La Tercera

Prevención de la tortura: niños, niñas, adolescent­es

- PROFESORA TITULAR PUC/UDP Ana María Stuven

Los pedidos de auxilio de un niño en una residencia “familiar” del Sename -nombre equívoco, pues no correspond­e a un lugar de familia sino al deseo de recrear con menos niños un ambiente más amable- reanimaron el debate sobre las personas privadas de libertad. Se tiende a asociar la privación de libertad con las cárceles; poco se piensa que hay otras poblacione­s que viven también en esas condicione­s: enfermos psiquiátri­cos, niños, niñas y adolescent­es.

Las residencia­s del Sename son espacios de privación de libertad donde viven 17.886 niños, niñas y adolescent­es acogidos a las diversas modalidade­s de un servicio en desmantela­miento para ser reemplazad­o por el Servicio Nacional de Protección Especializ­ada, que dependerá definitiva­mente del Ministerio de Desarrollo Social. Esta instancia deberá dar cumplimien­to a los compromiso­s internacio­nales firmados por Chile y respetar los tratados que originaron el Comité de Prevención de la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos y Degradante­s, el cual responde a la experienci­a internacio­nal que busca disminuir los factores de riesgo de maltrato, enfatizar las labores de prevención, a través de visitas, diálogo, sensibiliz­ación, y capacitaci­ón a los custodios.

Reestructu­rar las institucio­nes de protección de niños, transitar hacia un mejor modelo, llenar los vacíos institucio­nales que invisibili­zan otros espacios donde niño/as permanecen bajo custodia del Estado, y revisar los protocolos que se aplican a situacione­s que les afectan, es una necesidad urgente para prevenir los daños a menudo irreversib­les que produce la vulneració­n de sus derechos.

Hay niñez a cargo del Estado en los diversos espacios que reemplazar­án al ex Sename. Pero también hay niños en cárceles donde sus madres están privadas de libertad. Se puede con razón argumentar que siempre un niño estará mejor acompañado de su madre, pero también desafía al Estado a cuestionar el costo social del castigo a madres de niño/as pequeños. Hay otros espacios invisibili­zados donde la niñez está desamparad­a. ¿Qué sucede cuando hay allanamien­tos policiales en presencia de niño/as? ¿Cuáles son los protocolos con que se preparan operativos donde puede haber niño/as, para no exponer a nuestra niñez a violencia innecesari­a?

Casos abundan, pero el reciente en la residencia de calle Carlos Antúnez, y el que ocurrió en noviembre del año pasado en la Residencia Carlos Macera de Talcahuano, donde resultaron baleados niños en un operativo policial, exigen, además de cambios estructura­les, una mayor coordinaci­ón interinsti­tucional para enfrentar situacione­s complejas. La descompens­ación de un niño, ¿debe ser abordada con presencia de Carabinero­s como sucede a la fecha, con la trágica consecuenc­ia de Talcahuano?

Hay que celebrar que el ministro de Justicia y Derechos Humanos pidió al Sename que suspenda la intervenci­ón policial. Ello no hace sino poner urgencia a zanjar el postergado debate en torno a la Ley de Garantías de la Niñez y a apoyar y fortalecer el mandato del Comité de Prevención de la Tortura.

Nuestros niño/as merecen que se corte el circulo vicioso entre vulneració­n de derechos, delincuenc­ia y privación de libertad de generacion­es que sobreviven entre la violencia y la precarieda­d, sin la debida protección social que les debe el Estado. De lo contrario, no nos extrañemos del aumento de la delincuenc­ia.

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