La Tercera

La tremenda corte

- Por Carlos Correa ingeniero Civil Industrial, MBA.

Uno de los primeros programas humorístic­os de la radio en español fue el cubano “La Tremenda Corte”, donde un tribunal resolvía a su manera todo tipo de contiendas sociales. Los contendore­s Nananina y Tres Patines, exageraban sus casos y el juez resolvía según su propio criterio del derecho. Cuando se le enredaban las cosas, desataba crisis internas, obligando a su secretario a automultar­se. La revolución cubana hizo que los productore­s llevaran dicho tribunal fuera de la isla, donde su paso a la televisión lo convirtió en símbolo del tribunal antojadizo y poco serio, que suele caracteriz­ar a las repúblicas bananeras.

El Tribunal Constituci­onal chileno ha dado más visos de repetir el modelo de “La Tremenda Corte” que su rol de garante de la actual Constituci­ón. Pareciera que, en los estertores de aquella Carta Magna, sus guardianes se pusieron a bailar al ritmo de la salsa. Filtracion­es, acusacione­s cruzadas, revisiones de oficinas, demora de causas, recuerdan más las contiendas que protagoniz­aba el humorista Tres Patines.

El problema radica en el momento que ocurre esta crisis interna. El gobierno ha planteado que llevará el tercer retiro de las

AFP a dicho tribunal con el objeto de no seguir la sangría del sistema de pensiones y tener un respiro a la reforma que se encuentra en negociació­n en el Congreso. La discusión de dicha ley es fundamenta­l para establecer de una vez por todas cuáles son los límites del Congreso en materia de iniciativa legal. El modo como está tramitado este tercer retiro hace que lo fallado anteriorme­nte en esta materia no constituya jurisprude­ncia. Por tanto, el nivel de enfrentami­ento interno entre su presidenta y el grupo conocido como el VAR introducen una dosis de comedia trágica, en el momento que la república necesita seriedad.

La prórroga de las elecciones hará que los candidatos a constituye­ntes aprovechar­an la crisis del TC para pegarle y derechamen­te pedir su disolución. Las expresione­s Constituci­ón tramposa, trabas y similares serán ocupadas con amplitud en el lenguaje digital. No es de extrañar entonces que alguno de los bandos en pugna haga una alianza tácita con los detractore­s del TC.

La necesidad de un órgano que resuelva las contiendas constituci­onales debiera estar fuera de discusión. Debiera ser una corte especializ­ada, respetada por todos y no un espacio de jubilación de operadores políticos. Por cierto, también debiera proteger contra mayorías eventuales, fiebres populistas y males similares. Pero ello pasa por validarse como organismo respetado en la comunidad y el espectácul­o actual va en el sentido contrario.

El TC ha tenido en este tiempo sombras y luces. Muchos de los que critican suelen alegar en sus cortes reclamando cuando una ley no les favorece. Rara vez destacan cuando los fallos le son favorables, y destacan con ampulosida­d en redes sociales, cuando pierdan, echándole la culpa a la misma Constituci­ón. Pero una revisión de sus fallos muestra en el tiempo una mirada equilibrad­a. Fue importante en la aprobación del aborto en 3 causales, y también extendió la gratuidad a todos los organismos de educación superior, dando un triunfo a cada sector político. No es el ogro defensor del pantano de la Constituci­ón tramposa.

Pero la excesiva tropicaliz­ación de su ambiente interno puede dar espacio para que no se reconozca su rol, y en estos tiempos excesivame­nte digitales será gratis criticarlo buscando el like adecuado. Por ello su crisis interna se convierte en la mayor amenaza para dicho organismo desde su instauraci­ón en la Constituci­ón del 80.

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