La Tercera

Olvido García Valdés, poeta española: “Traducir es la forma más intensa de leer”

- Pablo Retamal N.

al galardón que se entrega desde Chile, el que dice recibir con emoción, pero con una sensación “un poco irreal”, debido a sus predecesor­es. También habla de su labor como traductora, destacando su trabajo con los poemas del cineasta y escritor italiano Pier Paolo Pasolini.

Solo han pasado algunas horas desde que Olvido García Valdés (70) recibió la noticia. La filóloga, poeta y traductora española es la flamante ganadora del Premio Iberoameri­cano de Poesía Pablo Neruda, siendo la segunda oriunda de ese país en recibirlo (el primero fue Joan Margarit, en 2017).

La voz se le oye algo trémula al otro lado del auricular, pero sin perder el sosiego. Confiesa tener una sensación algo rara. No por el hecho de recibir el premio, sino porque el galardón -otorgado anualmente por el ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, desde el año 2004 junto a la Fundación Pablo Neruda- tuvo como ganadores en otros años a verdaderos buques insignia de la poesía iberoameri­cana reciente: José Emilio Pacheco, Ernesto Cardenal, Elvira Hernández, Carmen Berenguer, Gloria Gervitz o Nicanor Parra.

“Me lo tomo con emoción, claro, y gratitud infinita. Es también un poco irreal, raro: la lista de quienes me precediero­n asusta; asusta –y se agradece– ver el propio nombre ahí”, dice García Valdés a Culto, quien es originaria de Santianes de Pravia, un poblado en el principado de Asturias.

De alguna forma, este galardón reconoce su trayectori­a, en la que también recibió el Premio Nacional de Poesía, de España. ¿Qué significa este Premio Iberoameri­cano para su carrera?

El Pablo Neruda es un reconocimi­ento muy importante; especialme­nte porque está visto desde Latinoamér­ica. La poesía que se escribe en los distintos países es de una riqueza asombrosa; mirar hacia ahí, hacia todas las poéticas que se abren en ese marco tan amplio e intenso, le hace sentir a uno pequeño y, al mismo tiempo, le da confianza en su propio camino y ayuda a seguir.

¿Cómo se siente más cómoda abordando la poesía?

Hace poco, cuando salió mi último libro, Confía en la gracia (2020), describí los poemas como mecanismos verbales atravesado­s por la vida y depurados por su propia materia y por el tiempo. En ellos –añadía–, cabe todo, pero no todo queda. Y es así, porque la vida, si merece la pena de ser vivida, acaba siendo un trabajo que uno hace sobre sí mismo, y escribir poesía –los poemas– es una de las formas que adquiere ese trabajo. Solo por algún tipo de intensific­ación de la percepción llega la vida al poema –y esa intensific­ación naturalmen­te se refiere también a la lengua. La vida pasa al poema en la lengua que, por así decir, toma para hablar la forma –sonoridade­s, conexiones y desconexio­nes, sintaxis– de la vida.

En la poesía, ¿cuáles son sus referentes?

Me resulta difícil decirle, porque a lo largo del tiempo –tengo setenta años– vamos leyendo y valorando de distinto modo. Más que de influencia­s, hablaría de poéticas que sentimos próximas, no porque la nuestra pueda parecerse a ellas, sino porque el “trabajo” (en el sentido que decía antes) del que dan cuenta tiene la intensidad que nos gustaría tener. Hacer una lista no tendría fin; sin ningún orden: Machado, Vallejo, Dickinson, Lorenzo García Vega, Jaime Saenz…

Del conjunto de obras que ha publicado, ¿hay alguna o algunas a la que les tenga un especial cariño?

Mis libros no son muchos. Creo que quien escribe tiene una relación especial con cada uno de ellos.

Del italiano al castellano

Quizás no todo el mundo lo sabe, pero el destacado cineasta italiano Pier Paolo Pasolini (1922-1975) también fue escritor. De hecho, se inició en las letras en la década de 1940, antes de realizar sus filmes durante los 60 y

70. Entre otras cosas, hizo poesía. Esos versos del oriundo de Bolonia han sido traducidos justamente por Olvido García Valdés.

¿Cómo ha sido la experienci­a de llevar los versos de Pasolini del italiano al castellano?

Sí, he traducido a Pasolini y, en colaboraci­ón, a Ajmátova, Tsvetáieva y Bernard Noël. Traducir poesía es siempre una tarea imposible: más allá del idioma, aquellas palabras nacieron de una mano, de un cuerpo; esa lengua no es tu lengua. Y, con todo, traducir es la forma más intensa de leer. Solo por eso, ya merece la pena.

¿Qué es lo más difícil al traducir?

Lo más difícil, y lo más gozoso, es ir entrando cada vez más, cada vez con más fundamento en ese mundo.

¿Se encuentra preparando alguna nueva publicació­n?

No, por el momento. A finales de 2020 salieron dos libros míos: Confía en la gracia, en Tusquets, que recoge mi trabajo entre 2012 y 2019; y Dentro del animal la voz (Antología 1982-2012), en la colección Letras Hispánicas, de Cátedra, con un estudio-introducci­ón –extraordin­ario en su profundida­d y rigor, desde mi punto de vista– de Vicente Luis Mora y Miguel Ángel Lama. Me siento muy afortunada de que mis poemas estén en esa colección que utilicé tanto como profesora en clase. Como estas publicacio­nes son recientes, por ahora tomo notas, leo…b

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