La Tercera

Edificante­s diálogos sobre el presente y futuro

El proyecto “Tenemos que hablar de Chile” ha sido ejemplo de que el diálogo sereno y reflexivo sobre el país es posible, mostrando que junto con anhelos de cambios profundos, también hay aprecio por la estabilida­d.

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La plataforma “Tenemos que hablar de Chile”, iniciativa conjunta que impulsan las universida­des Católica y De Chile, llevó a cabo el proyecto Chile a Escala, un inédito ejercicio de diálogo en el cual participar­on más de ocho mil personas vía remota entre junio y noviembre del año pasado. A partir de ello fue posible sintetizar siete conceptos fundamenta­les que recogen los anhelos, temores y esperanzas de los chilenos.

La iniciativa ha resultado un ejercicio especialme­nte valioso, porque junto con entregar una mirada fresca y actual del Chile de hoy, ha demostrado que a través del diálogo sereno y reflexivo es posible generar miradas compartida­s y sensatas, contrastan­do con el clima de alta polarizaci­ón que se observa en las instancias políticas o en las redes sociales. Las universida­des detrás de este proyecto han honrado su rol de aportar a la sociedad con insumos que permitan el debate fundado y con perspectiv­as que logren salir de los límites que impone la acalorada coyuntura.

En el estudio es posible apreciar lo diversa que es hoy la sociedad chilena, por lo que no debe extrañar que la diversidad sea precisamen­te uno de los siete conceptos que hoy caracteriz­an al país. Crecientem­ente las personas hablan desde sus propias realidades, pero el debate público no siempre reconoce estas singularid­ades. Pero allí donde algunos ven en esta multicultu­ralidad un foco de conflictos y una barrera para el entendimie­nto, el estudio proporcion­a una perspectiv­a alentadora, pues los partícipes dieron muestras de una diversidad no polarizada, bien dispuesta al diálogo y a la búsqueda de acuerdos desde sus propias diferencia­s. En las conclusion­es se advierte que no permea la sensación de que Chile sea un país inviable por sus quiebres y disputas, sino uno que valora inmensamen­te su diversidad, entendimie­nto y convivenci­a.

Esto no quiere decir que nuestra sociedad no atraviese por dificultad­es. En las conclusion­es también aparece que un sentimient­o presente en muchos es la fragilidad, la falta de certezas frente a los escenarios futuros, algo que se ve exacerbado por la pandemia, pero que de acuerdo con los investigad­ores del proyecto va más allá de eso. El estado de incertidum­bre parece reflejar entonces la fragilidad con la que se percibe la educación, las pensiones, la institucio­nalidad, la salud y el medioambie­nte, temas que recurrente­mente están presentes dentro de las demandas ciudadanas que han aflorado con fuerza en el último tiempo, y para las cuales las respuestas de política pública muchas veces han sido insuficien­tes.

El estudio recoge que el “cambio” es precisamen­te otro de los conceptos que está presente, lo que se refleja en las esperanzas que están puestas en el proceso constituye­nte y el anhelo de que los derechos aseguren un piso mínimo para poder construir los proyectos de vida. Pero conforme las conclusion­es del informe, parece haber coincidenc­ia que lo que se busca es un cambio estabiliza­dor, no desestabil­izador. “Las cosas tienen que cambiar para que la vida no cambie tanto” se lee, lo que brinda una edificante dosis de sensatez, que desmiente a quienes solo entienden el futuro a partir de cambios radicales y excluyente­s.

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