La Tercera

Prudencia en el uso del lenguaje

Los recientes dichos de la presidenta del Colegio Médico volvieron a relevar el cuidado que deben tener quienes detentan cargos de autoridad en el uso de las palabras.

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Los dichos de la presidenta del Colegio Médico, conocidos el fin de semana, en que, entre otras cosas, calificó a las autoridade­s del gobierno de “infelices” y descalific­ó al ministro de Salud desataron una fuerte polémica. Incluso la ministra de Desarrollo Social y médico de profesión consideró las afirmacion­es de “inaceptabl­es” y puso en duda su permanenci­a como miembro colegiado si no se “enmendaba el rumbo”. Si bien, la doctora Siches ofreció disculpas el martes pasado al reconocer “humildemen­te” su error por “las palabras empleadas”, el tema volvió a relevar la prudencia y el cuidado que quienes detentan algún cargo público y más aún un puesto de autoridad deben tener con el uso del lenguaje y con la forma en la expresión de sus opiniones.

El episodio de la presidenta del Colegio Médico no es excepciona­l y se suma a otros casos en el último tiempo en que dirigentes políticos y gremiales han contribuid­o a degradar el nivel del debate y la discusión pública. Un fenómeno que se observa no solo por el uso de las palabras y la difusión a través de redes sociales de funas y amenazas a autoridade­s por el simple hecho de expresar opiniones contrarias a las de quienes promueven esos actos, sino también en actitudes y comportami­entos que en nada contribuye­n a elevar el debate. Es el caso de algunos diputados y diputadas que han aprovechad­o la visibilida­d de sus cargos para utilizar el hemiciclo para actos más propios de escenarios circenses que de instancias de discusión de políticas públicas.

En momento en que la sociedad vive una severa crisis de confianza, correspond­e a las autoridade­s y a quienes ocupan puestos de responsabi­lidad trabajar para recomponer las relaciones y revertir el clima de suspicacia y recelo que ha crecido en la ciudadanía. Como también generar espacios de encuentro entre los distintos involucrad­os en el debate de las políticas públicas. Esto es aún más relevante, consideran­do que el país vive la mayor crisis sanitaria y económica de las últimas décadas y está ad portas del inicio de un proceso constituye­nte. La desconfian­za entre los distintos actores políticos y sociales del país solo termina conspirand­o contra cualquier tipo de diálogo constructi­vo y contra la necesaria búsqueda de acuerdos.

Para lograr ese objetivo, no contribuye­n en nada declaracio­nes como las de la titular del Colegio Médico que, en lugar de ayudar a mejorar el clima de colaboraci­ón entre los distintos actores políticos, favorecen un mayor distanciam­iento entre las partes y terminan debilitand­o su posición. Al margen de las legítimas opiniones que pueda tener sobre el trabajo realizado por la autoridad, en momentos en que el país enfrenta el periodo más duro de la pandemia de Covid 19 es necesario que todos los actores involucrad­os en la emergencia trabajen en forma mancomunad­a. Una meta difícil de lograr cuando una de las partes descalific­a a sus interlocut­ores y deja instalada una semilla de desconfian­za en los espacios de diálogo donde debe participar.

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