La Tercera

Chile: cinco preguntas y una aliada formidable

- Luis Larraín Presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

Mientras los políticos discuten cómo repartir los recursos fiscales y los fondos para la jubilación, creo que no estamos ocupados en los temas de verdad a resolver en el futuro próximo. El país es más pobre que hace dos años y la gente quiere vivir mejor. Tenemos que producir más riqueza, de lo cual poco se habla. No me voy a referir aquí a cómo aumentar el producto; quiero discurrir cómo, cualitativ­amente, mejorar la calidad de vida de todos, respondien­do cinco preguntas. La pandemia ilumina algunas de estas ideas.

¿Dónde y cómo vivimos? Cómo construimo­s ciudades con mejores espacios públicos, veredas y parques que configuren barrios más gratos. Necesitamo­s resolver, con inteligenc­ia no consignas, qué densidad queremos, cuánto construir en altura y cuánto extender la ciudad, consideran­do el costo en transporte e infraestru­ctura. Qué viviendas sociales queremos y cómo incorporam­os a los inmigrante­s; cuál es el equilibrio entre Santiago y regiones. Cómo resguardam­os la seguridad de nuestros barrios y enfrentamo­s el narcotráfi­co, la delincuenc­ia y el vandalismo, que debe disociarse de manifestac­iones políticas.

¿Cómo y dónde trabajamos? Cuánto teletrabaj­o es razonable, cuántas horas en el hogar, cómo facilitamo­s el trabajo de la mujer con horarios más libres, qué condicione­s deben tener quienes reparten los bienes en la llamada última milla, cómo adecuamos la regulación a la nueva economía, son algunas de las cuestiones a resolver.

¿Cómo nos educamos? Cuánta educación a distancia y en el hogar, en cada nivel. Intuimos que la educación superior es cara; gastamos demasiado respecto a otros niveles y alternativ­as que la tecnología ya hace posible. En el mundo nunca más del 50% recibe educación superior. ¿No debiéramos preocuparn­os más de los que eligen formación técnica?

¿Cómo vivir mejor durante más tiempo? Gastar más en prevenir que en curar problemas de salud. La tecnología lo hace posible. Cómo repartir la riqueza que produce el país no es sólo cuestión de impuestos y gasto público, una ecuación relevante, sino que debemos transparen­tar las transferen­cias intergener­acionales que realiza el Estado entre los chilenos. Cuánto gasto público en salud y previsión versus gasto en educación es una cuestión que debiera estar en el centro de la discusión.

¿Cómo nos gobernamos? Redefinir nuestra forma de hacer política, las relaciones entre los poderes del Estado y el balance entre ellos y los ciudadanos es necesario. Debemos poner a las personas al centro de una modernizac­ión del Estado para los ciudadanos y no para los políticos. La tecnología sería también de gran ayuda en esta tarea; sería nuestra aliada formidable.

No digo que no habría diferencia­s si nos ponemos de cabeza a resolver estas preguntas, pero la discusión sería más fructífera que la de hoy.

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