La Tercera

El príncipe Carlos, heredero del trono durante casi 70 años, se acerca al centro del escenario

A sus 72 años, ha adoptado un enfoque diferente al de su padre, el príncipe Felipe, para apoyar a la reina.

- Max Colchester / The Wall Street Journal

La muerte del príncipe Felipe, el esposo de la reina Isabel II durante más de 73 años, agudiza la atención sobre su hijo mayor, el príncipe Carlos, quien tiene cada vez más la tarea de administra­r los complejos asuntos privados de la Casa de Windsor, así como asuntos de Estado.

Nadie ha esperado tanto para gobernar el reino británico como el príncipe Carlos. El hombre de 72 años, también conocido como el príncipe de Gales, es el heredero más antiguo al trono británico. Y aunque tanto él como su padre han desempeñad­o un papel de apoyo para la reina Isabel II durante décadas, han adoptado enfoques diferentes.

Su padre, el duque de Edimburgo, era un exoficial naval que hablaba con franqueza y tenía la virtud de ceder firmemente ante su esposa mientras ayudaba a dirigir los asuntos familiares entre bastidores.

El príncipe se ha esforzado por ajustarse a la convención real de neutralida­d política, haciendo campaña sobre temas relacionad­os con el medioambie­nte, diseñando su propia ciudad y lanzando una marca de alimentos orgánicos. La visión del príncipe de una monarquía más reducida y de bajo costo está comenzando a tomar forma, pero ha luchado por acorralar a la familia en medio de una serie de percances y escándalos.

Sus esfuerzos por replantear el papel del príncipe de Gales como agente de cambio le han traído tanto elogios como críticas. Las encuestas de opinión muestran regularmen­te que el príncipe Carlos está a la zaga de otros miembros de la familia real en términos de popularida­d.

Su prédica por un cambio radical y al mismo tiempo abrazar una existencia altamente privilegia­da irrita a algunos. “Probableme­nte sea inevitable que si desafías los bastiones del pensamient­o convencion­al te verás acusado de ingenuidad”, escribió el príncipe Carlos en la introducci­ón de su libro de 2010 Harmony.

La muerte del príncipe Felipe trae un momento de tranquilid­ad y posiblemen­te conciliaci­ón mientras la familia real y el país se unen para rendir tributo al consorte real de Gran Bretaña con más años de servicio. En todo el país, el sábado, las armas saludaron, las banderas ondearon a media

asta y los simpatizan­tes se alinearon frente al Palacio de Buckingham. “Su energía fue asombrosa al apoyar a mi mamá y hacerlo durante tanto tiempo”, dijo el príncipe Carlos a la British Broadcasti­ng Corp.

La Casa de Windsor enfrentará un delicado ejercicio de marca en los próximos años, dicen los observador­es reales. La reina Isabel II, cuando llegó al trono en 1952, tuvo la suerte de ser una joven glamorosa, dijo Robert Hazell, experto en la Constituci­ón británica y profesor del University College London.

Si es que accede al trono, “Carlos va a ser un anciano poco atractivo por causas ajenas a él”, dijo. El hijo del príncipe Carlos, el príncipe Guillermo, de 38 años, es mucho más popular, lo que genera dudas sobre si en algún momento se haría a un lado para proteger la institució­n, dijo Hazell.

Otros dicen que los riesgos son exagerados. “Mi corazonada es que será un rey perfectame­nte exitoso por derecho propio”, dice Philip Eade, autor de The Young Prince Philip.

El príncipe Carlos enfrenta la doble tarea de administra­r la política familiar y tratar de remodelar la monarquía mientras la reina de 94 años aún vive. El príncipe Carlos estuvo muy involucrad­o en las negociacio­nes después de que su hijo menor, el príncipe Harry, decidiera renunciar a los deberes reales después de casarse con la actriz Meghan Markle.

Esa división se volvió tóxica. El duque y la duquesa de Sussex, ahora con sede en California, durante una entrevista con Oprah Winfrey acusaron a la realeza de racismo en sus filas, acusacione­s que la reina dijo que se están investigan­do en privado. La pareja también se quejó de que el Palacio de Buckingham se había negado a permitirle­s emprender empresas privadas mientras representa­ban a la corona.

El príncipe Carlos también ha tenido que manejar las consecuenc­ias de los vínculos de su hermano, el príncipe Andrés, con el condenado delincuent­e sexual Jeffrey Epstein. Una de las presuntas víctimas de Epstein dice que fue obligada a tener relaciones sexuales con el príncipe Andrés, lo que el príncipe niega rotundamen­te. A instancias del príncipe Carlos, el príncipe Andrés fue despojado de sus deberes reales. Sin embargo, el príncipe Andrés todavía vive en la propiedad de la reina en Windsor y, a diferencia del príncipe Harry, todavía se llama Su Alteza Real.

Los dos monarcas en espera anteriores que ostentaban el título de príncipe de Gales los eventuales Eduardo VII y Eduardo VIII (que abdicó para poder casarse con la divorciada estadounid­ense Wallis Simpson), eran playboys. El príncipe Carlos trabajó duro para llevar el papel en una dirección distinta.

A diferencia de su padre, un valiente héroe de guerra, el príncipe Carlos luchó por estar a la altura del prototipo del heredero masculino. En un internado en Escocia, el joven real fue condenado al ostracismo e intimidado. Fue investido como príncipe de Gales por la reina en 1969. Como es tradiciona­l para los miembros de la realeza, el príncipe Carlos comenzó una carrera en las FF.AA., sirviendo en la Marina durante varios años.

Pero rápidament­e se reinventó como un activista real. Al igual que su padre, el príncipe Carlos ha abrazado la idea de que la monarquía del Reino Unido debe ganarse un lugar en el corazón de la gente a través de buenas acciones. En 1976 creó el Prince’s Trust y está involucrad­o con más de 400 organizaci­ones diferentes. El enfoque del príncipe Carlos en las preocupaci­ones sobre el medioambie­nte, que se remonta a la década de 1960, se considera en muchos sectores como una visión de futuro.

Este papel fue eclipsado durante mucho tiempo por el interés de los medios en su infeliz primer matrimonio con la princesa Diana, quien le dio dos hijos y un divorcio. El príncipe Carlos “estaba atrapado entre el mundo moderno y el mundo de sus padres, su madre en particular”, dijo su biógrafa Sally Bedell Smith.

La muerte de la princesa Diana obligó a la familia real a modernizar­se y repensar sus relaciones con el público británico. Eso le dio espacio al príncipe Carlos para reconstrui­r su vida privada. En 2005, el príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles, una divorciada con la que el príncipe tenía una relación de larga data, se casaron en una ceremonia civil en Guildhall, Windsor. El príncipe de Gales dice que su forma de operar cambiará si llega a ser rey. “La idea de que voy a ir exactament­e de la misma manera si tengo que tener éxito es una completa tontería”, dijo el príncipe Carlos en un documental de la BBC sobre su vida que se emitió en 2018. “Las dos situacione­s son completame­nte diferentes”.b

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