Francotiradores del miedo
Yo entiendo que estando en medio de la segunda ola (y una tercera en perspectiva), con gente cuestionando la efectividad de la vacuna -Sinovac debiera querellarse contra pseudocientíficos que sin base cierta tiran cifras al voleo-, es difícil concentrarse en la elección de constituyentes. Y más allá de la de gobernadores (nadie entiende mucho para qué sirven), de alcaldes y concejales, que duran solo cuatro años, la de los constituyentes será crucial por décadas y marcará la vida de generaciones por venir.
Si la gente se asusta y no vota, la nueva Constitución será una vez más cuestionada, lo cual sería gravísimo, pues nos dejaría en el peor de los mundos. Un punto no menor a decidirse es el sistema político que se adoptará: presidencial, semipresidencial o parlamentario. Hay buenos ejemplos de donde han funcionado y donde han fallado. Y su éxito o falla no depende tanto del sistema elegido, como de la calidad de los políticos que nos representan en cualquiera de esos sistemas. Cuando no hay partidos fuertes, estables y con programas concretos, el sistema decae, se hace inestable y fracasa.
Un sistema de múltiples partidos de agendas muy divergentes, pequeños pero agresivos, llevan a coaliciones frágiles, cambiantes e inestables. Los ejemplos son numerosos, y nada mejor que el actual caso de Italia. También el Chile de hoy, donde las coaliciones potenciales tienen por objetivo solo arrebatarle el botín del poder al adversario. Así lo pudimos comprobar con el mensaje de voz del presidente del PDC ante el cambio de fecha de las elecciones, o los insultos de “la abuela” en la Cámara de Diputados.
Es una lástima que los propios partidos históricos se desprestigien a sí mismos despreciando sus logros, y el resto achacándoles nuestra presente ruina. Con la polarización existente hoy en Chile es difícil que funcione cualquier sistema que se decida.
En los sistemas modernos, el Presidente ante un impasse- puede disolver el Parlamento,
con grave riesgo para los legisladores. Y por otro lado el Parlamento, ante otro impasse, puede sacar ministros y gabinetes, riesgo enorme para el Ejecutivo.
Estos “balances y contrapesos” no funcionan cuando gobierno y oposición solo buscan pasarle el arado por encima a sus adversarios al costo que sea: populismo financiero, dejar pasar la violencia, o “negar el pan y el agua”, como proponía el PC de la época al Presidente Frei Montalva.
En general, el votante medio es más bien de centro, y hay que ayudarlo a que sea bien representado. Y eso se logra con partidos grandes, sacando a quienes no logran una representación mínima; alejando las posibilidades del “arrastre“y reduciendo el tamaño de los distritos electorales. Esto último garantiza cercanía al electorado, y si fuera uninominal, daría ventaja a las posiciones más razonables. En Reino Unido son 650 representantes para igual número de distritos electorales. Se elige al más votado, y como hay dos partidos grandes, el proceso se facilita mucho. Por supuesto que también habría que poner exigencias mínimas a las coaliciones, evitando faltas de seriedad y oportunismo que tanto mal nos hacen.
Es lamentable que ad portas de una elección tan importante, existan estos francotiradores del miedo, que en el fondo están llamando a no votar en mayo.