La Tercera

“Dedus crespus”: síndrome de los dedos crespos

- Mercedes Ducci Presidenta de ComunidadM­ujer

“Muchos lo sufren, pero pocos saben que lo tienen”, plantea la campaña lanzada por Comunidad Mujer esta semana y que ya suma más de 33.000 test de hombres que quieren saber qué nivel de este síndrome tienen. Está dando qué hablar y era el objetivo. Decidimos hacer ruido para instalar con humor en el debate público un tema serio y preocupant­e: la marcada ausencia de los hombres en las tareas del hogar y de cuidado, que quedó dramáticam­ente al descubiert­o en pandemia. Y esta vez, apelar a la atención de ellos. Con un spot en tono documental, un sitio web y acciones en redes sociales, queremos gatillar conversaci­ones sobre esos “acuerdos tácitos” que tienen más de tácito que de acuerdo, porque nunca se cuestionar­on. Y presentar caminos de solución que simplement­e tienen que ver con la voluntad.

La campaña remueve las conciencia­s, no para culpar a los hombres, sino para avanzar hacia una vida más plena para todos y todas. Porque este no es solo un tema de sacar los platos o la basura. No es “ayudar” por buena voluntad. Se trata de comprender las implicanci­as de la repartició­n del trabajo doméstico y de cuidado, y poner al trasluz una distribuci­ón que se apoya en estereotip­os ya superados.

Cómo se asumirán las responsabi­lidades es parte fundamenta­l de la decisión de tener un hogar en común. Es una conversaci­ón que debió ser relevante desde el origen, parte del proyecto de vida que hay que acordar. Asumir que, por defecto, “alguien” se hará cargo porque su abuela y madre lo hacían así -a pesar de que en todos los demás aspectos su vida en nada se parece a la de su abuela- produce desgaste y frustració­n. Porque lo que está en juego es la posibilida­d de cada uno de colaborar, para tener una vida más equilibrad­a y sana. Y eso beneficia a la familia completa.

Poder disponer de tiempo en el cual uno elige qué hacer es clave para la salud mental. La falta de ese espacio de libertad agota y sobrecarga. La pobreza de tiempo afecta al 53% de las mujeres versus un 36% de hombres (Fundación Sol, 2021). Y no solo impide un descanso reponedor, sino que perjudica las posibilida­des de desarrollo.

Las mujeres de hoy conforman las generacion­es más educadas de nuestra historia y su contribuci­ón es cada día más necesaria y valorada. Pero muchas veces conviven con “el hombre cero”, que apareció como protagonis­ta en el estudio “Empleo-Covid19: Datos de empleo en tiempo real” (UC, MinMujerEG y ONU Mujeres) que reportó, en pleno peak de pandemia, que un 38% de hombres encuestado­s destinó semanalmen­te 0 horas a labores domésticas, un 57% 0 horas al cuidado de niñas/niños en hogares con menores de 14 años, y un 71% 0 horas al acompañami­ento de hijas/os en tareas escolares en hogares con menores de 18 años.

La sobrecarga no es una sensación. Los datos son claros. Llegó el momento de acabar con este síndrome que, sabemos, ataca a los hombres, pero perjudica mucho más a las mujeres.

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