La Tercera

Benicio del Toro desmenuza el nuevo Hollywood

- Por Gonzalo Valdivia U.

El célebre actor de origen puertorriq­ueño habla con La Tercera sobre su carrera y su última película, filmada en pandemia con el director Steven Soderbergh. Pese a las nuevas tendencias de Hollywood, se resiste a hacer una serie en una plataforma de streaming. “Me gusta contar la historia en dos horas. Nadie ha descubiert­o cómo hacerlo perfectame­nte en todo momento, así que sigue siendo un acertijo”, sostiene.

PPor su figura espigada y su mirada a ratos amenazante, parecía un candidato ideal para interpreta­r a un malo de las películas de James Bond. Si bien tenía en contra que hasta ese momento no contaba con una gran experienci­a en televisión y en cine, el casting lo eligió como uno de los secuaces de la némesis que encara el Agente 007 de Timothy Dalton en Licencia para matar (1989). Pero la sorpresa por haber fichado en una de las sagas más populares de Hollywood pronto volcó a cierta decepción, cuando el filme consiguió tibios resultados en taquilla. El salto al estrellato de Benicio del Toro (54) tomaría algo más de tiempo.

El Fred Fenster que encarnó en Los sospechoso­s de siempre (1995), un extravagan­te criminal dentro de una banda plagada de personajes insólitos, fue el papel que a la larga le abrió las puertas de Hollywood, nunca fáciles de desbloquea­r para cualquier actor, en especial para uno de origen latino. El acento inexplicab­le y la juguetona presencia de su rol se convirtier­on en parte de lo más brillante de ese largometra­je.

Ahora, asentado como uno de los talentos más respetados del medio, esa es la cinta que primero menciona en diálogo con La Tercera a través de videollama­da. La evoca a raíz del estreno de Ni un paso en falso, otra película de tintes de cine negro en la que interpreta a un criminal de poca monta y con rasgos excéntrico­s. Un largometra­je a cargo de Steven Soderbergh -uno de sus socios creativos- y que ya está disponible en Chile a través de HBO Max.

Citando el filme que hizo junto al desapareci­do Bryan Singer cuando aún no cumplía 30 años, desliza que nada ha cambiado demasiado en el modo en que asume su labor. Siempre en inglés, explica algo rudimentar­io, pero vital en su profesión: “Simplement­e trabajas en el personaje que está en el guion. Tratas de hacer algo interesant­e con lo que está ahí y buscas encontrar el personaje a través de lo que creó el guionista”.

Alguna vez, allá por el año 1998, sentenció que “Hollywood se ha convertido en un McDonalds”. Hoy el actor nacido en Puerto Rico no separa películas prestigios­as de otras dedicadas al consumo masivo, de las que, por cierto, ha hecho bastantes en el último tiempo, desde El hombre lobo (2010) hasta Star Wars: Los últimos jedi (2017). Ahora, en una época más abierta y diversa de la industria, defiende su predilecci­ón por contar historias en un rango de tiempo acotado en vez de las extensas narracione­s de las series de televisión, el formato que más se ha fortalecid­o de la mano de la penetració­n de Netflix y las plataforma­s de streaming.

“Personalme­nte, creo que el acertijo de la historia de dos horas es realmente interesant­e para mí... Todavía”, lanza con una dosis de suspenso el hombre que ganó el Oscar a Mejor actor de Reparto por Traffic en 2001 y encarnó de manera vibrante al Dr. Gonzo en Pánico y locura en Las Vegas (1998).

Tres décadas después de tener una aparición en un episodio de Miami Vice, Del Toro irrumpió en 2018 con Escape at Dannemora, miniserie del canal Showtime (en Chile en Paramount+) y dirigida por Ben Stiller, en la que encarnó a un conocido asesino que encabezó la huida de una prisión de máxima seguridad en Nueva York en 2015. Es su único rol reciente en televisión, en medio de un momento en que son contadas las figuras que se resisten a estelariza­r una producción de ese perfil de la mano de un servicio digital.

Su último estreno, Ni un paso en falso, es una película tal como lo es La Crónica Francesa, de Wes Anderson, en la que interpreta a un artista encarcelad­o y que debutará en julio en el Festival de Cannes. Aquí, después de una pausa en que fija la mirada en la pantalla ordenando sus ideas, explica sus priordades: Del Toro es un hombre que parece siempre escapado de la pantala grande antes que del formato más acotado del streaming.

¿Le atraen personalme­nte las series que realizan las plataforma­s? ¿O, si tiene que elegir, siempre prefiere el cine?

Hay grandes series de televisión que pueden contar una historia en 20 horas. Pero, personalme­nte… Tal vez tengo algunos problemas de intimidad, sabes, con no estar involucrad­o en una serie extensa o en una relación larga. Me gusta contar la historia en dos horas. Creo que es difícil y no sencillo de hacer. Nadie ha descubiert­o cómo hacerlo perfectame­nte en todo momento, así que sigue siendo un acertijo. Pero creo que exploraré cualquier posibilida­d de una buena historia. Las series largas pueden hacer un gran trabajo. Así que me mantengo abierto a cualquier cosa. Pero hay algo en torno a contar una historia durante dos horas, preparar y filmar una película, todos juntos, en quizás cinco o cuatro meses, y luego dejar eso y entrar en otro mundo que es emocionant­e para mí. Según mi carrera, quizás he estado acostumbra­do a eso. Pero me gustan los dos. No puedo decir que uno sea mejor que el otro.

En el día previo a esta entrevista, el actor se unió a Soderbergh y a sus compañeros Don Cheadle y Jon Hamm en la premiere mundial de Ni un paso en falso, en el Festival de Tribeca, en Nueva York. Una instancia que es parte de la reapertura de la ciudad, azotada al comienzo de la pandemia, pero también una buena postal del retorno de los ritos que el cine tuvo que olvidar en 2020. Esos meses que sólo fueron virtuales para una actividad que hasta hace no tanto dependía de las salas llenas.

Durante el agitado último año el cine, además, se vio sacudido por las protestas en contra de la brutalidad policial, tras las muertes

“No miro hacia atrás. Me gusta mirar hacia adelante un poco más que mirar hacia atrás. He tenido la oportunida­d de colaborar con grandes personas. Tengo la oportunida­d de trabajar. Como actor, no es fácil trabajar en cine o

televisión, así que he tenido suerte”.

de George Floyd y Breonna Taylor a manos de uniformado­s en Estados Unidos. Del Toro, menos mediático que gran parte de sus pares que brindaron públicamen­te su apoyo al movimiento Black Lives Matter, comparte sus impresione­s sobre la discusión racial, sobre la que su última cinta con Soderbergh también lanza algunos apuntes.

“Por las redes sociales, los computador­es, los teléfonos con cámaras, creo que estás más expuesto que nunca, y nos está haciendo, como colectivo, darnos cuenta de eso, de esa cosa terrible que es el racismo. En el pasado no había forma de capturar nada, así que lo oías como un eco. Ahora realmente puedes ver cuándo suceden estos actos. Y creo que nos hace reflexiona­r a todos sobre este lugar. Ves realmente el horror, el aspecto repugnante de este”, expresa. “Siempre me ha gustado la idea de tener cámara y teléfono, pero creo que tener los dos al mismo tiempo ayuda a la verdad”.

Su mejor socio

Aunque sea una de las mayores tentacione­s del cine, ponerse en la piel de personajes de la vida real nunca es fácil. El propio Benicio del Toro lo experiment­ó con Escobar: Paraíso perdido (2014), un filme de producción europea que se contaba desde la óptica del enamorado de una sobrina de Pablo Escobar, y que despilfarr­ó su talento con una historia insulsa.

No estuvo a la altura de su poderío actoral ni de la anterior encarnació­n con base real del intérprete, el Che Guevara al que dio vida en la ambiciosa película de Soderbergh sobre el revolucion­ario. Dividida en dos partes (El argentino, Guerrilla), la cinta fue un ejercicio interpreta­tivo mayúsculo para el que engordó cerca de 20 kilos.

La sociedad estrella-director que iniciaron en Traffic agregó otro ejercicio al límite a fines del año pasado. En un contexto en que todavía pocos realizador­es se atrevían a iniciar y terminar filmacione­s bajo los riesgos del Covid, el cineasta de Erin Brockovich fijó el comienzo de las grabacione­s de Ni un paso en falso, postergada­s por la pandemia. El actor detalla cómo trabajaron en su tercer largometra­je juntos, un irresistib­le thriller ambientado en Detroit en los 50 sobre dos ladrones (Del Toro y Don Cheadle) que parten robando un documento y terminan salpicados en una trama de traiciones y dobles intencione­s.

¿Cómo describirí­a la experienci­a de filmar una película en pandemia con un director con el que ya había trabajado antes?

Bueno, él dirigió Contagio (2011), que casi predijo la pandemia, es probableme­nte una de las mejores películas sobre pandemia. Lo que pasaba con Steven (Soderbergh) es que era muy organizado a la hora de prepararse para esta burbuja que se creó, para que pudiéramos trabajar de forma segura. Nos hacían pruebas cada dos días, todos tenían que usar mascarilla­s y guantes en los sets. No los actores, que tenían que usar mascarilla­s y solo quitársela­s cuando estaban listos para hacer una escena. Quizás estábamos un poco escépticos, pero una vez que empezamos a hacerlo, simplement­e se sintió normal. No creo que distraiga de lo que sucede frente a la cámara. La comenzamos y la terminamos sin que nadie se enfermara, así que fue una historia de éxito.

Ecléctico es a menudo una palabra que se usa para describir a Soderbergh, que hace cintas de atracos, comedias negras y películas experiment­ales. ¿Qué tipo de filmes suyos como director cree que son los mejores?

Sí, creo que tienes razón, él puede saltar de un tipo de película al siguiente. Creo que es bueno tocando muchos estilos diferentes, así que me cuesta decirlo. Hemos hecho varios filmes juntos y me gustan. Pero él ha hecho otros que también son geniales, en los que yo no he estado. Entonces es difícil para mí decirlo, pero creo que con las películas de atracos él se divierte mucho haciéndola­s. Sobre con cuál se divierte más, es probableme­nte una mejor pregunta para él.

Usted ha estado en la industria durante más de 30 años y ha hecho películas de autor y éxitos de taquilla como Los últimos jedi. Mirando hacia atrás, ¿siente que tiene alguna deuda en su carrera?

No miro hacia atrás. Me gusta mirar hacia adelante un poco más que mirar hacia atrás. No doy por garantizad­a mi carrera. He tenido mucha suerte, he tenido la oportunida­d de colaborar con grandes personas. Tengo la oportunida­d de trabajar. Como actor, no es fácil trabajar en cine o televisión, así que he tenido suerte. Todavía me emociono con una historia, todavía me emociono al intentar descifrar a un personaje, todavía me emociono con intentar, como actor, contar una historia. Me encanta esta forma de contar historias, ya sean series de televisión o películas. Todavía me parece emocionant­e. Cuando me detenga, dejaré de hacer eso y tal vez haga otra cosa. Pero mientras tanto, me emociono, tengo esa sensación, esas mariposas… Tan pronto como eso suceda, lo haré (algo distinto). Espero que la gente esté de acuerdo con eso.

El tiempo fijado para la entrevista se acaba y Del Toro lanza una frase que se podría acomodar a cómo observa su trayectori­a: “Acabamos de empezar, hombre”. Pulgar arriba, una sonrisa y su única palabra en español durante la videollama­da: “Hasta luego”. ●

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