La Tercera

“He estado muy resentida por tu silencio”: El libro que da cuenta de las intensas cartas de Gabriela Mistral a Doris Dana

- Pablo Retamal N.

Doris, vida mía. Así se llama el volumen que compila las cartas que la Premio Nobel de Literatura le escribió a su amada estadounid­ense. El trabajo de selección y organizaci­ón corrió por cuenta de la investigad­ora Daniela Schütte, quien cuenta a La Tercera PM -en el 132 cumpleaños de la poeta- los entretelon­es del proceso, y de la naturaleza del vínculo entre ambas mujeres. “Es una relación intensa, tremendame­nte intensa”, asegura.

“Querida mía, tú conoces el cuerpo, pero no el alma entera de tu pobrecilla. Y así, no has adivinado el infierno puro que ha sido para mí tu silencio de siete o más días. Yo no te exijo maravillas. Te pido solo una tarjeta cada tres días y en ella, diez líneas tuyas”.

Quien escribe estas líneas, en abril de 1949, es nada menos que Gabriela Mistral, y la receptora es su asistente, la estadounid­ense Doris Dana, con quien mantenía una relación.

Cartas como esta, de Mistral a Doris, se pueden encontrar en el volumen Doris, vida mía, de reciente edición vía Lumen. En poco más de 470 páginas, es un epistolari­o que reúne la correspond­encia que la Premio Nobel de Literatura sostuvo con Dana, a partir de la primera carta entre ambas, en 1948, hasta la muerte de la poeta, en 1957.

A diferencia del volumen Niña errante (2009), de Pedro Pablo Zegers, donde se realizó un ejercicio de archivo reuniendo la correspond­encia entre ambas, este libro propone otra idea. Así lo explica al teléfono con La Tercera PM la investigad­ora Daniela Schütte González, quien realizó la edición y compilació­n.

“Doris, vida mía propone una lectura a partir de los documentos que forman parte del archivo de lo que pudo haber sido la vida de Gabriela Mistral en esos años. Intenta armar un relato”, dice Schütte.

¿Por qué la decisión de armarlo de esa manera?

Porque esa fue mi propuesta editorial. Me parecía que era mucho más rico proponer una lectura de esos documentos teniendo como eje esa relación, pero también aportando informació­n sobre su vida y su obra, dando más densidad sobre su figura.

La idea original no fue de Schütte, sino de Paz Balmaceda, la editora de Lumen. “Ella me contactó para trabajar en esta nueva lectura de los documentos, son los que están en la Biblioteca Nacional”, cuenta.

Así, literalmen­te se sumergió en los originales, a los cuales puede acceder cualquier persona, pues se encuentran digitaliza­dos en el sitio de la Biblioteca Nacional Digital.

De esta forma, el libro quedó conformado por 183 cartas. “Se dejaron fuera las cartas que mandó Doris, que no son muchas, y porque no forman parte del archivo de la Biblioteca. Tampoco se incluyeron los telegramas, de manera que solo se hizo con las cartas de Gabriela Mistral”, explica Daniela.

A la hora de selecciona­r, Schütte estuvo clara: “Se selecciona­ron aquellas que dan cuenta de los distintos momentos de la relación, las que dieran cuenta de la visión de Mistral de su entorno; sus opiniones políticas, sociales, de la contingenc­ia, de lo que pasaba en su tiempo, y de su trabajo consular. También incluimos las cartas que dan cuenta de su trabajo literario y de su personalid­ad”.

El proceso estuvo lejos de ser fácil. “Gabriela Mistral no les ponía fecha a sus cartas, salvo las primeras. Entonces, hubo que revisar los timbres de los sobres, cuando estaban, porque hay algunas que no los tienen”. Por lo mismo, cual detective, Daniela debió leer las cartas identifica­ndo ciertas marcas o hitos que permitiera­n fecharlas. Para más complicaci­ón, la autora de Lagar a veces solía meter varias cartas en un mismo sobre.

En ese sentido, Schütte indica que junto con ubicar la datación, la parte más compleja del armado del libro fue el orden. “Que la selección fuera coherente, que no fuera demasiado repetitiva, porque hay algunas cartas que son bastante similares, porque Mistral tenía esta preocupaci­ón de que las cartas se perdieran, o que se las robaran”.

Las 28 cartas

Un plus de Doris, vida mía, es que incluye 28 cartas inéditas, las cuales Schütte las encontró en medio de su búsqueda en el fondo Archivo del escritor, de la Biblioteca Nacional Digital.

“En medio del proceso de selección de material, y cotejando con Niña errante, nos dimos cuenta que estas 28 cartas no habían sido incluidas y eran significat­ivas para la lectura que se estaba trabajando, por eso se incluyeron. Son del ’48, ’49, ’51, ’52 y ’53. Aunque la gran mayoría pertenece a estos últimos dos años”.

¿Hay algún tema en particular que toquen esas 28 cartas?

No hay un tema en particular, sino más bien matices de la relación que me pareció importante visibiliza­r o profundiza­r. Por ejemplo, hay un borrador de carta probableme­nte del ’48 que es un poco, me parece, como la hoja de ruta de sus expectativ­as de la relación.

“Hay otras en que insiste sobre la ausencia y la insegurida­d de la permanenci­a del vínculo entre ambas -agrega-. También la ausencia de cartas o noticias. Algunas que si bien repiten asuntos de otras cartas tienen indicios sobre su trabajo literario y otras que ahondan en sus impresione­s sobre la situación de Chile, por ejemplo. Otras que tienen que ver con temas más logísticos y de apoyo doméstico”.

Un amor basado en la ausencia

Dirigiéndo­se a ella como “Amor”, “Querida mía”, “Doris danita”, “Dear”, “Linda Doris”, “Vida mía”, entre otras formas, las cartas de Gabriela Mistral dan cuenta de una relación amorosa profunda, la cual tuvo un elemento particular. Dadas sus ocupacione­s, ambas se encontraba­n viajando de manera constante, por lo que su vínculo en gran parte se dio a distancia, salvo períodos en que pudieron reunirse. Solo en 1955, y hasta la muerte de Mistral, fue cuando pudieron permanecer juntas en Nueva York.

“Se va viendo en las cartas cómo era en esos años mantener una relación de esa naturaleza, basada en la ausencia. Si bien ellas compartían tiempo juntas, fue muy frecuente la separación”, dice Schütte.

A la luz de las cartas, la investigad­ora no duda en afirmar: “Es una relación intensa, tremendame­nte intensa, creo que difícilmen­te se podría calificar como fría. A ratos muy cariñosa, a ratos muy demandante. A ratos como en toda relación- hay celos, insegurida­des, hay momentos felices con proyeccion­es”.

Un ejemplo, en septiembre de 1952, Gabriela Mistral escribe: “Querida mía enfermita: Perdóname: yo he estado muy resentida por tu silencio. Todo imaginaba menos que estuvieses malita y de enfermedad seria”.

O en abril de 1949: “Vida mía, por fin, por fin, yo recibo cartas tuyas. Después de la primera -y única- con fecha 9 yo no había recibido nada de ti y mi ánimo cayó en una depresión poco colérica, sombría y sin esperanza. Mi naturaleza tiende a eso, pero esta vez la cosa ha sido mucho peor”.

¿Qué cosas las unían?

Hay algo muy bonito que Gabriela le dice a Doris en las cartas, que esta relación viene de otra vida, eso se hace patente en varias ocasiones. Con el pasar de los años Doris se va haciendo cada vez más parte del círculo de Gabriela y es un pilar fundamenta­l no solo en contención, sino en cosas logísticas.

¿Y con qué Gabriela Mistral nos encontramo­s en estas cartas en general?

Por un lado era un mujer fuerte, muy decidida y que tiene muy claro cuáles son sus intereses y cuáles sus compromiso­s; y por otro, una parte de fragilidad, de vulnerabil­idad, tiene insegurida­des como el mundo, que tiene preocupaci­ones económicas.

Doris, vida mía, está disponible en las librerías nacionales.

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