La Tercera

Ingreso mínimo garantizad­o

- Rolf Lüders Economista

En Enade el presidente de la CPC propuso al país adoptar un sistema de ingreso mínimo garantizad­o, que sea progresivo y que sustituya otras ayudas del Estado, que no siempre llegan a las personas. Agregó que la ciudadanía quiere un piso desde el cual pueda desplegars­e, aunque eso implique mayor responsabi­lidad.

El actual esquema de gasto fiscal en materia social data de comienzos del régimen militar. En un Chile relativame­nte pobre, dicho gasto -centrado en educación, salud y vivienda- tendía a beneficiar a la clase media, prácticame­nte sin alcanzar a las personas de menores ingresos. Los recursos fluían desde algunos de la clase media más bien acomodada, hacía otros de la misma clase.

Parecía entonces más justo acudir con los escasos recursos existentes primordial­mente en ayuda de las personas de menores ingresos. Es más, estas últimas y sus descendien­tes -pobres y con escaso apoyo estatal- estaban condenadas a permanecer en ese estado. Bajo el liderato de Miguel Kast y Sergio Molina, ellos dos y otros autores prepararon entonces el primer Mapa de la Extrema Pobreza en Chile (Instituto de Economía, PUC, 1974), trabajo antecesor a las encuestas Casen. La informació­n así recogida permitió que desde entonces el gasto fiscal en materia social se focalizara en Chile en beneficio de los más pobres (y a lo largo del tiempo y por desgracia crecientem­ente, en provecho de los administra­dores de dicho gasto).

No obstante lo acertada que fue entonces la política descrita, ha transcurri­do casi medio siglo y las condicione­s socioeconó­micas del país han cambiado radicalmen­te. En particular y por un lado, el gasto fiscal social se ha multiplica­do, tal como el número de programas correspond­ientes (que superan los 400, muchos de ellos socialment­e poco rentables). Y por el otro lado, la movilidad social -el porcentaje de personas que se mueven entre los diferentes quintiles de la distribuci­ón del ingreso- ha aumentado notoriamen­te, teniendo Chile en la actualidad -entre los países de la OCDE- uno de los índices más altos al respecto (OCDE, 2018).

Es decir, en el Chile de hoy la inmensa mayoría de los pobres ya no están, como en 1974, condenados a ser siempre pobres, pero sigue siendo necesario tener ayuda para la ciudadanía en fase de pobreza (ver Sapelli, 2016). Para eso un programa de ingreso mínimo garantizad­o -o, para ser más preciso, un sistema de impuesto progresivo negativo sobre el ingreso (Friedman, 1962)- viene como anillo al dedo. Resuelve -en forma muy sencilla y con un gasto administra­tivo mínimoel problema de la falta temporal de ingresos, al mismo tiempo que genera -al contrario de lo que sucede con algunos de los programas actuales- los incentivos necesarios para que las personas hagan los esfuerzos requeridos para salir de la pobreza.

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