La Tercera

El envilecimi­ento de la política

- Sergio Muñoz Riveros Analista político

“¿Es cierto que Ud. es el creador del ‘personaje’ Pamela Jiles?”, le preguntó el 14 de abril La Segunda a Pablo Maltés, marido de la diputada; y él respondió: “Totalmente cierto. Soy el genio que creó una leyenda. Es un delirio de mi mente afiebrada, inspirado en Lady Godiva y Janequeo, la comandante en jefe de los ejércitos mapuche”. Afirmó además que estar en las sombras es muy eficaz en la política, y que “la TV y el Congreso son distintos escenarios de un mismo espectácul­o”. El 11 de abril le dijo a El Mercurio que nunca ha discrepado de los pronunciam­ientos de Jiles, “porque el que está detrás de eso soy yo mismo”.

No habíamos escuchado hasta ahora una adhesión tan descarada a las técnicas de manipulaci­ón y uso de disfraces en la política. Es la exaltación de la farsa como método de proselitis­mo, con desprecio por toda noción de decencia. Maltés dice que en sus años de militante rodriguist­a asumió “todas las formas de lucha en términos exactos”, y que eso se expresa hoy en “el espacio de lo mediático”. Es candidato a gobernador por la RM, pero su objetivo es conseguir una diputación, tal como Jiles quiere ser senadora. La única ideología es el pragmatism­o en los negocios familiares.

La desinhibic­ión demagógica de Jiles no tiene parangón en la historia del Congreso. Tampoco su altanera vulgaridad de señora adinerada, su capacidad de insultar a quienes se le cruzan en el camino y, sobre todo, su afán de mostrarse como heroína revolucion­aria, protectora de los pobres. Llegó a la Cámara cuando ya estaba abonado el terreno para la estridenci­a populacher­a, pero llevó ese estilo mucho más lejos, y con éxito como está visto. La bandera del retiro de los fondos de pensiones le ha permitido posar de generosa… con los fondos de los cotizantes. A ese carro se han subido oportunist­as de todos los colores, que se sacan fotos con Jiles como si fueran protagonis­tas de una epopeya. Para ellos, todo ha sido fácil y gratis. ¿Qué causa los mueve? Cuidar sus pequeños negocios: ser reelegidos en la Cámara o saltar al Senado.

La democracia está siendo socavada desde el Congreso por quienes carecen de escrúpulos respecto de los métodos para incrementa­r su poder. Son vendedores de ilusiones a los que no les importan las consecuenc­ias de la faena de demolición de los procedimie­ntos constituci­onales. Adoran los cargos parlamenta­rios, muy bien pagados, pero no se dan cuenta de que están haciéndole un forado a la institucio­nalidad que sostiene esos cargos. Ciegos a todo lo que no sea su propio interés, encarnan la inconcienc­ia extrema al fomentar el fin de la división de poderes del Estado y empujar al Congreso a romper los límites legales. Creen que el edificio aguanta cualquier cosa.

La prédica y la práctica populistas han degradado la política tanto a izquierda como a derecha. Y se está acabando el tiempo para que reaccionen todos los que no quieren que Chile se hunda.

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