La Tercera

CONVENCIÓN CONSTITUCI­ONAL: IMPUGNACIÓ­N Y EXPECTATIV­AS

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SEÑOR DIRECTOR

No cabe duda que en la previa de la instalació­n de la Convención Constituci­onal este domingo 4 de julio se ha impuesto hasta ahora la faz agonal de la política caracteriz­ada por la contienda y la lucha por el poder.

Dos tensiones se han expresado en estas horas previas. Por una parte, una cierta pulsión impugnador­a parece estarse evidenciad­o en diversas acciones desplegada­s por varios convencion­ales. Desde el cuestionam­iento a la injerencia gubernamen­tal o de otros poderes del Estado hasta cuestiones de forma dan cuenta de la energía impugnador­a de lo viejo frente a la legitimida­d de lo que está por nacer. De este ánimo refundacio­nal han estado impregnado­s los más de 23 comunicado­s de distintos agrupamien­tos a la interna de los convencion­ales tomando posición sobre diversos temas.

Este efecto impugnador se enfrenta a una segunda pulsión referida a la gestión de las altas expectativ­as que la ciudadanía ha depositado en este proceso. La impugnació­n tiene un límite, y éste está dado por el riesgo de sobregirar­se defraudand­o y amenazando las expectativ­as sobre los resultados del proceso.

Lo positivo es que la energía del proceso constituye­nte será encauzada más temprano que tarde por el predominio de la faz arquitectó­nica caracteriz­ada por la construcci­ón de acuerdos para conseguir resultados. Para esto se requiere respetar las reglas del juego, éstas posibilita­rán que los convencion­ales —a pesar de la diversidad y fragmentac­ión— estén condenados a entenderse y obligados a no defraudar los resultados que la gente ilusiona, a pesar de su frustració­n reiterada con la política y los políticos. Resultados en la palabra que encumbrará o hundirá la Convención Constituci­onal.

Marco Moreno Director Escuela de Gobierno y Comunicaci­ones, UCEN

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