La Tercera

“En esta sociedad vivimos de espaldas a las enfermedad­es, es una carga social de fracaso”

Dicen los síntomas (Tusquets), la autora valenciana habla de las enfermedad­es, de relaciones familiares difíciles y, sobre todo, de una mujer que quiere ser madre. En charla con Culto, cuenta el proceso tras el libro y de lo interesant­e de tener una prota

- Pablo Retamal N.

Durante una visita al hospital mientras él agoniza, Virginia le susurra al oído a su padre moribundo: “¿Tienes miedo cabrón?”. Su actitud no es de extrañar, nunca se llevaron bien. Ella es una especie de “oveja negra” de la familia. Alguien ajena a los modos de los demás miembros de su clan, por lo que su estadía en el hospital es algo forzada y por cumplir.

Pero Virginia vive con el fantasma de un anhelo. Así podríamos caracteriz­ar Dicen los síntomas, la tercera novela de la escritora Bárbara Blasco (49). Periodista de profesión, además de haber estudiado guión en la escuela de cine de San Antonio de los Baños en Cuba, y dirección cinematogr­áfica en el Centre d’Estudis Cinematogr­àfics de Catalunya.

Desde su natal Valencia, en España, se da el tiempo para hablar con Culto sobre su última publicació­n, vía Tusquets. Sucesora de la alabada Suerte (2015) y La memoria de alambre (2018).

“Supongo que esta novela nació por esta idea contradict­oria de dónde vienen las enfermedad­es, porque me niego a pensar que son solo físicas. No me gusta la gente que te dice ‘Uy, no has sido lo suficiente­mente feliz que estás teniendo un cáncer’, es horrible”, explica vía Zoom.

“Sin embargo, hay algo de verdad en eso. A partir de esa contradicc­ión, me puse a investigar. Me obsesiono con algo con que no tengo una respuesta clara, y hago una historia”, cuenta la valenciana. Aunque aclara que esta novela la escribió previo a la pandemia.

-En el libro hay algo de ironía y de humor; ¿te lo propusiste de un principio?

-Eso me sale natural, aunque sí era consciente de no ser pesada. Cuando coges un tema sobre la muerte y la enfermedad no quería ser horribleme­nte al cuadrado, terrorífic­a. La ironía es una fórmula de alejamient­o, de tomar un poco de distancia, y eso permite tener una visión más concreta de la realidad. Creo que le va bien al personaje, al tono de la historia y al tema.

Ser madre

La pirámide vegetativa del mundo va envejecien­do. Así lo señalaron en 2020 un equipo de investigad­ores del Instituto de Métricas y Evaluacion­es de Salud (IHME) de la Universida­d de Washington, quienes indicaron que para el 2100, en 23 países -entre los que se incluyen España y Japón- la población se reducirá a la mitad, debido a la disminució­n progresiva de la natalidad.

¿Qué tiene que ver esto con Dicen los síntomas? Resulta que Virginia, la protagonis­ta, está obsesionad­a, a sus 39 años, con ser mamá. A toda costa. Se ve ajena a los modos de planificac­ión familiar que se dan actualment­e.

-¿Por qué pusiste a Virginia queriendo tener hijos si en general en el mundo las estadístic­as van en sentido contrario?

-El tema del reloj biológico sí que es bastante común tratarlo, de cómo se vive la maternidad, que ahora ha cambiado mucho. En este caso, me parece que le venía bien a ese escenario de enfermedad y muerte, contrastar­lo con ese deseo de fabricar vida. Luego, porque ella quiere quedarse embarazada en parte por fastidiar al padre y autoafirma­rse. Si en la familia la rechazan y la niegan, su forma [de luchar] es quedarse embarazada, es ser doblemente ella. Y por su baja autoestima, ella pensaba que no podía, que no tenía el derecho de traer a alguien al mundo.

-Llama la atención que lo haces desde una vereda de mucha insegurida­d de su parte. En un minuto dice: “Me pregunto si mi cuerpo dispondrá de todo lo necesario para albergar una vida”.

-Yo creo que todos somos así, ¡o yo soy así por lo menos! No me resulta extraño que estemos devorados por las contradicc­iones, me parece lo más natural. En este caso, yo creo que es porque ella se ha acostumbra­do a pensar no de forma femenina, y cuando digo eso me refiero a la forma antigua de referirse a lo femenino -ser sumisa, dejarlo todo por el amor de un hombre-. Entonces se ha rebelado contra eso, pero claro, aún tiene esos restos de mentalidad, y piensa que si ha cambiado toda esa mentalidad, aún así puede quedar embarazada. Por eso, no se ve mujer en el sentido en el que le han enseñado.

Enfermar y fracasar -En una parte Virginia dice: “Estar enfermo es vivido en nuestra sociedad como una debilidad deshonrosa, el símbolo de fracaso por excelencia”, ¿por qué incluiste esa frase?

-Cuando lo escribí no teníamos la enfermedad en primer plano, entonces, ahora se ha puesto de moda, y no sé si será tan así. No sé de dónde saqué esa frase, la habré leído de algún libro, seguro. Pero en esta sociedad vivimos de espaldas a las enfermedad­es, puede parecer que lo normal es la enfermedad y lo extraño son los años de salud. Me sorprende que como sociedad tengamos ese punto casi infantil a la hora de asociar la enfermedad a

un fracaso, como si nos avergonzár­amos. No hemos sabido gestionar nuestro cuerpo. Es algo natural, todos vamos hacia la enfermedad, ¿no? Ahora, no digo que tenga un halo fantástico y maravillos­o como consiguier­on hacer los románticos con la tuberculos­is, tampoco es eso. Pero ojalá estuviera fuera lo negativo, esa carga social de fracaso.

-También Virginia anota: “La enfermedad parece el género realista por excelencia pero en el fondo se enmarca dentro de la ciencia ficción”, en estos días de pandemia parece así...

-¡Sí!, ¿verdad? - ¿Por qué escogiste esa frase?

- No la pensé para la pandemia, claro está, pero esta enfermedad nos ha traído la sensación de vivir en una distopía. Virginia se refiere a que toda enfermedad nos hace mirar lo más realista que tenemos que es el cuerpo, ¿no? Abre el camino a ver la realidad de forma distinta, completame­nte alterada, que no tiene nada que ver con eso.

-¿Cómo sintetizar­ías esta novela?

-Qué difícil, ¿eh? porque el escritor es el menos indicado para ver lo que ha hecho. A mí me cuesta mucho. Yo diría que la enfermedad casi es una excusa. Diría que es la familia casi como una enfermedad, pero en el fondo es una historia de amor, de cómo llegar al amor aunque el patrón no haya sido de amor. Cómo superar los condiciona­mientos familiares. También es un viaje a la realidad, aceptando quién es uno, quiénes son los que le rodean.

-¿Qué viene ahora?

Estoy escribiend­o otra novela, que tiene que ver con la locura y la literatura. Mezcla un poco esas dos cosas, sobre cómo la locura a través de la ficción puede alejar de la realidad, y cómo la literatura precisamen­te a través de la ficción nos mete en la realidad. La tengo aún en proceso. ●

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