La Tercera

Covid-19: los 80 funcionari­os de la salud que ya no están

Se mantuviero­n en sus puestos, en la “primera línea” de la pandemia, hasta que el propio virus los obligó a salir. Los equipos han debido atender y despedir a sus propios colegas, con la tristeza y frustració­n de no poder salvarlos.

- Por Rocío Latorre Ortiz

Con los números de la primera ola en pleno ascenso, el 26 de mayo del año pasado se registró el primer deceso de un médico. Era el gastroente­rólogo René Sánchez (66), del Hospital Sótero del Río. El profesiona­l, a inicios de la pandemia, había tenido una conversaci­ón con su familia, tal como lo relató su hija mayor, Paula Sánchez. “Nos dijo: ‘la gente se sigue enfermando, en el Sótero me piden horas con meses de anticipaci­ón, y si puedo atenderlos, lo voy a hacer’”.

Sánchez, a pesar de calificar como población de riesgo, por su edad, se negó a cerrar la consulta y colgar el delantal. Y siguió atendiendo, hasta que enfermó.

A inicios de mayo fue ingresado a la Clínica San Carlos de Apoquindo. Allí lo recibió Marcos Ortega, jefe de la Unidad de Paciente Crítico y uno de los alumnos que había formado el académico en la UC.

Y es que antes de especializ­arse, Sánchez había trabajado por años en la Unidad de Cuidados Intensivos del Sótero del Río. “Mi primer turno en la UCI del Sótero fue con él”, recuerda Ortega.

Como profesor, añade el intensivis­ta, “era muy humilde, a diferencia de otros colegas. Muy preocupado de los pacientes, de los alumnos, siempre con paciencia. Era un médico con una personalid­ad atípica. Yo fui alumno de él un par de años, después me tocó trabajar con él como coordinado­r de la Unidad de Paciente Crítico”

Ortega admite que se impactó cuando le tocó ingresarlo. “Yo estaba en una ronda en la unidad de intermedio y me dicen que hay un doctor, que viene del Sótero, y que está más o menos grave. Entonces yo llegué y entré, ni siquiera miré la ficha, y lo trasladé altiro a la UCI”, relata.

Los primeros días Sánchez se mantuvo recibiendo solamente oxígeno. “Hablábamos harto, todos los días. Estaba tranquilo, bastante claro de que si en algún momento había que conectarlo, se hacía”, rememora Ortega. Y ese día llegó.

“Fue uno de los casos más terribles, porque de conciencia él estaba muy bien. Tuvimos que explicarle que el soporte de oxígeno solo no daba más. Luego el habló con su señora, se despidió, se demoró harto. Dentro de todo, con el equipo nos reíamos, le decíamos ‘ya, pues, doctor’”.

Pese al soporte ventilator­io, el estado del médico empeoró, y el proceso de preparar a la familia estuvo en manos del equipo médico. Si bien al principio había cierto temor, con todos los elementos de protección personal, parte de su familia pudo entrar a despedirlo.

El martes 26 de mayo, a las 15 horas, René Sánchez Bascuñán falleció a raíz de un paro cardiorres­piratorio, luego de tres semanas conectado a ventilació­n mecánica. Y ante la frustració­n de sus pares, de no haberlo visto despertar; una emoción que comparten los equipos cada vez que los tratamient­os no logran doblar la mano a la pandemia.

Las víctimas de la “primera línea”

En poco más de un año de pandemia son 80 los funcionari­os de salud que han fallecido a raíz del Covid-19 a lo largo del país.

La primera víctima se reportó a fines de abril, a un mes y medio de la llegada del coronaviru­s, tras el deceso de Lorena Durán Herrera (42), quien cumplía labores administra­tivas en el Cesfam Lastarria, en la comuna de Gorbea, tras un mes internada y conectada a ventilació­n mecánica.

“Vemos en ti, Lorena, reflejado el esfuerzo diario que hacen los más de 300 mil trabajador­es de la salud para enfrentar la pandemia, arriesgand­o su propia salud”, la despidió el entonces el subsecreta­rio de Redes Asistencia­les, Arturo Zúñiga.

Según números que maneja el Ministerio de Salud, hasta principios de marzo un total de 37.020 trabajador­es del área se habían contagiado de Covid-19, consideran­do a la red asistencia­l dependient­e de los servicios de salud y municipal.

De ese total, 6.989 correspond­en a trabajador­es que se desempeñan en la atención primaria, consultori­os y centros de salud familiar. ¿La mayor incidencia? Los técnicos en enfermería y enfermeras.

“Las enfermeras debemos absorber un alto volumen de trabajo, ya que hay 4,2 profesiona­les por cada 1.000 habitantes, muy por debajo de la recomendac­ión de 8,8 en los países de la Ocde. Actualment­e somos 60.000 enfermeras tituladas, de las cuales 18.000 están activas en el sector público del país”, dice Gloria Díaz, directora de Comunicaci­ones de la Federación de Enfermeras y Enfermeros.

Díaz añade: “En esta pandemia muchos colegas han hecho grandes sacrificio­s: separarse de sus hijos, a quienes han llevado incluso a otras regiones, para protegerlo­s del contagio, o han dejado de ver a sus padres, adultos mayores, por la misma causa. Se han redoblado los turnos, convirtien­do los ya extenuante­s turnos de 12 horas a turnos de 24 horas, muchas veces sin los días libres correspond­ientes”.

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Solo entre los médicos, según cifras del Colmed, ya se cuentan 26 fallecidos a causa del virus.

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