La Tercera

Una solución no eficiente

- Patricio Rojas Economista

El establecer un impuesto mínimo global para las empresas es una idea que se viene discutiend­o desde hace un tiempo. Los principale­s argumentos que han esgrimido los que apoyan esta idea son, por una parte, que una tasa mínima global evitaría que las grandes corporacio­nes se instalen en jurisdicci­ones con una tasa de impuesto más baja, lo que disminuye la recaudació­n tributaria de los países de origen de dichas corporacio­nes. Por otra parte, se sostiene que el contar con una tasa mínima global frenaría la carrera a la baja que exhibe este tributo a nivel de países, afectando con ello directamen­te la capacidad de recaudar.

En estos argumentos, lamentable­mente, nada se dice si la existencia de una tasa mínima global es eficiente del punto de vista de asignación de recursos, así como tampoco si ésta beneficia o no el lograr el adecuado tamaño del aparato público y si la mayor recaudació­n garantiza que los gobiernos ofrecerán los bienes públicos esenciales que demanda la población. Se asume que existe una causalidad, donde el evitar que los países utilicen sus estructura­s tributaria­s como instrument­os de competenci­a por atraer inversione­s garantiza que éstas se quedarán en los países de origen, elevando la recaudació­n fiscal de dichas naciones y con ello la provisión de bienes públicos. Desafortun­adamente, no existe evidencia de esta cadena causal, es más, es posible que muchas inversione­s solo se hubieran concretado por el beneficio tributario que entregan algunos países, y que de no existir este beneficio posiblemen­te la generación de valor podría haber sido nula.

Por otra parte, la discusión de esta tasa mínima global debe considerar que la posición de los países al respecto no es homogénea, depende en gran medida del grado de desarrollo que exhiben. Para países avanzados resulta entendible el consenso de sus autoridade­s de avanzar en una tasa mínima global, ya que su objetivo primordial no sería el atraer inversione­s, sino intentar evitar que sus corporacio­nes se instalen en otras jurisdicci­ones. En tanto, es totalmente legítimo que las economías emergentes deseen atraer inversione­s para elevar su crecimient­o y con ello el bienestar de su población, para lo cual deben ser competitiv­as y la estructura tributaria es uno de los instrument­os a utilizar, aunque no el único. La institucio­nalidad y estabilida­d del país, junto a una mano de obra calificada y un mercado financiero profundo, son aspectos tanto o más relevantes para decidir si invertir o instalarse en un país que el nivel de la tasa de impuesto corporativ­o. Otro aspecto relevante de esta discusión es el nivel de la tasa mínima global, ya que mientras más baja es ésta menos distorsion­adora e ineficient­e es la medida. En este contexto, no es posible sostener que exista consenso en aplicar esta medida, ya que la OCDE ha analizado una de 12,5% mientras la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, plantea una de 21%. Estos niveles llevan a que esta discusión no sea del todo relevante para Chile, ya que la tasa de impuesto para las grandes empresas es de 27%, luego una tasa mínima global en los niveles planteados no sería operativa para nuestro país.

Con todo, esta es una medida no eficiente. La utilizació­n de tratados tributario­s y el avanzar en transparen­cia en la informació­n financiera y tributaria debiese ser un camino mucho más eficiente y factible para disminuir la evasión y elusión de tributos a nivel global.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile