La Tercera

“Toqué fondo varias veces”: los sicólogos examinan la caída y resurrecci­ón de Nicolás Jarry

- Christian González

El 14 de enero de 2020, el tenista fue sancionado por dopaje. Su carrera se vino abajo y su futuro se vio claramente amenazado. Por eso, tras ganar el Challenger de Salinas, en Ecuador, no pudo evitar la alusión a su peor momento. Expertos en sicología deportiva analizan su renacimien­to.

Nicolás Jarry gana el Challenger de Salinas y se emociona. En otra circunstan­cia, el logro no habría significad­o tanto para un jugador que se ha coronado en torneos más grandes del circuito de la ATP y que ha estado entre los 40 mejores tenistas del mundo, pero para el chileno la situación es especial: es la primera corona que alcanza desde que, a mediados de enero del año pasado, fuera sancionado por dopaje, el golpe más duro de su carrera. “Quiero agradecer a mi mujer. Llevamos tres años, pero estos últimos dos han sido demasiado difíciles. Me ha ayudado a salir adelante con todo lo que me ha pasado. Fueron meses realmente duros, donde toqué fondo varias veces, pero pudimos salir”, declaró al reencontra­rse con la gloria. “Han sido años muy duros. He tenido que trabajar harto, tengo la suerte de tener una muy buena familia, un equipo nuevo este año me ha ayudado Es muy rico sentir que el trabajo paga”, añadió.

Las palabras del nieto de Jaime Fillol no pasan inadvertid­as. Menos para quienes, de una u otra forma, han seguido su carrera con una mirada analítica. “Y todo además con pandemia”, refuerza, a modo de ejemplo, el sicólogo deportivo Enrique Aguayo, para añadirle un elemento más a las dificultad­es que tuvo que vencer quien fuera 38º del mundo en julio de 2019, su mejor ubicación en el escalafón mundial. “Yo creo 100 por ciento que nunca tuvo la intención de doparse. Siendo así, lo coloca en una situación muy compleja. Hay una sensación de injusticia. Estaba haciendo una carrera muy bonita. Hubo incertidum­bre por la sanción. Para un deportista es una sanción muy dura. Cae el tema de enfrentar a la sociedad, aún con la fortaleza de saber que no hizo nada. La gente puede hacerlo sentir culpable, lo puede juzgar. En los deportes individual­es hay muchas rivalidade­s. A él se le trató bien, por su imagen, por su familia, pero nunca es al 100 por ciento. Entonces, pudo sentirse discrimina­do. Es súper fuerte”, sostiene el profesiona­l.

¿A qué alude Jarry cuando habla de tocar fondo varias veces? Aguayo responde: “A cualquier persona le puede potenciar la aparición de angustia, depresión. No lo conozco, pero sí sé que el ser humano reacciona así y con la impotencia de no poder manejar la situación de fondo. Una forma es centrarse en lo que depende de uno. En su caso, prepararse de la mejor forma para cuando volviera. Es el mismo fenómeno que les pasa a varios deportista­s, que no saben que van a competir, por la pandemia. El alimento del deportista es la competenci­a. Ni siquiera pueden practicar en sus espacios. Es lógico el planteamie­nto que hace. Se sintió mal varias veces, se hundió, salió y volvía a hundirse. Un vaivén. Es bueno que lo diga, porque ayuda a los demás a tomar conciencia y a él a sacárselo un poco. Y logra más empatía”.

“No es lo habitual”

Felipe Fuenzalida, coordinado­r del área sicológica del COCH, establece que enfrentar un castigo por dopaje es una de las situacione­s más duras que puede enfrentar un deportista. “Ellos están preparados para un grupo de situacione­s que pueden ocurrir, como una lesión, una baja de rendimient­o propia de la inestabili­dad, pero una suspensión no es lo habitual. Es bien disruptivo, porque es una problemáti­ca no esperada”, explica. En ese contexto, sostiene que el manejo de las expectativ­as juega un rol fundamenta­l. “Hay que jugar con ellas. No puede pensar que va a volver a retomar rápidament­e el nivel anterior. Me imagino que la reinserció­n tuvo cierta gradualida­d. El tenis es deporte muy mental. Probableme­nte, en un comienzo no se sentía cómodo. Se emmucho.

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En ese contexto, ganar se transforma en un verbo clave. Incluso conjugado en escenarios de menor cuantía que los que ya había conquistad­o antes. “Es cierto que el Challenger de Salinas es un torneo menor. Él ya estaba ganando torneos 250., pero se trata del simbolismo que representa que empiece a ganar. a volver a sentirse cómodo en la cancha, a moverse bien, a tomar buenas decisiones, a ejecutar y resolver de buena forma en puntos críticos, a sentirse superior, a tener la sensación de control. Eso se dio y puede ser un punto de inflexión”, agrega.

Una transición controlada

Lo que sí aconseja Fuenzalida es no perder la perspectiv­a del proceso que está viviendo Jarry. “No se puede hablar de un ciclo cerrado, porque es un torneo. El tenis es regularida­d. Es un primer paso, nada más. Para hablar de un ciclo cerrado se requiere consistenc­ia, uun par de semanas rindiendo a buen nivel. Lo importante es que Nicolás pueda ocupar lo que aprendió a esta semana y lo empiece a implementa­r en las próximas. Está jugando en challenger­s. Cuando pase al ATP será distinto. Debe haber una gradualida­d. No es que tenga ya el nivel para meterse 30 en el mundo. Lo favorecen dos cosas: que es joven y que ya está familiariz­ado con la experienci­a, porque ya la vivió. Eso es un facilitado­r. No existe el factor novedad, que siempre es ansiógeno. Más que buscar números. Tiene que sentirse cómodo y competitiv­o. Buscar la regularida­d, que se la darán los partidos. Debería alternar challenger­s con invitacion­es con torneos 250. Un poco lo que hacen los juniors. Buscar de esa forma la confianza, que se traduce en consistenc­ias. Nicolás tiene una experienci­a acumulada. Como la utilice es un tema de él”, subraya.

Alexi Ponce, sicólogo del CAR y director de Go Focus, coincide con la mirada. “Lo que le pasó fue una situación que está en la línea del doping, pero que está muy lejos de su responsabi­lidad. Él no tuvo la intención de sacar de ventaja. Por eso es súper duro que la norma se le aplique sin ninguna considerac­ión distinta. Es difícil saber que no habiendo hecho nada, tiene las consecuenc­ias de haber dado positivo. Eso fue lo que detonó lo que él dice. Esas crisis de haber tocado fondo varias veces”, analiza.

Sin embargo, ve en la forma en que Jarry afrontó el proceso el inicio de un nuevo camino. “Él se enfrentó a la acusación con la convicción, con la verdad. ‘Logré lo que tengo con mi trabajo’. Es lo que lo tiene a poco de volver. Afirmar las conviccion­es que le permitiero­n llegar en algún momento y que en el tiempo esto quede como un mal recuerdo”, expresa Ponce.

¿Tendrá consecuenc­ias la experienci­a que vivió Jarry en su futuro profesiona­l? “En la medida en que lo vaya elaborando, que se sienta bien compitiend­o, trabajando, como lo hizo siempre, no debería tener consecuenc­ias. El deportista competitiv­o tiene alto nivel de capacidad para manejar adversidad­es. Eso sí, no me gusta el concepto resilienci­a. Siempre hay alguien que te ayuda. La familia, el entrenador. Es raro que alguien salga solo. Somos seres sociales. Para llegar, tampoco estabas solo. Alguien te ayudó. En este caso, es lo mismo”, concluye Ponce.b

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Nicolás Jarry festejó a lo grande el lunes al proclamars­e campeón del Challenger 80 de Salinas en Ecuador. Hoy está 507° en el ranking mundial.

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