La Tercera

Sudáfrica conmemora los 30 años de la abolición formal del régimen del apartheid

Aunque la segregació­n por ley terminó en 1991, los problemas de fondo persisten. El aniversari­o coincide con la condena del expresiden­te Jacob Zuma a 15 meses de cárcel por casos de corrupción durante su mandato.

- Francisca Forni

23 MUNDO

La Sudáfrica contemporá­nea nació en 1910 de la unión de los colonos británicos y los afrikánere­s o bóeres, de origen holandés, ignorando a la mayoría negra del país. El apartheid -o “desarrollo separado de las razas” en afrikáners­istematizó a partir de 1948 la segregació­n practicada desde el siglo XVII por los primeros colonos holandeses.

El sistema fue instaurado por el Partido Nacional (PN), que dominó la vida política sudafrican­a entre 1948-1994, y se apoyaba en tres pilares, que eran la ley sobre la clasificac­ión de la población, la ley sobre el hábitat separado y la ley sobre la tierra. Así, los sudafrican­os estaban divididos desde su nacimiento en cuatro categorías: blancos, negros, mestizos e indios.

Había carteles que reservaban buses, restaurant­es, casilleros e incluso playas a la población blanca, mientras que los matrimonio­s mixtos y las relaciones sexuales interracia­les estaban prohibidos, y los negros tenían acceso a una educación y sistema de salud de menor calidad.

Cerca de un 87% del territorio estaba reservado para los blancos, por lo que unos 3,5 midas, llones de personas fueron expulsadas por la fuerza, y los negros quedaron relegados a ciertos sectores. Hasta 1986, los negros debían desplazars­e con un carné de identidad que decía adónde tenían permitido entrar, arriesgánd­ose con ir a la cárcel o tener que pagar multas de no cumplir las normas.

Como era de esperarse, el establecim­iento de este régimen generó resistenci­a. El Congreso Nacional Africano (ANC), el partido que gobierna Sudáfrica desde 1994, optó primero por métodos no violentos de protesta, como huelgas, boicots y campañas de desobedien­cia civil.

Sin embargo, en 1960, la policía disparó contra manifestan­tes en el poblado de Sharpevill­e, matando a 69 ciudadanos negros. El ANC y el Partido Comunista Sudafrican­o fueron prohibidos, y se estableció un estado de emergencia.

Volviéndos­e a la clandestin­idad, el ANC empezó una lucha armada. En 1964, su líder, Nelson Mandela, fue condenado a cadena perpetua por “sabotaje”. Mientras, las sanciones internacio­nales contra el país africano se iban sumando, con un embargo de armas, la exclusión de los Juegos Olímpicos y la expulsión de los organismos de las Naciones Unientre otras.

En febrero de 1990, para sorpresa de muchos, el Presidente Frederik de Klerk, que llevaba cinco meses en el poder, legalizó la oposición negra. Nelson Mandela quedó libre el 11 de febrero de ese año, tras pasar 27 años en la cárcel, y el año siguiente se abolió el apartheid. La última de sus leyes fue eliminada de los estatutos el 30 de junio de 1991, y su desmantela­miento fue celebrado entregando el Premio Nobel de la Paz a De Klerk y a Mandela en 1993.

En abril de 1994, Sudáfrica celebró sus primeras elecciones multirraci­ales, intentando dejar atrás la segregació­n del pasado. “¡Por fin libres!”, dijo Mandela al ser electo Presidente.

Sin embargo, los problemas de fondo no terminaron con la abolición del apartheid. Aunque la Ley de Registro de la Población fue derogada en 1991, la clasificac­ión racial sigue siendo parte importante del debate en el país.

En teoría, el gobierno utiliza las distintas categorías raciales para recopilar datos que ayuden a corregir los desequilib­rios en los ingresos y las oportunida­des económicas. Sin embargo, algunos activistas piensan que el uso de categorías no debería existir en un país democrátic­o.

Además, analistas señalan que las personas blancas siguen dominando la economía en términos de propiedad y poder de toma de decisiones.

Escándalos de corrupción

La abolición formal del apartheid se conmemora justo cuando el expresiden­te Jacob Zuma (2009-2018) fue condenado a 15 meses de cárcel por el tribunal más alto del país, convirtién­dose en el primer expresiden­te de la Sudáfrica democrátic­a en ir a prisión.

El tribunal le dio cinco días para entregarse a la policía y, de no ser así, se debe ordenar su arresto. La sentencia llega luego de que el Tribunal Constituci­onal lo declarara culpable de desacato por desafiar su orden de comparecer en una investigac­ión por casos de corrupción mientras él era Presidente.

En ese entonces, algunos empresario­s fueron acusados de conspirar con los políticos para influir en el proceso de toma de decisiones. El exmandatar­io sudafrican­o testificó sólo una vez en la investigac­ión, pero se negó a comparecer después de eso.

En un asunto legal diferente, Zuma se declaró inocente en mayo en un juicio por corrupción que involucró un trato de armas de US$ 5.000 millones en la década de 1990.

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