La Tercera

Los “narcoagric­ultores” tras el boom de la cannabis en Chile

En los últimos tres años, quienes cultivan cannabis a gran escala se han unido en “cooperativ­as” y han trasladado sus operacione­s a los cerros de sus regiones, principalm­ente las de Coquimbo y Valparaíso.

- Por Jorge Arellano

Bajo fardos de pasto en un camión que trasladaba caballos. Esa fue la “ingeniosa fórmula” con que una banda, en mayo, intentó evadir los controles policiales y trasladar desde Ovalle, hasta la Región Metropolit­ana primero, y luego a la del Biobío, 87 kilos de marihuana (avaluadas en $ 430 millones).

La Policía de Investigac­iones (PDI) llevaba meses tras sus pasos. Y más allá de que se logró desarticul­ar la organizaci­ón -desde distribuid­ores y financista­s-, la institució­n venía mostrando especial atención respecto del origen de esta droga: “narcoagric­ultores” nacionales.

Según datos que maneja la PDI, desde hace un poco más de tres años ha empezado un boom del cultivo de cannabis nacional. Antes la marihuana era importada fundamenta­lmente desde Paraguay y Bolivia. Luego, el mercado empezó a ser apropiado por la “creepy”, provenient­e de Colombia. Sin embargo, el cultivo nacional ha crecido explosivam­ente.

Si bien el cultivo de la marihuana en Chile ha aumentado desde la Región de Atacama hasta el Maule, es en la Región de Coquimbo y en Valparaíso, debido sobre todo al clima del lugar, donde se concentran los mayores cultivos y se ven más particular­idades respecto de un nuevo modus operandi. La pandemia del Covid19 también ha estancado el ingreso de cargamento­s con drogas al país desde otras naciones, lo que ha incrementa­do el mercado interno. De esta manera, empezaron, como una forma de maximizar su labor, a asociarse entre ellos para el cultivo de cannabis, fundamenta­lmente entre conocidos y grupos familiares. Así armaron especies de “cooperativ­as” para el cultivo de la droga. También “narcoagric­ultores” que antes trabajaban de manera aislada, con un bajo perfil y mantenían una producción baja, que servía específica­mente para la comerciali­zación local de esta droga en su sector, empezaron a unirse.

“Esto los lleva a trabajar de una manera consolidad­a”, explica Molina. Esta fórmula cada vez ha ido evoluciona­ndo y eso preocupa a las policías. Desde la PDI explican, por ejemplo, que en la IV Región los agricultor­es empezaron salir de sus propios terrenos para llevar el cultivo a la cordillera de la Costa, a lugares que en su mayoría pertenecen a Bienes Nacionales.

“Hay una implementa­ción importante de medios logísticos para el cultivo de la cannabis en los sectores cordillera­nos. Vemos la instalació­n de piscinas con agua, riego tecnificad­o, la utilizació­n de fertilizan­te, lo que ha conllevado a una cannabis sativa de buena calidad y alto contenido de THC en sus unidades floridas, una droga tipo gourmet”, añade Molina.

En los operativos policiales se han encontrado con sorprenden­tes mecanismos para el cultivo de la marihuana. Con imágenes de drones las policías han visualizad­o el gran alcance de estas plantacion­es. Durante los decomisos, en estas especies de “laboratori­os” en los cerros se ha podido detectar instalacio­nes para que quienes se preocupan del cultivo puedan alimentars­e y pernoctar en esos lugares.

También han trasladado tierra, fertilizan­tes y otros elementos para obtener plantas de hasta dos metros de altura. ¿Las semillas? La mayoría de “cepas europeas” conseguida­s en grow shops (tiendas de cultivo).

“Han incorporad­o a su delito la adquisició­n de armamento de fuego, principalm­ente para resguardar su producción y los cultivos que mantienen. Esto ha generado mayor violencia, formando la tríada: drogas, armas y violencia”, explica Molina.

Además, los cultivos se están dando en el transcurso de todo el año y, con esto, los narcoagric­ultores van proveyendo de manera permanente a las bandas urbanas que comerciali­zan esta droga. Actualment­e un kilo de marihuana del que venden estos agricultor­es, según los policías, puede tener un precio de entre dos y cuatro millones de pesos. Este precio aumenta cuando los propios agricultor­es ofrecen el servicio de traslado hasta la misma puerta de los financista­s.

Según datos del Plan Cannabis de la PDI, entre el 5 de mayo de 2020 y el 5 de mayo de 2021 se incautaron 15.690.622 dosis (gramos) de marihuana procesada, 9.620.231 más que en el mismo periodo anterior, lo que representa un aumento de 158 puntos porcentual­es. Además, se incautaron 293.453 plantas de cannabis, 201.236 más que el mismo periodo anterior, lo que representa un aumento de 218 puntos porcentual­es. La cantidad de detenidos aumentó de cuatro a 42 y la cantidad de armas incautadas aumentó de una a 17.

Para el jefe de la Unidad de Adicciones de la Universida­d de Chile, Carlos Ibáñez, el tema del aumento en el mercado de la droga es preocupant­e desde el punto de vista de la salud pública.

Según explica, en la última década en Chile se ha duplicado el consumo de marihuana entre menores de edad y también en adultos se ha incrementa­do el consumo de manera importante.

“Somos el país con más consumo de marihuana en escolares y uno de los países de más consumo en adultos. Somos el primer lugar en la región”, señala el médico.

Ibáñez sostiene que el tema del mercado de la marihuana a nivel mundial ha ido cambiando a propósito de la legalizaci­ón de esta en algunos estados de EE.UU. y en Canadá, además de la experienci­a en Uruguay que ya cumple siete desde que se aprobó legislativ­amente. Sin embargo, para el profesiona­l lo anterior no ha impedido el aumento del narcotráfi­co.

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