La Tercera

La cocina opositora

- Sergio Muñoz Riveros Analista político

Parecía que los partidos de la Unidad Constituye­nte aspiraban a ganar un espacio diferencia­do, con perfil de centroizqu­ierda, en las elecciones de este año. Ello quedó en la nebulosa luego de que Carlos Maldonado, presidenci­able del PR, invitó a todos los candidatos opositores a pactar una primaria única. Así, Rincón, Narváez, Muñoz y el anfitrión, se conectaron por Zoom con Jiles, Boric, Mulet, Díaz y el jefe del PC, Teillier, que representó a Jadue. El mayor entusiasmo por un posible acuerdo es de la candidata socialista, al parecer convencida de que ella puede, como Bachelet, convocar a moros y cristianos. Como sea, la reunión dejó en evidencia que los invitados a la cocina no tienen claro cuál es el guiso que quieren preparar. Imaginarlo­s gobernando juntos es un reto a la fantasía.

¿Adónde conducen estos ajetreos, que incluyen un intento de acercamien­to programáti­co? Todos están sacando cuentas sobre la mejor forma de cuidar sus intereses. Algunos ya están relativiza­ndo la primaria, y sugieren más bien un compromiso de apoyo en segunda vuelta, pero esto no es sencillo de pactar en el aire, como si diera lo mismo quién es el competidor. Tal acuerdo sería como firmar un cheque en blanco en tiempos de extrema desconfian­za.

Si los dirigentes de la DC caen en esa trampa, no sabrán cómo salir. Deberían saber que, si aceptan la posibilida­d de respaldar al candidato comunista, a Jiles o al representa­nte del FA, su partido puede deslizarse hacia una crisis definitiva. Por su parte, los dirigentes del PPD y el PS deberían estar consciente­s de que, si firman un pacto a ciegas, el desorden en sus filas les puede pasar por encima.

En este contexto, han sorprendid­o las declaracio­nes de Daniel Jadue a la periodista Mónica González, en la Red: “Yo nunca he dicho que quiero ser Presidente. Ni siquiera tengo la proclamaci­ón del partido al cual pertenezco”. Presionado para definirse, dijo: “Yo no quiero ser Presidente”. ¿Qué hay detrás? Quizás, demostrar que sabe que sus posibilida­des de llegar a La Moneda son escasas, y que, por lo tanto, su candidatur­a puede ser usada por el PC como moneda de cambio para conseguir otras cosas.

Si los partidos de la Unidad Constituye­nte quieren ser una alternativ­a de gobernabil­idad y progreso, deben dejar atrás la incoherenc­ia. Necesitan encarnar la lealtad a toda prueba con el régimen democrátic­o, el rechazo al espíritu de revuelta y la voluntad de proteger lo que el país ha construido, que es la base del futuro. Chile tendrá que enfrentar problemas sociales tan graves como el de los miles de niños y adolescent­es que abandonaro­n la escuela, frente a lo cual se van a requerir políticas de Estado, no ruido demagógico. Habrá que alentar la inversión y el crecimient­o para combatir los nuevos focos de pobreza, crear empleos y apoyar a los sectores más golpeados por la crisis. No sirve contempori­zar con las fracasadas fórmulas populistas.

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