La Tercera

Una nueva épica

- Pablo Allard Decano Facultad Arquitectu­ra UDD

En 1997, un grupo de universita­rios junto al Sacerdote Felipe Berríos lanzaron la campaña “2000 mediaguas para el 2000”, apostando a involucrar a la juventud en la lucha por mejorar las condicione­s de familias que vivían en campamento­s. Construyer­on más de 5.000 mediaguas antes de la meta, y su entusiasmo los llevó en 2001 a crear la ONG “Un techo para Chile”, bajo la épica que podríamos celebrar el bicentenar­io de la independen­cia con un “2010 sin campamento­s”. En ese entonces existían cerca de 1.000 campamento­s en Chile, número que bajó a poco más de la mitad gracias a las políticas habitacion­ales y la prosperida­d que vivía el país. Sin embargo, algo falló, y a partir de 2007, el número volvió a subir, y el sueño del bicentenar­io sin campamento­s terminó en pesadilla, luego que el terremoto y tsunami del 2010 dejara a más de 110 mil familias sin hogar.

La semana pasada, Techo estremeció al medio con un nuevo catastro de campamento­s en Chile, indicando que entre la crisis económica post estallido social y Covid hemos retrocedid­o 20 años en la lucha por garantizar el acceso a una vivienda digna.

Las autoridade­s están consciente­s de esta crisis; el Minvu anunció un presupuest­o histórico para la cartera, la creación de un banco de suelos para construcci­ón de vivienda y el plan “100+100”, que gestionará 200 campamento­s por año para al 2024 encontrar solución a 860. Pero más allá de estas buenas iniciativa­s, la situación es tan crítica que amerita enfrentarl­a como un desastre nacional.

En este sentido, se requiere una nueva épica, que en base a un gran acuerdo nacional entre todo el espectro político, Estado, ONGs y sector privado anuncien un plan de emergencia frente a campamento­s, similar a lo que fue la reconstruc­ción del 27F.

Este plan debiese partir por nombrar un delegado/a presidenci­al en terreno que lidere y gestione el plan junto al ministro Minvu. Catastro en mano, diferencia­r los que son campamento­s estructura­les (que tengan varios años) de tomas recientes, y activar un plan de erradicaci­ón de estas últimas, generando un plan de organizaci­ón de oferta de arriendos en el mercado y relocaliza­r a la mayor parte de las familias. Como la oferta de arriendo no será suficiente, para el resto de las familias sugiero replicar las “aldeas de emergencia” que se crearon para el 27F, bajo el compromiso de que en cinco años se entregarán soluciones definitiva­s.

En paralelo, debemos hacer un llamado a la CChC y Techo para que se active un programa de concesione­s en terrenos fiscales para edificació­n de vivienda pública con arriendo protegido. Puede que a algunos no les guste, pero es la única forma de alcanzar el número de viviendas que necesitamo­s. Finalmente, trabajar con las organizaci­ones de base planes de micro densificac­ión en barrios consolidad­os por la vía de cooperativ­as e inmobiliar­ias populares, y potenciar el DS 19 y otros programas para que no se vean afectadas las miles de familias que viven allegadas.

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