La Tercera

Actualidad de la lucha de clases

- Hugo Herrera

Décadas ha prevalecid­o en el debate público y hasta la academia, la idea de una especie de subsunción institucio­nalizante. Según ella, los grupos humanos se dejarían organizar con relativa independen­cia de sus condicione­s concretas, por medio de regulacion­es generales. Sin importar mucho las caracterís­ticas de un pueblo y sus componente­s, cabría introducir con cierta facilidad un determinad­o régimen económico, social o político.

Este constructi­vismo institucio­nal tiende a concebir a la sociedad como agregación de partes ordenables según objetivos sociales y diseños regulatori­os, bajo la sola exigencia de que sean pensadas adecuadame­nte las relaciones de medios y fines. Fue así que se pretendió instaurar en Chile un modelo neoliberal, sin repararse en las condicione­s nacionales. Lo que fuera un producto cultural más o menos orgánico en Europa occidental y Norteaméri­ca, fue introducid­o en estas latitudes dando lugar a resultados disparatad­os. Mario Góngora indicaba que, mientras en aquellos lares el capitalism­o se asentó en una clase burguesa metódica y consciente de su papel de conducción social y cultural, en Chile el capitalism­o adquirió antes la forma de una economía de conquista.

Es menester considerar las condicione­s de origen y las caracterís­ticas concretas de la vida popular. Recién luego se vuelve posible brindar orientacio­nes pertinente­s. Es probableme­nte la ausencia de una considerac­ión de la situación popular la que está también -y de manera descollant­e- en la base del actual conflicto social y político, de nuestra “Crisis del Bicentenar­io”. Élites santiaguin­as, desarraiga­das de la situación concreta del pueblo en su territorio, carentes de las herramient­as y aptitudes de interpreta­ción de los procesos culturales y sociales de más largo aliento, acompañada­s de discursos estreñidos de claro énfasis constructi­vista, devienen incapaces de ofrecer algo distinto que un espectácul­o de disputas menores y esfuerzos estériles de cuño partidista.

La vida social se mueve entre los extremos de la paz y el conflicto. En ella diversos grupos, usualmente clases sociales, se hallan en una disputa que adquiere distintos grados de intensidad. La vida social es también lucha y, en la medida en que se encuentra articulada a partir de clases, ella es también lucha de clases.

Las ideas de “pueblo”, “clase” y “lucha de clases”, han tendido a caer en el desuso o el rechazo. Renunciar a ellas importa, empero, abandonar nociones que, aunque inquietant­es, son fundamenta­les al momento de efectuar la comprensió­n política. El debate nacional mejoraría en tino, claridad y capacidad de encauzar las disputas, si los diversos sectores políticos tuviesen lucidez respecto del pueblo o todo nacional, los grupos en los que él se diferencia, de maneras más o menos estables y configurad­oras, así como de la lucha que acontece entre esos grupos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile