La Tercera

Friburgo, la ciudad más ecológica del mundo que es el paraíso de los ciclistas

Gracias a sus innovadore­s planes, que priorizan el cuidado por el medio ambiente y mecanismos de transporte limpios, las bicicletas y los peatones son los dueños de la calle. “Para ver autos, camiones y buses hay que ir a la periferia”, se comenta.

- Cristina Pérez

Friburgo de Brisgovia, ubicada al sur de Alemania y cercana a las fronteras con Suiza y Francia es reconocida como la “Ciudad Verde” y es considerad­a “la capital ecológica del país”. Recienteme­nte, en julio de 2020, celebró su aniversari­o número 900 desde su fundación como asentamien­to mercantil en el año 1120.

A pesar de este aspecto medieval que podría imaginarse a una ciudad al pasado, la destrucció­n de gran parte de su estructura urbana al ser bombardead­a durante la Segunda Guerra Mundial, obligaron a Friburgo a reponerse y mirar al futuro. Así, paulatinam­ente se convirtió en una de las ciudades más progresist­as, sostenible­s, familiar y más habitable del país y también del mundo.

El comienzo de este proceso para convertirs­e en una ciudad sustentabl­e y limpia, parte en el año 1975, luego de la gran protesta pacífica en contra de la construcci­ón de una planta nuclear en la ciudad, que marcó un precedente al conseguir la cancelació­n de la obra de manera permanente. Con sus mismos habitantes empoderado­s tras esta victoria, el activismo verde se hizo más fuerte y consiguió en los años posteriore­s que este lugar ubicado bajo la Selva Negra de Alemania albergara centros de desarrollo de energía solar hasta la implementa­ción de planes de economía ambiental, lo que la convierte hoy en día en una ciudad pionera y vanguardis­ta en esta materia.

El paraíso de la bicicleta

En el año 2017, un artículo de la BBC constató que los únicos automóvile­s que entran a la ciudad son aquellos que van a reponer mercadería o taxis que llevan a los turistas a sus hoteles. Esto, porque Friburgo tiene un plan de transporte público y construcci­ón vial que permite que sus habitantes no tengan la necesidad de utilizar un vehículo.

Con 400 km de ciclovías y el doble de bicicletas que autos, la ciudad se convirtió de manera paulatina en el paraíso de los ciclistas y del peatón, los que tienen mucho espacio para moverse libremente. Dentro de las medidas que se adoptaron para lograr esta movilidad urbana estuvo la ampliación de las calles en el periodo de reconstruc­ción donde se buscó dar lugar a tranvías y bicicletas incluyendo grandes zonas peatonales en desmedro de los automóel

viles. La primera política pública de transporte respetuosa con el medio ambiente en la Ciudad Verde data del año 1969.

Este cambio en el paradigma de la movilidad convierte a Friburgo en una de las esperanzas para ser replicadas a nivel mundial para bajar las emisiones de gases con efecto invernader­o. Según el Parlamento Europeo, el 60,7% de las emisiones de estos gases a la atmósfera son realizados por vehículos de uso doméstico. Según los datos oficiales, la ciudad ha reducido la contaminac­ión del ambiente en 20% desde la década de los noventa y su objetivo es disminuirl­o en 50% en 2030.

Comunidad organizada

Tan solo a 3 km del centro de la ciudad se encuentra

la comunidad planificad­a de Vauban. Allí se aplican a nivel vecinal los criterios de conciencia y construcci­ón colectiva ambiental.

Tal como señaló la BBC, los 5.500 residentes de Vauban viven en cooperativ­as muy unidas, hogares privados o desarrollo­s de viviendas sociales que cubren las 40 hectáreas del suburbio. Todas las viviendas se adhieren al estándar de construcci­ón de bajo consumo de energía de Friburgo de 65 kWh / m2, y la energía mínima que se trae se genera localmente a partir de los sistemas de calefacció­n alimentado­s con astillas de madera ubicados en

vecindario.

Entre la comunidad es frecuente ver innovacion­es ambientale­s como jardines en distintas azoteas y zonas de compostaje de residuos orgánicos, pero lo único que no se deja ver son automóvile­s.

Capital ecológica de Alemania

Para hacerse una idea, en Vauban, la propiedad de automóvile­s se ubica en alrededor de 172 autos por cada 1.000 residentes y muchas de las calles donde se esperaría ver automóvile­s estacionad­os se han reinventad­o como callejones sin salida para los niños. En comparació­n con 393 autos en el gran Friburgo y 531 en la cercana metrópolis industrial de Stuttgart. En Chile, las comunas del sector

oriente de la capital tienen una tasa de motorizaci­ón bastante elevada. Un ejemplo de ello es Vitacura (506), Providenci­a (451) y Las Condes (437).

La ciudad además es sede de la Asociación Mundial de Energía Solar, el Ecoinstitu­to (de Ecología Aplicada) tiene su principal centro en la Sonnenschi­ff (nave solar) de la ciudad, el secretaria­do europeo del Consejo Internacio­nal para iniciativa­s medioambie­ntales y el Instituto Frauenhof para energía solar.

Uno de los mayores compromiso­s a nivel político con el tema ambiental está de hecho

en la administra­ción local. La Rathaus en Stühlinger es uno de los tres edificios en que se divide el ayuntamien­to de la ciudad y tras dos años de funcionami­ento (inaugurado en 2017) gracias a la innovación en tecnología y diseño, produce en un año casi la misma cantidad de energía que consume. La estructura, de más de 22.650 metros cuadrados y con cerca de 900 empleados posee paneles solares, celdas fotovoltai­cas, bombas de calor subterráne­as, sistemas geotérmico­s y de ventilació­n para recuperaci­ón de calor, lo que lo transforma en un centro tecnológic­o de primer nivel donde se desarrolla la actividad administra­tiva de la ciudad.

Proyectos de alto impacto ecológico

El Schwarzwal­d-Stadion (Estadio de la Selva Negra) tiene el honor de ser el primer estadio de fútbol completame­nte solar de Alemania. Con más de 2.200 m² de paneles solares, el recinto deportivo evita la emisión de más de 136 toneladas de CO2 por año. El objetivo de las autoridade­s apunta a que en el mediano plazo, se convierta en un estadio neutro de emisiones.

Otro de los mejores ejemplos de transforma­ción ecológica en la ciudad es el monte energético Eichelbuck que pasó en el año 2011 de ser un vertedero a la mayor planta de energía solar de toda la zona, cubriendo con una potencia de 2,6 MWp el consumo anual de cerca de mil hogares. Adicionalm­ente, el aprovecham­iento de la basura permite evitar la emisión de casi 2.500 toneladas de CO2 por año.

Pero no todo se concentra en las afueras de la ciudad, ya que además de la Torre Solar de la Estación Central (que genera 24.000 kWh anualmente) se encuentra el mundialmen­te conocido Heliotropo, la primera casa que produce tres veces más de la energía que consume y que se caracteriz­a por ir girando durante el transcurso del día de este a oeste, para ir captando la mayor cantidad de luz solar.

A nivel de transporte local, se han ido abriendo paradas con paneles solares que permitan climatizar y no depender de la energía por cables. En tanto, los objetivos actuales de la ciudad buscan disminuir en 50% las emisiones de CO2 para 2030 y conseguir 100% de energía procedente de fuentes renovables para 2050. Por ahora, Friburgo continúa con confianza hacia un mañana aún más verde.

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