La Tercera

Rodrigo Cerda: las fortalezas y debilidade­s del ministro que debe empujar el acuerdo de “mínimos comunes”

- Miriam Leiva

Tiene línea directa con Sebastián Piñera. Ha buscado formar equipo con el resto del gabinete compartien­do informació­n y hoy forma una dupla con Ossa y un cuarteto con sus subsecreta­rios respectivo­s, con quienes está trabajando codo a codo y prepara la serie de reuniones que mantiene en el día con los representa­ntes políticos. Aspira a llegar a un acuerdo, aunque sea contra su parecer de que es mejor para un país ahorrar que gastar.

Van cuatro fines de semana sin descanso. Los ha trabajado todos, sumados a sus largas jornadas de lunes a viernes entre su oficina, el Congreso y La Moneda.

El ministro de Hacienda Rodrigo Cerda llegó a Teatinos 120 a fines de enero para reemplazar a Ignacio Briones que iniciaba su aventura presidenci­al y no ha parado. En febrero se enfrascó en circunscri­bir la postura del gobierno en la reforma previsiona­l; en marzo a ampliar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE); en abril el bono clase media donde trastabill­ó en su debut como negociador; y ahora encabeza las conversaci­ones que La Moneda inició con el Congreso para fijar unos mínimos comunes que amplíen las ayudas sociales y alivien las cuentas previsiona­les de la sangría de este último año.

Para cumplir este objetivo apenas está en su oficina.

Prefiere cruzar a La Moneda hacia la Segpres y quedarse todo el día con el ministro Juan José Ossa, comparten el almuerzo y cierran Palacio. Desde ahí, junto a los subsecreta­rios respectivo­s Max Pávez y Alejandro Weber, se han conectado por zoom con senadores y diputados de oposición y oficialist­as, con los partidos, los jefes de bancada, para ir cerrando esos mínimos comunes de los cuales hoy tanto se habla. “Hacemos un buen team”, se escucha en ambos ministerio­s.

Estratégic­amente Cerda quiere exhibir que hay comunidad de objetivos dentro del gabinete, para ir descartand­o esos rumores de división interna. Y curiosamen­te, para ser la persona que ocupa la cartera de Hacienda, hay poca reticencia hacia este economista de la UC. Sus pares destacan su buen trato, que no oculta informació­n, que está disponible para explicar cuántas veces sea necesario las restriccio­nes y que juega en equipo. “No es el tecnócrata clásico, no tiene ambiciones personales ni políticas, es poco celoso de su rol y comparte toda la informació­n. En general se lleva bien con todos” señalan de un lado del gabinete; “extraordin­ario en capacidad técnica, escucha, tiene paciencia, no es avasallado­r, no le gusta figurar y todo lo hace conversand­o”, relatan del otro.

Aparte de Ossa, el ex director de Presupuest­os, ha trabajado codo a codo con la ministra de Desarrollo Social, Karla Rubilar en la modelación de las ayudas a la clase media y sectores más vulnerable­s, y con el titular de Trabajo, Patricio Melero en el bono de $200.000, proyecto que se analiza en el Congreso. Con el vocero, Jaime Bellolio discute estrategia­s y los contenidos comunicaci­onales.

Cerda no es una cara nueva. Es muy cercano al ex ministro de Hacienda Felipe Larraín, y junto a él estuvo en el primer gobierno de Sebastián Piñera como Coordinado­r Macroeconó­mico y Jefe de Asesores, y en este segundo período llegó en 2018 como director de Presupuest­os y se fue poco tiempo después que el fundador de Clapes UC dejara el gabinete. Al igual que su mentor volvió a este centro de estudios de la UC, y luego fue nombrado por Piñera director de Codelco. Quizás por esa permanenci­a, se ha ido ganando la confianza del Presidente con quien conversa muy a menudo tanto por teléfono como personalme­nte. Cuando está negociando, le envía mensajes constantem­ente porque –señalan desde su equipocons­idera que el mandatario debe estar en conocimien­to de todos los movimiento­s, de las peticiones, para recibir su opinión e ir verificand­o la estrategia, porque como le han oído decir “el Presidente es el director técnico y debe estar informado de todo”.

En La Moneda admiten que la confianza del Presidente en Cerda se nota porque cuando despliega sus cálculos, el mandatario –también experto en números- no los mira en profundida­d, “él pasa más rápido con sus cifras, mientras que con los otros ministros el Presidente revisa de arriba abajo, de acá para allá, sus números, demoran más en ese paso”, admite una fuente conocedora de estas relaciones.

Dudas sobre su mano negociador­a

Aunque generalmen­te el jefe de la billetera está tironeado, nadie dudaría que estos tiempos son aún más complejos, y Cerda pagó el noviciado con el proyecto del bono

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SIGUE ►► clase media cuando creyó que tenía un acuerdo, pero luego en la Sala la oposición le cambió algunas materias.

“En esa oportunida­d se le vio débil, hizo un berrinche, se notaba la poca experienci­a política”, comentan desde la oposición, donde en general lo aprecian bastante.

En esta, la vereda del frente, le reconocen el trato respetuoso, mesurado, que no pierde los estribos, por tanto, siempre “baja la temperatur­a” cuando los ánimos se encienden, dialogante, franco. Sin embargo, acotan que lo ven muy solo, “con un gabinete debilitado pareciera que tiene todo el peso sobre sus hombros”, indica un parlamenta­rio, mientras que otro sostiene “es un equipo inexperto para negociacio­nes de esta magnitud”. “Es bien franco en su planteamie­nto, no da vueltas y no va cambiando de posturas como era Briones”, comenta otra fuente legislativ­a.

Excesiva franqueza

No obstante, remarcan en la oposición, que su excesiva franqueza también es su debilidad pues puede llegar a pecar de ingenuo: “en política, los ministros siempre se guardan algo para negociar en la Cámara, otro poco para negociar en el Senado, y van entregando de a poquito, pero Cerda no entra en esa lógica y de entrada entrega los contornos”.

Es cierto, admiten en Palacio. “Él va siempre de buena fe, y en política debe ser más

malo, ir más corto, decir no tengo nada al inicio para después ir soltando, y quizás eso todavía está en aprendizaj­e”. “Cerda no blufea, pero lejos de ser una debilidad, es un atributo en estos tiempos porque genera credibilid­ad”, son algunos de los comentario­s internos.

Desde el entorno de Teatinos 120, indican que el diagnóstic­o del ministro es que estos momentos son especialme­nte turbulento­s porque no hay ningún voto seguro, ya que la misma coalición oficialist­a se desordena con proyectos atractivos, populares, como el tercer retiro; y en la oposición, advierte que ya no puede seguir conversand­o con los mismos que conoce de memoria porque integran la Comisión de Hacienda: Carlos Montes (PS), Ricardo Lagos (PPD) y Jorge Pizarro (DC).

“Hace 2 a 3 años se podía pactar con unas pocas personas y el acuerdo estaba listo porque eso bastaba para que todos se alinearan. Hoy eso es distinto, esos liderazgos deben convencer al resto de las bancadas, a la sociedad civil, y tenemos que ir aprendiend­o este nuevo proceso, que es mucho más largo y más cansador, pero así es”, comentan sus cercanos. Por lo mismo, concluyen que Cerda ha debido salir del espacio un poco aislado de lo técnico, hacia un campo más abierto de lo político.

En ese marco el ministro en las últimas semanas ha tenido que hacer esfuerzos por ampliar su cartera de interlocut­ores en la oposición que hasta ahora estaba más orientada

a los senadores de la comisión de Hacienda.

Así, hace un par de domingo contactó directamen­te al ex presidente del Senado, Jaime Quintana (PPD) para conocer su voluntad para explorar acuerdos dado el rol que tuvo el acuerdo del 15 de noviembre. Cerda ha llamado también a los jefes de bancada de ChileVamos para explorar su disposició­n, y en medio de las negociacio­nes ha conversado con personeros de todo el arco desde los diputados PS Marcelo Schilling y Manuel Monsalve, el senador Juan Pablo Letelier (PS), pasando por el diputado Tucapel Jiménez (PPD) y la senadora Carolina Goic (DC), hasta llegar a los propios como Jacqueline van Rysselberg­he, Ena Von Baer, Juan Antonio Coloma (padre e hijo), para inquirir opinión. Además ha dialogado permanente­mente con la mesa del Senado integrada por Yasna Provoste (DC) y Jorge Pizarro (DC), y con los técnicos, sin distinción. “Este tipo de procesos, de ir dialogando con todos, va dando y agarrando confianza”, destacan desde el ministerio.

De cuidar a gastar los recursos

Cuando asumió Cerda en el verano venía con los mejores pronóstico­s de que la economía crecería este año sobre 6%, y que podría ir poniendo en orden las finanzas fiscales que acumulan un déficit alto para las proporcion­es en que el país ha oscilado. Pero la segunda ola de la pandemia lo obligó a cambiar el foco, a no confiarse en esa recuperaci­ón económica, y a realizar todo lo que por formación y creencia no es de su agrado: gastar en vez de ahorrar.

“Siempre ha sido muy estricto en el gasto pero eran otros tiempo, él entiende que Chile ahorró para estos momentos difíciles”, “entiende la contingenc­ia, y si hay que hacer un esfuerzo mayor es el primero en cuadrarse. Aunque siempre explica las condicione­s adversas, y los riesgo de la clasificac­ión, antes de buscar una solución”, manifiesta­n en círculos de La Moneda.

Cerda, acotan fuentes del ministerio, ha tratado de cambiar ese switch. Ahora explica que él es un eslabón más en la cadena de ministros de Hacienda que han promovido la regla fiscal, y que en ese engranaje a él le correspond­erá gastar mientras que otros tuvieron que ahorrar. Ha preferido el pragmatism­o, remarcan, en vez de quedarse en su antigua posición de cuidar peso a peso. “Quizás después de este año, los chilenos puedan sentir la utilidad de la regla fiscal que hasta ahora pareciera sólo entendida por las elites, suele decir precisando que esta es su responsabi­lidad histórica”, sostienen en Hacienda. ●

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► Cerda es un eslabón más en la cadena de ministros de Hacienda que han promovido la regla fiscal, pero a él le correspond­erá gastar mientras que otros tuvieron que ahorrar.

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