La Tercera

Ferias libres y sueños de cuarentena

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Las ferias libres son el principal canal de abastecimi­ento de los barrios populares y generan una gran cantidad de empleos directos e informales. Solo en Santiago existen 146 mil puestos feriales y si sumáramos su superficie, el stock sería equivalent­e a 11 malls como el Costanera Center, pero distribuid­os en 250 kilómetros de calles y avenidas que cubren todas las comunas de la capital. No hay forma de suplir esta función, ni de fiscalizar que las ferias cumplan las medidas de distanciam­iento o control sanitario, como ha quedado demostrado a lo largo de la pandemia, ya que nunca han dejado de funcionar.

Esta realidad se sinceró a las pocas horas que se anunciara que las ferias cerrarían los fines de semana y luego que el delivery propuesto por el Subsecreta­rio de Agricultur­a se transforma­ra en otro símbolo de la desconexió­n de algunas autoridade­s con la realidad que viven millones de compatriot­as. Como están las cosas era esperable que el subsecreta­rio fuese lapidado por su error, pero lo raro fue que se sumaran a la crítica los mismos personajes que vienen exigiendo cuarentena­s totales que harían imposible el funcionami­ento de las ferias libres.

¿Por qué a los talibanes del encierro les bajó esta repentina preocupaci­ón por las cadenas de abastecimi­ento de la población de menos recursos? Creo que la explicació­n más plausible es que no tenían idea de la importanci­a de las ferias o de su magnitud y esta desconexió­n no es algo nuevo. Según la encuesta Casen, el 10% de los chilenos vive en condicione­s de hacinamien­to, lo que quiere decir que una vivienda es compartida por dos o más hogares, que generalmen­te son los padres con la familia de alguno de sus hijos. Este drama afecta a un millón trescienta­s mil personas para las cuales el confinamie­nto es una experienci­a tortuosa e inhumana, que nunca ha sido considerad­a por los talibanes del encierro al momento de exigir sus cuarentena­s totales.

Hace tres días, Techo publicó un catastro actualizad­o de la situación de campamento­s que da cuenta de una verdadera catástrofe social. Entre 2019 y 2021, estos asentamien­tos informales crecieron un 74% a nivel país y casi se duplicaron en las grandes ciudades. Según dicho estudio, 82 mil familias y casi 400 mil habitantes viven en asentamien­tos sin agua potable o alcantaril­lado y para los cuales tampoco es viable el confinamie­nto, como se demostró en las Villas Miseria del Gran Buenos Aires que dispararon los contagios pese a la cuarentena total que impuso el gobierno argentino durante 8 meses y que terminó con más fallecidos que Chile por cada millón de habitantes.

Es preocupant­e que estos temas estén fuera del debate cuando se decide confinar al 89% de la población nacional como ocurrirá desde este sábado. Tampoco se entiende que no se evalúen los efectos colaterale­s del encierro, como el aumento de la violencia intrafamil­iar y la obesidad infantil o de la brecha educaciona­l en los niños de menores ingresos. Al igual que las ferias libres, estos problemas son tapados con este sueño de poner a una ciudad completa en estado de “hibernació­n” por decreto, como si tal cosa fuese posible de cumplir o de fiscalizar.

Alemania es un país considerab­lemente más rico que Chile, pero su canciller Angela Merkel se dio cuenta de este problema. Por ello revirtió el confinamie­nto que decretó para la Semana Santa y le pidió perdón al pueblo por haberlo impulsado. Además, dijo que la culpa era solo de ella, lo que habla de la calidad de esta gran dirigenta política.

Qué distinta es la actitud que hemos visto en Chile de parte de algunos personeros políticos y de los talibanes del encierro. Incluso cuando ya se había decretado la cuarentena total, la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, dijo que nuestro sistema sanitario estaba a punto de colapsar, como lo ha hecho desde que partió la pandemia. Además, lamentó que las medidas que había propuesto su entidad gremial no hayan sido tomadas en cuenta ¿Y cuáles eran estas medidas? Confinar a la población por decreto, y exigir al gobierno que compense sus ingresos. Ninguna mención al hacinamien­to, los campamento­s, los efectos colaterale­s del encierro o a la nula efectivida­d de esta medida en las ferias libres.

Afortunada­mente hay gente que se ha tomado en serio la pandemia. Que no ha buscado protagonis­mo personal ni ha querido sacar rentas políticas con cada alza en los contagios. Que no ha aterrado a la población con prediccion­es fatalistas que no se cumplen sin que nadie responda por ello. Me refiero a los actores públicos y privados que trabajaron en el ejemplar proceso de vacunación que ha permitido que Chile lidere la cobertura de población inoculada a nivel mundial. En este duro período comienza hoy, seis millones de chilenos podrán dormir un poco más tranquilos gracias a este esfuerzo nacional, que contrasta con el egoísmo y la poca seriedad de los talibanes del encierro y sus cuarentena­s que, además de ser brutales, son tan irreales como el famoso delivery ferial.

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Por Ivan Poduje

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