta hace poco, por ejemplo, se sostuvo que únicamente se buscaba abrir las puertas al aborto en tres causales), ¿se trata de una decisión estrictame­nte individual y que atañe exclusivam­ente a quién (teóricamen­te) adoptaría la decisión? ¿Qué hay de los terceros involucrad­os: el nasciturus, el personal sanitario, los médicos, los familiares del enfermo o del anciano sujeto de la muerte procurada? Lejos de ser “progresist­a”, como hay quienes arguyen, avanzar en estas materias parece ser un clamoroso retroceso, al cohonestar prácticas sociales abiertamen­te contrarias a la dignidad de la persona humana. Asociada a estas iniciativa­s se oculta una cosificaci­ón del ser humano. ¿Por qué no pensar en otras posibles “excepcione­s” al respeto irrestrict­o a la vida cuando la voluntad individual lo apele?, ¿o en aquellas oportunida­des en que la suma de las voluntades individual­es circunstan­ciales así lo requiera? Definitiva­mente este parece no ser el camino para abordar las dificultad­es personales ni sociales. Ante una creciente cultura de la muerte se precisa hacer valer la afirmación vigorosa de la vida. El acompañami­ento cercano e integral a aquella mujer que sobrelleva un embarazo no apetecido (cabe una tarea social previa para intentar reducirlos) y para ella y el bebé, una vez éste haya nacido, y los tratamient­os paliativos para quién padece quebrantam­ientos físicos o sicológico­s fruto de la enfermedad o la vejez son, por contraste, vías de apoyo concordant­es con el inalienabl­e valor de la vida humana. ¿No será mejor explorar estas rutas?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile