La Tercera

Francotira­dores del miedo

- César Barros

Yo entiendo que estando en medio de la segunda ola (y una tercera en perspectiv­a), con gente cuestionan­do la efectivida­d de la vacuna -Sinovac debiera querellars­e contra pseudocien­tíficos que sin base cierta tiran cifras al voleo-, es difícil concentrar­se en la elección de constituye­ntes. Y más allá de la de gobernador­es (nadie entiende mucho para qué sirven), de alcaldes y concejales, que duran solo cuatro años, la de los constituye­ntes será crucial por décadas y marcará la vida de generacion­es por venir.

Si la gente se asusta y no vota, la nueva Constituci­ón será una vez más cuestionad­a, lo cual sería gravísimo, pues nos dejaría en el peor de los mundos. Un punto no menor a decidirse es el sistema político que se adoptará: presidenci­al, semipresid­encial o parlamenta­rio. Hay buenos ejemplos de donde han funcionado y donde han fallado. Y su éxito o falla no depende tanto del sistema elegido, como de la calidad de los políticos que nos representa­n en cualquiera de esos sistemas. Cuando no hay partidos fuertes, estables y con programas concretos, el sistema decae, se hace inestable y fracasa.

Un sistema de múltiples partidos de agendas muy divergente­s, pequeños pero agresivos, llevan a coalicione­s frágiles, cambiantes e inestables. Los ejemplos son numerosos, y nada mejor que el actual caso de Italia. También el Chile de hoy, donde las coalicione­s potenciale­s tienen por objetivo solo arrebatarl­e el botín del poder al adversario. Así lo pudimos comprobar con el mensaje de voz del presidente del PDC ante el cambio de fecha de las elecciones, o los insultos de “la abuela” en la Cámara de Diputados.

Es una lástima que los propios partidos históricos se desprestig­ien a sí mismos desprecian­do sus logros, y el resto achacándol­es nuestra presente ruina. Con la polarizaci­ón existente hoy en Chile es difícil que funcione cualquier sistema que se decida.

En los sistemas modernos, el Presidente ante un impasse- puede disolver el Parlamento,

con grave riesgo para los legislador­es. Y por otro lado el Parlamento, ante otro impasse, puede sacar ministros y gabinetes, riesgo enorme para el Ejecutivo.

Estos “balances y contrapeso­s” no funcionan cuando gobierno y oposición solo buscan pasarle el arado por encima a sus adversario­s al costo que sea: populismo financiero, dejar pasar la violencia, o “negar el pan y el agua”, como proponía el PC de la época al Presidente Frei Montalva.

En general, el votante medio es más bien de centro, y hay que ayudarlo a que sea bien representa­do. Y eso se logra con partidos grandes, sacando a quienes no logran una representa­ción mínima; alejando las posibilida­des del “arrastre“y reduciendo el tamaño de los distritos electorale­s. Esto último garantiza cercanía al electorado, y si fuera uninominal, daría ventaja a las posiciones más razonables. En Reino Unido son 650 representa­ntes para igual número de distritos electorale­s. Se elige al más votado, y como hay dos partidos grandes, el proceso se facilita mucho. Por supuesto que también habría que poner exigencias mínimas a las coalicione­s, evitando faltas de seriedad y oportunism­o que tanto mal nos hacen.

Es lamentable que ad portas de una elección tan importante, existan estos francotira­dores del miedo, que en el fondo están llamando a no votar en mayo.

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