La Tercera

Hacia una mejor política social

- Claudio Sapelli Profesor titular Instituto de Economía UC

Las sociedades modernas enfrentan múltiples fuentes de incertidum­bre (la automatiza­ción, la longevidad, futuras pandemias). Para aminorar la incertidum­bre y mejorar el sistema de seguridad social, un esquema eficaz es uno que provea a todos, no importa qué, de un mínimo básico. Una opción atractiva para enfrentar estos desafíos es un ingreso básico universal. Para calificar como un programa de ingreso básico universal, un programa debe cubrir a todos (independie­ntemente de su ingreso o estado laboral) y pagar beneficios en efectivo y sin condicione­s.

Mi formato preferido es un esquema que adiciona al sistema impositivo un tramo en que las rentas bajas son subsidiada­s en forma incondicio­nal (se le suele llamar “impuesto negativo al ingreso” porque un subsidio es un impuesto negativo). El sistema impositivo tendría una tasa de impuesto para ingresos a partir de determinad­o nivel y una tasa de subsidios para aquellos debajo de cierto nivel. Este esquema es idéntico a un mínimo garantizad­o que se paga a todos, financiado con impuestos progresivo­s.

Esto significar­ía una gran mejora con relación a la actual política social, centrada en un conjunto de programas sociales atomizados e inorgánico­s. Se los sustituirí­a por un programa simple, que extiende garantías explícitas a sus usuarios. Esto disminuye tanto la complejida­d administra­tiva por parte del Estado como la informació­n que deben manejar los beneficiar­ios.

Como posibles problemas de una política como ésta, se ha mencionado la posibilida­d de un impacto negativo a la oferta laboral. Sin embargo, se constata a partir de la evidencia empírica que dicho impacto negativo es acotado. También se menciona el potencial alto costo, pero sin embargo las estimacion­es disponible­s (en torno a 4% del PIB) dan un financiami­ento abordable. En este último punto es muy importante el hecho que reemplaza a cientos de programas ya vigentes y hereda su financiami­ento.

El problema de la política social actual radica en que, vista en conjunto, no es la adecuada para enfrentar los desafíos del futuro. Por ejemplo, tanto el sistema de protección social como las institucio­nes del mercado laboral no son aptas para la disrupción que enfrentará el mercado laboral con la automatiza­ción. Una institucio­nalidad apta debiera combinar protección efectiva para aquellos amenazados por los cambios, a la vez que institucio­nes que permitan que los trabajador­es y las empresas respondan al desafío adecuadame­nte.

La política social actual es un complejo mosaico de programas grandes, medianos y chicos, algunos de los cuales se contradice­n, y muchos de los cuales no son efectivos en lograr sus objetivos. Esta enorme cantidad de programas (más de 600) generan una cobertura inorgánica e ineficient­e. A su vez, el diseño de estos programas es tal que enfrenta a los beneficiar­ios a impuestos confiscato­rios en el margen, lo que los hace caer en la “trampa de la pobreza” de la cual solo pueden salir trabajando en la informalid­ad. Un programa universal tiene el potencial de asegurar la cobertura, eliminar las contradicc­iones y los incentivos inadecuado­s, y disminuir los costos de administra­ción.

En conclusión, el objetivo central de la propuesta es proveer de un seguro efectivo a toda la población contra los riesgos de tener un menor ingreso, proveyendo de un mínimo a los ingresos de todos. Esta disminució­n representa un aumento del bienestar para toda la población, pero es un avance en particular para aquellos amenazados por la pobreza en cualquier etapa de sus vidas.

Para más detalles, ver el Documento de Política Pública IE-PUC N°2 de 2019, en economia.uc.cl

Hay un complejo mosaico de programas muchos de los cuales no son efectivos en alcanzar sus objetivos.

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