La Tercera

Karen Cobos, jefa de gestión de Fundación Las Rosas: “Es determinan­te el impacto de la vacuna; ya vemos una disminució­n en la cantidad y gravedad de los cuadros”

- Belén del Castillo

El 90% de los 1.900 adultos mayores que viven en Fundación Las Rosas ya cuenta con dos dosis de CoronaVac. Desde la organizaci­ón explican que los efectos de la inmunizaci­ón ya se hacen notar. “Los residentes que se han contagiado han tenido cuadros leves: decaimient­o, falta de apetito, algunos con deshidrata­ción, y un poco de tos seca. Pero no ha habido mayores complicaci­ones”, detalla la encargada de gestión.

Consideran­do los 28 hogares dispuestos en el país, Fundación Las Rosas tiene bajo su cuidado a casi 1.900 adultos mayores, cuya edad promedio es de 82 años. La gran mayoría depende de los cuidados de otras personas (96%) o es completame­nte no valente (60%), a la vez que el 73% ha perdido ciertas capacidade­s cognitivas. Y este último año la tarea no ha sido nada fácil, dice Karen Cobos, jefa de gestión del Cuidado de la entidad, aludiendo particular­mente el inicio de la pandemia, cuando los establecim­ientos de larga estadía se transforma­ron en uno de los sectores más golpeados por el Covid-19.

Cobos detalla que a causa del coronaviru­s, en 2020 murieron 210 ancianos que residían al alero de la entidad. Este año han fallecido seis, cuatro de ellos antes de recibir la vacuna. “Es muy determinan­te el impacto de la vacunación en los residentes; de hecho, ya logramos visualizar una disminució­n en la cantidad y gravedad de los cuadros”, explica la encargada del organismo, quien detalla que el 90% de los adultos mayores ya ha recibido dos dosis de CoronaVac. El resto, por diversos motivos de salud, no ha podido ser inoculado.

El año pasado la fundación tuvo 905 casos en sus dependenci­as, y en lo que va del año han presentado 51 contagios. De estos, 14 siguen activos en dos hogares. Pero “de los 14 casos activos actuales, el 80% ha presentado cuadros leves de la enfermedad”, aclara Cobos, quien agrega que el 70% de los 2.285 funcionari­os de Fundación Las Rosas se encuentra inmunizado. El resto, principalm­ente cuidadoras y personal del aseo -según cuenta- son reticentes a la vacuna.

En esta segunda ola se han registrado menos fallecimie­ntos por Covid-19 entre los residentes. ¿A qué lo atribuye?

A muchas razones, pero si hay que elegir una, es muy determinan­te el impacto de la vacunación. Además, en el 2020 nuestros hogares adquiriero­n un modelo de prevención que también nos ha permitido la disminució­n de casos. Durante este año hemos tenido sólo 51 casos positivos. Es importante también la identifica­ción oportuna de casos en los hogares y la trazabilid­ad, estrategia coordinada con la Red de Salud y Senama (Servicio Nacional del Adulto Mayor), que nos permite aislar a tiempo y evitar contagios masivos. Así, trabajamos con la BAC (Búsqueda Activa de Casos) para poder identifica­rlos.

¿Resulta efectiva la vacuna para reducir los casos en los recintos?

Sí, ha disminuido muy importante­mente la cantidad de casos activos, y los pocos que hoy tenemos ha sido con un cuadro clínico leve, suponemos que esto se debe a la efectivida­d de la vacuna. Las segundas dosis las pusimos la primera quincena de marzo, así que a fines de ese mes alcanzamos la inmunidad.

¿Qué tipo de cuadros presentan los residentes vacunados que se contagian?

Nuestros residentes que se han contagiado no han evoluciona­do con cuadros graves por Covid-19. Siempre se supo que en adultos mayores, sobre 60 años y con comorbilid­ades, la infección era devastador­a y que a la segunda semana comienzan las descompens­aciones severas y las derivacion­es a los Servicios de Urgencias. Eso no los hemos vivido en esta segunda ola; de hecho, los residentes que se han contagiado han tenido cuadros leves: decaimient­o, falta de apetito, algunos con deshidrata­ción, y un poco de tos seca. Pero no ha habido mayores complicaci­ones, como requerimie­nto de oxígeno. Eso, el año pasado, nos golpeó, teníamos descompens­aciones de varios residentes a la vez y teníamos que aplicar medidas de rescate rápidament­e.

¿Cuántos residentes están inmunizado­s y cuántos no?

El 90% de los residentes está vacunado con

las dos dosis. Ese 10% que falta son residentes que están en cuidados paliativos o en el fin de su vida, y que por indicación médica quedaron sin vacunación por estar próximos a fallecer. También los residentes que estaban con procesos agudos o que estaban hospitaliz­ados y los residentes que por propia voluntad, la de sus apoderados, rechazaron la vacuna. Pero esos son casos menores.

¿Cuántos residentes se están recuperand­o de las secuelas del coronaviru­s y en qué condicione­s se encuentran?

Gran parte de los residentes que tuvieron Covid 19 están en proceso de rehabilita­ción para recuperar, en parte, su estado basal previo al Covid. Lo que más destaca son las secuelas respirator­ias restrictiv­as, es decir disminució­n de su capacidad pulmonar.

¿Puede el coronaviru­s agravar otras enfermedad­es de base, como la demencia o el alzhéimer?

No ha habido hasta el momento. Hay que recordar que sabemos muy poco de la evolución posterior del coronaviru­s sobre todas las enfermedad­es crónicas de base. Lo que sí hemos visto es que, más que la propia enfermedad, los cambios en las rutinas, los encierros, la sectorizac­ión dentro de los hogares, no tener visitas, limitación de espacios por riesgo de contagio, ha generado que en los residentes con demencias haya más descompens­aciones en el aspecto conductual. Pero eso siempre pasa: si tú le cambias la rutina a una persona mayor, siempre va a generar un desajuste conductual. Esto implica alteración en el estado de ánimo, agresiones, agitacione­s nocturnas, todo el espectro de alteracion­es emocionale­s y psicológic­as que puede tener una persona.

En comparació­n con el peak de la primera ola, ¿cuántos residentes se encuentran en aislamient­o dentro de los hogares?

Hubo brotes masivos al principio de la pandemia, donde el 80% de un hogar estaba contagiado. Como habían muchos asintomáti­cos dando vueltas, no era posible pesquisarl­os. En abril del año pasado partimos con los casos en los hogares y teníamos alrededor de unos 30 o 40 residentes en los “sectores rojos”. Ahora, tenemos 14 activos y aproximada­mente 6 continúan en el “sector rojo”, ya que no han sido dados de alta de su cuarentena.

Sobre los 51 casos positivos totales de este año, ¿a qué fecha correspond­en?

La mayoría de esos casos son de los meses de enero y febrero, y ahora en abril hemos tenido un poquito más -14 casos-, tenemos brotes en dos hogares. Uno ocurrió en un hogar de La Serena, por una tens que se contagió por un familiar y contagió a compañeros de trabajo. El otro brote fue en un hogar en Santiago, en la comuna de El Bosque, pero fueron poquitos, no alcanzó a ser un brote (...) Son los funcionari­os los que entran y salen de los hogares (...) y que son portadores asintomáti­cos, entonces no saben que tienen el virus.

¿Qué medidas se han implementa­do para evitar que funcionari­os entren contagiado­s?

Tenemos varias medidas, como el control sanitario que se hace al ingreso de los hogares. Ahí se pide la declaració­n jurada para el ingreso al Eleam (Establecim­iento de Larga Estadía de Adultos Mayores) a cada funcionari­o, encuesta de síntomas de Covid-19 o de contacto con personas contagiada­s, registro en el libro de ingreso con su firma y verificaci­ón de que trae su uniforme limpio para trabajar (...) Si personas asintomáti­cas que están enfermas van al hogar, hacemos este filtro y la mandamos de vuelta a su domicilio o directamen­te a un centro de salud para que la evalúen. También hemos potenciado el uso de elementos de protección personal.

¿Cómo han suplido la suspensión de las visitas de familiares?

No se pueden recibir visitas porque seguimos en cuarentena en la mayoría de las comunas donde están los hogares. Solo pueden entrar los familiares de pacientes que están con cuidados paliativos y que están próximos a morir para que se puedan despedir. Por eso, hemos estado usando mucho los medios digitales, como las videollama­das, para generar talleres o contactos con sus familiares. Eso es algo que los residentes han ido asumiendo y entendiend­o.

¿Cómo ha cambiado la rutina la llegada del Covid-19 en estos recintos?

Lo que se trata de hacer es que los residentes tengan rutinas lo más similares posible a las que tenían previo a la pandemia. Por ejemplo, comer en los comedores, pero aplicando protocolos sanitarios, respetando cierta distancia, definiendo cierta cantidad de personas por mesa, con turnos diferencia­dos de almuerzo. También se hacen actividade­s de rehabilita­ción con los kinesiólog­os y las terapeutas, pero de manera individual o con un número muy limitado de residentes. Hay adultos mayores que, en la medida que ellos puedan y que entiendan, hacen uso de mascarilla­s. Continuame­nte estamos supervisan­do su circulació­n por los hogares, se han hecho modificaci­ones estructura­les para separar los sectores con mamparas y así evitar el tránsito de los residentes de un sector a otro.

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