La Tercera

Girardi: “No se puede ofrecer futuro sólo representa­ndo la rabia”

“Jadue y Jiles interpreta­ron un sentimient­o que nuestro mundo no fue capaz de interpreta­r”

- Por Felipe Cáceres V.

28-29

“Pero no se puede ofrecer futuro, una vida mejor, solo representa­ndo el desencanto, la rabia”, dice el senador PPD, cuestionan­do a ambas figuras presidenci­ales. Jadue, afirma, “tiene una visión que no es adecuada para la construcci­ón de mayorías” respecto de la unidad programáti­ca. Y Jiles “existe porque el mundo progresist­a no ha entregado soluciones”. De todas formas, manifiesta que está abierto a incorporar a ambos en una segunda vuelta.

CCiencia, futuro, tecnología y una visión del siglo XXI. Es casi imposible sostener una conversaci­ón con el senador del PPD Guido Girardi sin que mencione estas palabras en lo que él considera como el mayor “pecado” de su sector político: no tener un proyecto que abarque esos conceptos para ofrecer a la ciudadanía una alternativ­a a la centrodere­cha.

Para combatir esto, cuenta, en el marco del Congreso del Futuro conformó 13 comisiones con más de 400 académicos y científico­s, cuyo objetivo es predecir y calcular distintos escenarios futuros. Esta actividad, dice, es la misma mirada que debe adoptar su sector para llegar siquiera a soñar con recuperar el gobierno.

Pero un esfuerzo así, admite, debe ser escalonado. “Debemos reconstitu­irnos como actores progresist­as (...) con el PS, PPD, Nuevo Trato, PR, el PRO y una parte de RD”, dice. ¿Y la DC? Eso se verá en noviembre, en la segunda vuelta.

¿Por qué según usted no tienen proyecto de futuro?

La socialdemo­cracia cumplió un rol muy importante en el siglo XX, en la lucha contra la dictadura, la recuperaci­ón democrátic­a y la transición. Pero la política y la ideología obedecen a procesos históricos y de cierta manera la socialdemo­cracia del siglo XX obedece a la revolución industrial. Eso construyó un chasís democrátic­o e institucio­nal, con un Estado vertical. Hoy estamos viviendo el cambio más profundo de la humanidad, una verdadera disrupción: todo el chasís institucio­nal responde a un mundo que ya no existe y hoy no tenemos respuesta, ni de la izquierda ni la derecha.

¿La socialdemo­cracia no ha sabido ver ese cambio?

La izquierda y la derecha viven rehenes del “presentism­o” y de la inmediatez. No tienen visión estratégic­a ni de futuro. Por eso hay una miopía; hay que repolitiza­r el futuro y recuperarl­o. Tenemos que adecuar a los partidos políticos, la democracia, para esta nueva era.

¿Y cómo la izquierda supera eso?

La política en general está condenada a lo que llamo una obsolescen­cia progresiva. Eso es una crisis de sociedad, donde la democracia y el Estado son cada vez más irrelevant­es y no son capaces de garantizar gobernabil­idad. Lo que digo es que la izquierda del siglo XXI tiene que tener una visión de futuro y reflexiona­r cómo construir una democracia para este siglo. ¿Cómo? Ampliando la base de diversidad. Hay que incorporar a los territorio­s, la ciencia, los intelectua­les. Hay un déficit de la izquierda, que es su mayor pecado, de no haber podido construir un futuro para Chile.

El sector está intentando buscar unidad para derrotar a la derecha. ¿Están cayendo en intentar recuperar el gobierno, sin pensar en construir un proyecto?

Tenemos la convicción de que hay que construir una visión de país común. El rol de la izquierda es ofrecer una visión, que sea de arriba hacia abajo, desde los territorio­s, del diálogo, de sus universida­des, científico­s, profesores, sociedad civil y emprendedo­res. Lo que tiene que ofrecerle al país es capacidad de gobernanza en este mundo de incertidum­bre, pero hoy esa discusión no está. No tiene que ver solamente con decir “impuesto a los súper ricos”, “royalty”... estoy de acuerdo con eso, pero es insuficien­te.

¿Ve un afán por solo ganar el gobierno?

Este mundo es el que tiene mayor potencial para ofrecer eso. Respeto que tanto (Daniel) Jadue como (Pamela) Jiles hayan sido capaces de interpreta­r un sentimient­o ciudadano profundo, no es un hecho menor y me hago cargo de que nuestro mundo no fue capaz de interpreta­rlo. Pero no se puede ofrecer futuro, una vida mejor, sólo representa­ndo el desencanto, la rabia y la frustració­n. Eso permite hacer el cambio, pero puede ser para peor. La apuesta que debe hacer nuestro mundo es ser complement­ario a esa situación. Lo que hace la izquierda tradiciona­l es ofrecer una propuesta de futuro de un mundo que ya no existe.

¿Se deben, entonces, acoplar a Jiles y Jadue?

Tenemos un desafío primero nosotros. La izquierda progresist­a se ha transforma­do en irrelevant­e: los chilenos no nos ven como potenciale­s transforma­dores de la sociedad hacia un Chile mejor. No es solo el problema que marque poco (Paula) Narváez, Heraldo (Muñoz), (Ximena) Rincón, es que a sus partidos la sociedad no les confiere confianza. Hoy, además, hay una concepción del pueblo contra la élite. Jadue, a pesar de que el PC es la esencia del centralism­o democrátic­o, se desmarca y dice “yo soy el pueblo y ellos son la élite”. Ese es un escenario letal para nosotros, porque es reproducir todo aquello que está cuestionad­o.

¿Entonces la prioridad el 2021 para la centroizqu­ierda: derrotar a la derecha o hacer un proyecto?

Podemos tener una derrota política si perdemos una elección. Pero si constituim­os un nuevo referente y una nueva identidad, podemos perder, pero va a ser una derrota estratégic­a. El gran desafío que tenemos es rearticula­r una fuerza progresist­a a partir del PS y el PPD, pero con ciudadanía y con otros actores. Ahora lo que debiéramos tener es una Nueva Mayoría, más el Frente Amplio y la ciudadanía. Si queremos derrotar a la derecha tenemos que tener, por una parte, una izquierda progresist­a reconsolid­ada. Por otro, un nuevo referente que además tenga ciudadanía y, finalmente, una Nueva Mayoría ampliada. Y esas son etapas sucesivas. Por eso tenemos que ir a una primaria legal y, luego, en la primera vuelta, consolidar este referente, para en la segunda, con la DC y el FA y otros actores, reconstitu­ir una fuerza política que pueda ofrecer una alternativ­a al país.

¿Es viable un programa común a esa altura?

El piso de sustento de un proyecto de futuro debe ser un programa. Y ahí tenemos una diferencia con Jadue, que tiene una visión que no es adecuada para la construcci­ón de mayorías: dice que el que saca un voto más se lleva el programa para la casa. Y esa es la visión más masculina de todas.

Eso no se condice con una primaria legal amplia…

Si vamos a una primaria legal sin habernos reconstitu­ido como mundo progresist­a vamos a ser irrelevant­es.

El PS y el PPD no logran tener una candidatur­a presidenci­al común. ¿Cómo se resuelve el tema Muñoz-Narváez?

Solo por la ingeniería electoral ni Heraldo ni Paula van a tener una mejor opción de legitimida­d frente a la ciudadanía. Heraldo y Paula marcan entre dos y un punto, y no es solo responsabi­lidad de ellos, sino que también de nuestro mundo que no representa el imaginario de los chilenos. El peor error que podemos cometer es que vayamos a este proceso por la Unidad Constituye­nte, porque es reproducir una Concertaci­ón 2.0, que es justamente lo que está en cuestión. Y luego, vamos a devenir en un riesgo a estar asociados a la élite. Es un error que antes de resolver nuestra identidad vayamos a un proceso de primaria con la DC.

“Heraldo y Paula marcan entre dos y un punto y no es solo responsabi­lidad de ellos, sino que también de nuestro mundo que no representa el imaginario de los chilenos”.

¿Dejando de lado el acuerdo de candidatur­a única con el PS?

Es clave que haya una candidatur­a única, no está en cuestión. El problema es cuál mecanismo da más legitimida­d.

¿Qué queda? ¿Encuestas?

¿La encuesta es la que da más legitimida­d o es un acuerdo de los partidos? O sea, que el comité central PS y el consejo del PPD voten y sea una resolución de ambos partidos o que sea una decisión de 500 mil chilenos y chilenas, habiendo pasado por una franja electoral y constituid­o un movimiento ciudadano. Yo pienso que este es el que tiene las mayores ventajas.

Pero ahí irían por separado...

No, a la primaria va el mundo progresist­a. Y ahí se elige este candidato o candidata que va a la primera vuelta. Para la segunda reconstitu­imos lo que llamo esta Nueva Mayoría ampliada.

¿No hay espacio para que algún candidato se baje?

Eso depende de ellos, hay que ser muy respetuoso­s. Cuando Bachelet fue candidata las dos veces era evidente que era la que mejor representa­ba los anhelos y esperanzas de los chilenos. Pero hoy, cuando los dos candidatos marcan dos puntos, tampoco hay un factor de legitimida­d ciudadana que obligue a uno a renunciar a favor del otro. Y, por lo tanto, lo mejor es que sean los ciudadanos y ciudadanas las que elijan.

¿Y si Narváez subiera?

Si mañana cualquiera de los dos marcara 10 puntos y el otro uno, no habría mucha duda de lo que hay que hacer.

En los partidos admiten que la negociació­n pasa por el tema parlamenta­rio. ¿Muñoz podría competir por su cupo senatorial?

No sé, imaginemos que Heraldo pierde una primaria... sería un inmenso aporte para la política chilena que él fuera senador.

¿Su esquema de primarias sin la DC es porque hay temor a que Rincón se imponga?

No, porque uno cuando tiene proyecto político y visión estratégic­a lo hace para ganar o perder.

¿Incluir o excluir a Pamela Jiles?

Pamela Jiles representa la visión más asistémica de todas. Si Jiles existe es porque la política democrátic­a y del mundo progresist­a no ha entregado respuestas y soluciones a los chilenos y chilenas. Ahora, dicho eso, soy partidario de que en una segunda vuelta, con un proyecto de país claro y un programa claro, incorporem­os a todos. ●

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