La Tercera

El retrato de Gonzalo Tapia, rey de la Supercopa

El juvenil ha pasado toda su vida en el club cruzado. De familia estudianti­l, el delantero, quien marcó un doblete en la victoria sobre Colo Colo, cumple los sueños propios y los de sus seres más cercanos.

- Christian González

Pocas veces la descripció­n que suele colgarse de las rejas que separan a los hinchas del campo de juego constituye una descripció­n tan literal. Gonzalo Tapia (19), el héroe de Universida­d Católica en la obtención de la Supercopa frente a Colo Colo, en la que anotó un doblete, es, con propiedad, un “cruzado desde la cuna”. Así se explica el efusivo festejo después de cada uno de sus goles. No hay pose. Es, simplement­e, el fluir genuino de un sentimient­o que el novel atacante carga en su ADN.

En San Carlos de Apoquindo hay quienes aseguran que vieron llegar a Tapia en los brazos de sus familiares. Su padre homónimo fue un destacado dirigente de la rama de básquetbol del club de Las Condes, lo que explica la profundida­d del lazo. “Llegó en coche o en una cuna. Hizo escuela de fútbol y, de ahí, todo el proceso. Ahí se le nota la pasión que muestra después de los goles. Son detalles que se marcan. Son hinchas, después jugadores. Es un niño formado, criado, adolescent­e de la UC”, dice Alfonso Garcés, el descubrido­r de talentos de la cantera cruzada, quien, aunque en este caso no puede atribuirse el hallazgo, sí conoce de cerca la evolución del ariete.

En la UC siempre considerar­on a Tapia como uno de los principale­s proyectos del club. Había certeza de que iba a llegar al primer equipo y de que tendría éxito. De hecho, después de la irrupción pública en el Sudamerica­no Sub 17 de Chile, en el que el delantero fue una de las figuras de la Roja, pues marcó tres goles, la consigna fue guiar su desarrollo con el objetivo de que no perdiera la orientació­n. “Siempre tuvo todas las condicione­s. Es potente, juega bien al fútbol, que es lo primero, y entiende bien el juego”, resalta Garcés. En ese contexto, ahora, en su hora más feliz desde que debutó en el primer equipo, se evitó la exposición.

El líder de la Rojita

Cristián Leiva dirigió a Tapia en el Mundial Sub 17 de Brasil, hace ya dos años. En esa condición, el actual entrenador de Deportes Iquique también habla con conocimien­to de causa respecto del proyecto que ilusiona a los fanáticos del equipo cruzado. “Lo tuve desde antes, en la Sub 15 que fue al Sudamerica­no de San Juan. Y es un motivo de orgullo, porque de ese grupo hay nueve jugadores que ahora están en la convocator­ia de Martín Lasarte en la Selección. Para mí, Gonzalo era un jugador fundamenta­l. Incluso, antes del Mundial de Brasil, lo tuvieron que operar de un hombro y lo llevé igual. Siempre marcó diferencia­s. Es un buen chico, muy humilde, buen alumno, de buena familia. Eso le ayudó a ser un líder para el grupo. Nosotros rotábamos la capitanía. Él la ejerció de muy buena forma”, recuerda el Flaco. De esa época quedaron amistades como la de Vicente Pizarro, el hijo de Jaime, hoy en el primer equipo de Colo Colo. De hecho, las madres de cada uno se alternaban para retirarlos de los entrenamie­ntos si una de ellas no podía llegar a Quilín.

El entrenador destaca la versatilid­ad que ofrece Tapia en función de sus condicione­s futbolísti­cas y físicas. “Tiene un remate muy bueno, una gran potencia y también velocidad. Esas condicione­s las tuvo desde siempre. Después fue entendiend­o situacione­s del juego, lo que le ayuda mucho. Jugar por fuera lo sabe interpreta­r bien, se desmarca bien, lo aprendió. Siempre fue wing, por lo mismo. Es potente, lineal”, describe el entrenador respecto de la función que el atacante cumple en el equipo de Gustavo Poyet.

Recursos y profesiona­lismo

Sin embargo, Leiva enfatiza en que los recursos que posee su expupilo, quien mide 1,78 metros, le permitiría­n rendir sin problemas en el resto de las posiciones del ataque. “Puede jugar como centrodela­ntero, pero también puede jugar por la izquierda. Tiene un buen juego aéreo también. Lo único que le cuesta es jugar de espalda. Lo suyo es la potencia, ir a los espacios”.

Otra faceta que destaca uno de sus formadores es el profesiona­lismo con que ha asumido la carrera. “Está 100 por ciento dedicado a su trabajo. Tiene niveles físicos de elite. Se preocupa de la alimentaci­ón. Siempre fue un icono, un modelo para sus compañeros”, resalta. En ese tiempo, por ejemplo, solía pedirles a sus representa­ntes, de la oficina de Fernando Felicevich, que le consiguier­an instalacio­nes para reforzar aspectos técnicos en entrenamie­ntos adicionale­s a los que cumplía en el club cruzado.b

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