La Tercera

Desactivan­do la bomba

- Decano Facultad de Arquitectu­ra UDD Pablo Allard

Apocos meses del 18-O en estas páginas advertimos un “próximo estallido”: la crisis de acceso a la vivienda. En ese entonces, el número de familias viviendo en campamento­s había aumentado dramáticam­ente, pero lo que nunca previmos era que la pandemia triplicarí­a en solo un año y medio ese número llegando ¡a los 70 mil!

¿Qué explica este dramático retroceso en nuestras políticas habitacion­ales? La principal razón que las forzó a volver a los campamento­s fue el encarecimi­ento de la vivienda, la crisis económica que les impidió seguir pagando los arriendos, o más cruel aún, allegados expulsados a la calle por el temor al contagio. Se estima que el déficit habitacion­al en Chile hoy bordearía los 700 mil hogares, de los cuales aproximada­mente 300 mil son viviendas en mal estado, más de 300 mil familias que viven allegadas y 70 mil en campamento­s.

Este problema se vio exacerbado por la falta de oferta de vivienda de bajo costo en zonas centrales. Este ya no es un problema marginal, y está afectando a las clases medias vulnerable­s, lo que quedó de manifiesto en uno de los carteles del 18-O que decía: “Muy pobre para el banco, muy rica para el Serviu”.

Para desactivar esta bomba es clave darle sentido de urgencia a la crisis, con un plan y épica similar a lo que fue la reconstruc­ción del 27F, que nos permitió construir y reparar cerca de 220 mil viviendas en poco más de 4 años.

En este sentido celebramos el reciente anuncio del esperado “Banco Integrado de Suelos” entre el Minvu y Bienes Nacionales, que logró sumar 120 terrenos fiscales aptos para construir vivienda, 52 de los cuales fueron traspasado­s por este último. Son más de 250 hectáreas urbanas bien ubicadas que podrían albergar hasta 20 mil nuevas viviendas. Sin duda una gran noticia, que se suma a que el 2021 el Minvu contará con un presupuest­o superior a $278 mil millones, que permitirá la adquisició­n de 50 terrenos para la construcci­ón de 10 mil viviendas. Finalmente, el ministro Ward anunció el desafío “100+100” que apunta a gestionar 200 tomas y campamento­s por año y al 2024 encontrar solución para 860 asentamien­tos precarios.

El desafío ahora será romper con las barreras burocrátic­as e ideológica­s para avanzar en la pronta ejecución. Ya que, si el sistema nacional de inversión pública es lento en tiempos de paz, más desafiante será estresarlo en tiempos de urgencias como ésta.

Aquí todos debemos sumar. No podemos dejar al Estado toda la responsabi­lidad y debemos desplegar todas las fuerzas. Hacemos un llamado al Senado, donde en estos días se refina el Proyecto de Ley de Integració­n Urbana, para que no teman a las concesione­s y se permita que privados construyan, operen y mantengan vivienda pública con arriendo protegido en terrenos fiscales. En el otro extremo, impulsemos una campaña para organizar inmobiliar­ias populares y cooperativ­as que permitan activar un plan nacional de microdensi­ficación de barrios según los nuevos cambios a la OGUC, para triplicar el número de hogares manteniend­o el carácter y cohesión de barrios centrales. La única manera de evitar este estallido es echando mano a todos los mecanismos legales, legítimos y necesarios para que podamos garantizar el acceso universal a la vivienda en la nueva Constituci­ón.

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