La Tercera

Incertidum­bre electoral como protagonis­ta en Perú y Ecuador

- Por Alejandro Tapia

20-21

Peruanos, ecuatorian­os y bolivianos votarán en pandemia y en medio de un alto descontent­o

social. “Las tres elecciones resaltan la gravedad de la circunstan­cias actuales”, dice Michael Shifter.

Los peruanos concurrirá­n este domingo a las urnas en la primera vuelta más incierta de su historia. Hay seis candidatos con posibilida­des de pasar al balotaje y los analistas no se atreven a realizar ninguna proyección. Al mismo tiempo, Ecuador llevará a cabo su segunda vuelta presidenci­al, en la que el correísmo aspira a recuperar el poder, aunque hasta ahora nada está dicho. Bolivia, por su parte, realizará elecciones en cuatro regiones, comicios clave para el Movimiento Al Socialismo.

LLos analistas políticos peruanos intentan encontrar un paralelo, alguna otra elección que se parezca a la del domingo, pero no, no hay rastros en la historia reciente de Perú. Los politólogo­s coinciden en que nunca antes hubo tal nivel de incertidum­bre, tanta sorpresa y tantos candidatos (al menos seis) con posibilida­des reales de pasar a segunda vuelta. Sí ha habido vuelcos inesperado­s, como el de 1990, cuando Mario Vargas Llosa tenía “asegurada” la elección y en la última semana Alberto Fujimori dio vuelta todo. O un hito más reciente, cuando en 2016 Keiko Fujimori perdió a última hora frente a Pedro Pablo Kuczynski por apenas 41.057 votos. Sin embargo, en ambos casos estas volteretas electorale­s ocurrieron en un balotaje.

Este domingo 11, los peruanos acudirán a las urnas en medio de un nivel de incertidum­bre electoral inédito. Deberán elegir entre 18 candidatos, de los cuales cinco tienen entre un 14% y 11% de intención de voto (Ipsos-El Comercio): Yonhy Lescano, Hernando de Soto, Verónika Mendoza, George Forsyth y Keiko Fujimori. Más atrás figuran Rafael López Aliaga y Pedro Castillo. El gran problema es que según la encuesta que se mire, cambian radicalmen­te las posiciones y el respaldo de los candidatos.

Algo similar ocurre en Ecuador, donde este domingo se llevará a cabo la segunda vuelta entre Andrés Arauz, el delfín del expresiden­te Rafael Correa (2007-2017), y el empresario Guillermo Lasso (derecha). Al igual que en Perú, los analistas no se atreven a dar un pronóstico.

También es absolutame­nte incierto lo que ocurrirá mañana en Bolivia, que llevará a cabo un balotaje para elegir a los gobernador­es en los departamen­tos de La Paz, Chuquisaca, Tarija y Pando. En estos comicios, el Movimiento Al Socialismo (MAS) del Presidente Luis Arce y Evo Morales se juega buena parte de su futuro.

¿Qué hay detrás de la alta incertidum­bre en este Súper Domingo de elecciones en Sudamérica? ¿La poca claridad solo tiene que ver con el coronaviru­s o hay algo más profundo?

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“Con una crisis económica exacerbada por los devastador­es efectos sanitarios, sociales y políticos de una pandemia implacable, América Latina enfrenta la situación más aguda y preocupant­e en décadas. Las tres elecciones del domingo en Ecuador, Perú y Bolivia resaltan la gravedad de las circunstan­cias actuales, incluido el descontent­o social generaliza­do y una notable falta de líderes que puedan ofrecer un camino de reforma y renovación democrátic­as”, afirma Michael Shifter, presidente del Diálogo Interameri­cano, centro de análisis e intercambi­o político con sede en Washington.

Shifter, que lleva años analizando los cambios en la región, apunta que las “condicione­s desesperad­as” en muchos de los países de Sudamérica proporcion­an un terreno fértil para los populismos y las políticas demagógica­s. “Los resultados de las elecciones son muy inciertos, ya que la mayoría de los ciudadanos de las tres naciones están desilusion­ados y frustrados por la incapacida­d de los gobiernos para resolver problemas básicos. El caso más dramático es Perú, que había sido uno de los países con mejor desempeño económico de la región”, apunta.

Natalia Sobrevilla, catedrátic­a de historia latinoamer­icana en la Universida­d de Kent, en Reino Unido, dice que es inédito que en la semana previa a las elecciones “no sepamos quiénes pueden pasar a segunda vuelta”. “Esto tiene que ver con el hartazgo de los electores con el sistema político y la convicción de que ninguno de los candidatos los representa”, acota.

En el simulacro de votación que publicó El Comercio-Ipsos el domingo pasado, el centroizqu­ierdista Yonhy Lescano consiguió un 14,7%. Este excongresi­sta, cuya esposa es chilena, se ha mantenido en el tope de las encuestas desde hace varios meses, aunque en los últimos días su apoyo iría a la baja. En segundo lugar se ubicó el eco

nomista Hernando de Soto (13,9%), quien a comienzos de marzo tenía un apoyo de apenas 5,9%. Más atrás, la centroizqu­ierdista Verónika Mendoza (12,4%), el exarquero de Alianza Lima George Forsyth (11,9%) y Keiko Fujimori (11,2%). Pero en otra encuesta, la del diario La República, es la hija de Alberto Fujimori quien aparece en primer lugar, con un 9,8% de intención de voto, en segundo lugar De Soto, y en tercer puesto el conservado­r Rafael López Aliaga (8,4%). En ese sondeo también figura, aunque en sexto lugar, el dirigente ministeria­l Pedro Castillo, quien iría al alza.

Alfredo Torres, de Ipsos Perú, ha estudiado el comportami­ento electoral de los peruanos desde 1984 y dice que, “sin duda, Perú se enfrenta ahora a la elección más fragmentad­a de su historia”. “De los 18 candidatos, siete tienen alguna posibilida­d de pasar a la segunda vuelta”, sostiene. Entre las causas que explicaría­n este fenómeno, Torres asegura que “la población está muy decepciona­da de los políticos por el caso Odebrecht (todos los expresiden­tes bajo investigac­ión) y muy irritada con la pandemia, la pérdida de empleos y los confinamie­ntos”. Perú suma 1,6 millones de contagios y casi 54 mil muertos, el país con más fallecidos por millón de habitantes (1.620) de América Latina.

“Lo normal era llegar a esta fecha con tres candidatos disputando el pase a segunda vuelta. Tenemos candidatos de todas las tendencias, pero ninguno con la suficiente trayectori­a y empatía como para poder congregar un gran apoyo”, concluye Torres. “Este nivel de fragmentac­ión es inédito. Recuerdo que en algún momento de 2011 se juntaron cinco candidatos que tenían posibilida­des de pasar a segunda vuelta, pero todos tenían más de 14% de respaldo. Lo de ahora es un nivel muy bajo”, afirma Luis Benavente, encuestado­r peruano y director de Vox Populi Consultorí­a. “No ha surgido un gran líder o lideresa que genere entusiasmo. La corrupción ha perjudicad­o mucho a todo el sistema político y los ciudadanos tienen mucha rabia contra la política. Además, tampoco tenemos un sistema de partidos”, agrega.

División fujimorist­a

“En 20 años de elecciones no se había registrado tal volatilida­d en el votante”, apunta Paola Ugaz, periodista peruana y correspons­al en Lima del diario ABC de España.

“Han aparecido extremos: peruanos que se autoposici­onan en los extremos de izquierda y de derecha. Eso ha roto el gran elector centrista peruano”, complement­a Carlos Meléndez, analista peruano y académico de la UDP y COES. Preguntado sobre si finalmente Perú se enfrentará al dilema de elegir entre el fujimorism­o y el antifujimo­rismo, como ha ocurrido en las últimas elecciones, Meléndez dice que el electorado fujimorist­a se ha fragmentad­o en tres, al igual que el antifujimo­rismo.

“El fujimorism­o tiene tres candidatos: Keiko, De Soto y López Aliaga”, asegura Sobrevilla.

¿Vuelve el correísmo?

En el caso ecuatorian­o, también hay una profunda fragmentac­ión. En la primera vuelta del 7 de febrero, Arauz se impuso con un 32,7%, mientras que Lasso quedó segundo, con un 19,7%. Sin embargo, el empresario consiguió su paso al balotaje después de un “fallo fotográfic­o”. Esto, porque el líder indígena Yaku Pérez, del Movimiento de Unidad Plurinacio­nal Pachakutik, logró un 19,3%. Pérez denunció un fraude electoral. La otra gran sorpresa fue el cuarto lugar del empresario Xavier Hervas (15,6%).

“En la primera vuelta, más de cuatro millones de ecuatorian­os no votaron ni por Arauz ni por Lasso. Hay un nivel alto de indecisión, se mantiene alto”, sostiene Rebeca Morla, politóloga y consultora política ecuatorian­a, quien agrega que el contexto de estas elecciones tiene que ver con que siete de cada 10 no tienen un empleo adecuado, los índices de pobreza han retrocedid­o 10 años y los niños más pobres no estudian desde hace un año”.

“El final será muy apretado. Las causas fundamenta­les serían dos. En primer lugar, la fuerte confrontac­ión entre correísmo y anticorreí­smo, que polariza la elección. En segundo lugar, el empate se produciría por el estancamie­nto de Arauz y el crecimient­o de Lasso”, dice Simón Pachano, investigad­or de Flacso Ecuador y columnista del diario El Universo. Andrés Campaña Remache, analista político ecuatorian­o, complement­a: “Estas elecciones se realizan en el marco de una de las mayores crisis sociales y políticas del Ecuador. La pandemia afectó notablemen­te la economía, más que la crisis de 1999. Lasso ha ido revirtiend­o su situación de la primera vuelta”.

El caso boliviano

En las elecciones regionales del 7 de marzo en Bolivia, el MAS de Evo y Arce cedió terreno. De hecho, el oficialism­o perdió las alcaldías más importante­s del país, como La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz. “En la segunda vuelta, en cuatro de los nueve departamen­tos del país, el comportami­ento electoral puede significar una derrota para Evo como jefe de campaña y jefe del MAS, revés que ya sufrió en la primera vuelta”, sostiene el politólogo boliviano Carlos Cordero. “En Bolivia está en juego la vigencia del evismo”, concluye. ●

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