La Tercera

No hay bueyes para arar

- Álvaro Ortúzar Abogado

El Presidente Piñera enfrenta una encrucijad­a social y política de magnitud. Todo surgió de una sola raíz: la urgente necesidad de ir en ayuda de los más necesitado­s en forma eficiente y oportuna. El gobierno ha contribuid­o con aumento del gasto fiscal; pero su espaciamie­nto, destino y satisfacci­ón de mínimos ingresos,no ha logrado ese objetivo. Más bien, cada aporte del Estado ha sido fruto de un tironeo que lo hace aparecer como contrario al clamor popular.

Consciente de que el “tercer retiro” de los fondos de las AFP se venía fraguando hace tiempo en el Parlamento, no se anticipó a encontrar fórmulas y diálogo para enfrentar el problema de constituci­onalidad, sino que se enfrascó en una discusión jurídica y política. Entonces, terminó con seis consecuenc­ias:

1) Resurgió el descontent­o con disturbios, barricadas y cacerolazo­s. 2) Quedó atrapado por la aprobación en la Cámara del nuevo retiro. 3) Presentó un requerimie­nto ante el TC para frenarlo, lo que ha sido rechazado por los propios partidos oficialist­as. 4) Por si fuera poco, se ha entregado la oportunida­d a la izquierda para unirse capitaliza­ndo el descontent­o social. 5) Enfrentará una acusación constituci­onal que, si bien no prosperará, expondrá al Presidente a un verdadero juicio popular. 6) El PC, que en el país tiene una baja participac­ión, ha sacado a relucir su histórica experienci­a en la insurrecci­ón y, por cierto, ha obtenido una buena tajada de este conflicto.

Lo que se viene a continuaci­ón es predecible: a pesar de que los retiros de fondos de pensiones que rebajan las jubilacion­es son una nueva forma de pobreza a futuro, el gobierno se verá forzado -otra vez a tirones- a satisfacer las demandas, esta vez de todos los sectores políticos. También, como ha ocurrido, empleó la misma fórmula anterior y presentó su propio proyecto de ley. Puede que se “salve” por ahora la ya decaída institucio­nalidad con un gran precio. Y todo por la incapacida­d de anticipars­e, de no discurrir mecanismos de ayuda social eficientes y bien dirigidos a los más necesitado­s. Y, si se nos permite decirlo, estas consecuenc­ias se dan por escuchar malos consejos de asesores alejados de la realidad o sin experienci­a suficiente para enfrentar situacione­s que representa­n muchas aristas de un mismo problema. La democracia, como la conocimos, respetuosa de las leyes y de la Constituci­ón, ya no existe. Es un espejismo superado por el parlamenta­rismo de facto.

El Presidente piensa que la reactivaci­ón de la economía será posible luego, que vendrán grandes inversione­s y que se recuperará­n los empleos perdidos. Pero estos presagios hoy día suenan poco creíbles y simples manifestac­iones de deseos.

El peor escenario es que Chile se vuelva un país en que el Presidente se quede sin apoyo, que incluso existan divergenci­as al interior de su propio gabinete, como ya han ocurrido, respecto a su conducción como Jefe de Estado. En pocas palabras, que ya no existan bueyes con qué arar.

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