La Tercera

“Comparado con medicament­os habituales, las vacunas tienen muchos menos efectos adversos”

- Mónica Garrido

A fines de marzo, luego de que el Presidente Piñera anunciara un acuerdo para adquirir 1,8 millones de dosis de CanSino, su nombre destacó al momento de referirse a los ensayos clínicos. El médico, con maestría en Epidemiolo­gía, lidera el ensayo de la vacuna chino-canadiense desde la capital regional de La Araucanía. En conversaci­ón con La Tercera relata en detalle el proceso de testeo, los resultados preliminar­es y responde a los detractore­s de la inoculació­n: “Creo que es un temor irracional”.

Pfizer y Sinovac son las vacunas que se han administra­do masivament­e en Chile desde que comenzó el proceso de inoculació­n contra el Covid-19 en diciembre de 2020.

A fines de enero -además- fue aprobada la vacuna británica AstraZenec­a y, el pasado 7 de abril, el Instituto de Salud Pública (ISP) dio luz verde al trabajo chino-canadiense CanSino, tras meses de ensayos clínicos realizados en simultáneo en China, México, Argentina y Chile. El Presidente Sebastián Piñera anunció un acuerdo con este último laboratori­o para la obtención de 1,8 millones de dosis, que comenzaría­n a llegar al país entre entre mayo y junio.

La vacuna de CanSino -denominada Convidicea (Ad5-nCoV)- requiere una sola dosis.

En nuestro país, la sede para las pruebas de la vacuna chino-canadiense fue el Hospital Regional Hernán Henríquez Aravena, en Temuco, donde el estudio se realizó bajo la coordinaci­ón del doctor Fernando Lanas con las universida­des de La Frontera, Austral y San Sebastián.

“Creo que he vivido la pandemia como todo el mundo: con pena y frustració­n por no poder hacer más. Con enojo, porque hay gente que no colabora, sin cuidarse, y hacen que se enfermen y mueran otras personas. Desgraciad­amente, quienes más sufren no son los que no se cuidan, sino otras personas”, dice el médico de 70 años en conversaci­ón con La Tercera.

Especialis­ta en Medicina Interna y Cardiologí­a, con maestría en Epidemiolo­gía Clínica, Lanas recuerda que el proceso comenzó cuando la Comisión Nacional de Vacunas solicitó a miembros de la Universida­d de la Frontera que tomaran el liderazgo del estudio.

Desde allí, el camino fue seguir el conducto regular: contactar a los investigad­ores, iniciar el proceso regulatori­o y armar un equipo de trabajo, el que consistió en dos médicos, cinco enfermeras, cuatro TENS y una secretaria.

“Una vez que armamos el equipo y tuvimos autorizaci­ón del Comité de Ética y del hospi

tal para hacer este estudio, lo promociona­mos a través de las redes de los funcionari­os de salud de los hospitales y municipios, a través de los diferentes estamentos de la universida­d, y a la comunidad en Temuco, por medio de la radio y los diarios”, detalló Lanas.

“La gente comenzó a inscribirs­e en nuestro portal de la universida­d dedicado a la vacuna. Nos llegaron de Santiago las cajas con las vacunas y los placebos, y al día siguiente que llegaron comenzamos a inocular personas, primero un número pequeño -una o dos personas al día la primera semana-, después un número muy importante, llegamos a vacunar a 750 personas en dos meses”, continuó el médico.

Para mediados de enero, el ensayo clínico de CanSino ya estaba en marcha. Un proceso exhaustivo que implica mucho más que suministra­r una muestra.

El equipo tras el ensayo debe explicar al paciente en qué consiste el estudio y sus riesgos, obtener un consentimi­ento firmado, realizar un historial médico detallado del participan­te y, previo a la inoculació­n, realizar mediciones como pulso, presión, peso, talla, etc. Tras recibir la dosis, se debe tomar una muestra de sangre y esperar media hora de reposo en caso de presentar efectos adversos.

“Habíamos planificad­o juntar unas 1.400 personas en Temuco, pero la inclusión de participan­tes a nivel mundial se cerró cuando ya habían pasado los 40 mil, así que llegamos hasta ahí”, detalla Lana.

¿Cuáles fueron los resultados preliminar­es de esta vacuna?

No hay estudios, ni inoculació­n masiva poblaciona­l, por lo que contamos solamente con la efectivida­d del ensayo clínico. Es un estudio doble ciego. Cuando alguien nos llama y tiene síntomas, no sabemos si recibió la vacuna o el placebo. Por lo que los datos que tenemos responden

al análisis interino con los primeros 100 casos. Este reportó una eficacia general de 65% en cuanto a prevención de contagios, y de un 90% para casos severos de Covid. Por estos días, precisamen­te, se inicia el análisis final con los primeros 150 casos, pero eso va a demorar un par de semanas, hasta que recibamos la informació­n del fabricante.

¿El equipo de profesiona­les que comenzó el estudio sigue siendo el mismo?

Pasa que hay una etapa que es muy intensiva, que fue cuando la gente recibió la vacuna o el placebo. Esa etapa se terminó en febrero. Por lo tanto, a partir de marzo, el equipo que está trabajando es más reducido: un médico, tres enfermeras, dos TENS. Hay mucho trabajo administra­tivo. Todas las semanas tenemos que contactarn­os con los voluntario­s, todo eso se documenta y se guardan las respectiva­s fichas. Son 750 personas las que hay que contactar al mes -es decir, casi 200 semanales-, y quien tenga un síntoma sospechoso, hay que ir a hacerle un PCR al domicilio, ver si es positivo o negativo, y hacer seguimient­o a quienes resulten positivos.

“Ojalá Chile desarrolla­ra vacunas para no depender de otros países”

Por estos días hubo un debate sobre la eficacia de la vacuna Sinovac. ¿Cómo ve las dudas en torno a las vacunas en general y la reticencia por parte de algunos?

Creo que hay un temor esencialme­nte irracional. Las vacunas han sido eficaces en el control de la salud pública. Hay que pensar que si no tuviéramos las vacunas para los niños, esto que estamos viviendo (la pandemia) sería la realidad habitual, un mundo más enfermo, más pobre y con expectativ­as de vida menores. Con viruela, polio... hay algunos efectos menores, que son bien tolerados y pasan en un par de

días, y eso es todo. La vacuna AstraZenec­a, por ejemplo, tiene reportes que parecen creíbles en torno a posibles trombosis, pero la probabilid­ad es un 0,006%, mientras que la probabilid­ad de enfermarse y morir de Covid es mucho más alta. Cuando usted va a la farmacia y compra un medicament­o, todos tienen un porcentaje de eventos adversos menores y mayores. Si coloco un antibiótic­o hay una probabilid­ad pequeña, pero real, de un shock anafilácti­co. Entonces, comparado con los medicament­os habituales, las vacunas tienen muchos menos efectos adversos.

¿Cómo ve las medidas a nivel nacional en relación al avance de la pandemia?

Creo que el gobierno está haciendo un esfuerzo para controlar este brote que ha sido muy severo, más que en la denominada primera ola. Creo que la población está cansada, se ha relajado y ha perdido el miedo. Y también hay personas que no tienen recursos y tienen que salir a buscarlos día a día. Así que hay una mezcla de necesidad y responsabi­lidad. Imagino que es casi inevitable después de un año mantener la entereza, porque esta decae.

¿Qué lecciones ve para el futuro?

Creo que en este mundo tan interconec­tado, esto era algo esperable. Había muchas personas que señalaron esto. De hecho, hubo mucho temor con el ébola y otras infeccione­s que al final lograron confinar en un espacio estrecho. Creo que los países deben estar preparados para que se repita esto, con variantes de este y otros virus. Se debe invertir en un sistema de vigilancia apropiado, porque el impacto económico es enorme. Ojalá Chile desarrolle la capacidad de crear vacunas, de modo de no depender de que los otros países nos manden o no nos manden vacunas. En esto, por un lado, el gobierno fue bien productivo, y por otro lado, que hayamos hecho varios ensayos clínicos hace que la relación con el fabricante sea mucho más fluida. Pero en el futuro, sería bueno tener la capacidad de hacerlas en Chile, aunque en el corto plazo sea mal negocio.b

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