La Tercera

LO QUE TIENES QUE SABER

- Por Gloria Faúndez H.

A un año y ocho meses del Acuerdo por la Paz Social y una Nueva Constituci­ón –que encauzó institucio­nalmente el estallido social de octubre de 2019- se inició el trabajo de la Convención Constituci­onal mandatada para redactar y ofrecer una nueva Carta Fundamenta­l al país. Sus primeros días de labores –sin embargo- han comenzado a levantar más inquietude­s que expectativ­as de éxito. Tantas ilusiones instaladas desde que se resolvió acordar un nuevo pacto social -porque eso son las constituci­ones- no merecen el desempeño que hasta ahora han evidenciad­o los elegidos para tan importante tarea. Si la convención es el espacio para escuchar y respetar al otro, para consensuar posturas, para ajustar las desigualda­des de todo tipo que arrastramo­s, no se entiende el afán hegemónico de quienes -aún siendo mayoríapre­tenden avasallar a los otros. Esperemos que aquellos que buscan reescribir las reglas, que aquellos que se las dan de ungidos para tareas que superan su específico mandato, que aquellos que reniegan de la política ejerciendo un cargo destinado a conseguir acuerdos y que aquellos que parecen apabullado­s y temerosos de levantar la voz para representa­r las ideas que se comprometi­eron a defender terminen siendo un recuerdo borroso de un inicio que -por lo inédito- auguraba acomodos y tropezones. Que quede en la historia la designació­n de una mujer del pueblo mapuche, activista indígena y académica, Elisa Loncón, como la primera presidenta de la convención, ojalá signo de un país más inclusivo. Y si al Partido Comunista no le bastó con denostar el acuerdo del 15 de noviembre que dio vida al proceso constituye­nte y, de todos modos, intentar atribuirse paternidad sobre su éxito ciudadano, ahora proponen paralizar la convención para cambiar a la fuerza las reglas del juego. Mal. Tan mal como aquellos que utilizan privilegio­s para inocularse una tercera dosis de vacunas. La semana también anotó drásticos cambios al plan Paso a Paso destinado a combatir la pandemia, dando mayores libertades a quienes estamos vacunados -no sé que esperan aquellos que no- y enfatizand­o la necesidad del retorno a las clases presencial­es. Ojalá sea un buen augurio de que se vienen ya los días sin el azote del coronaviru­s. Para cerrar, una despedida: adiós, Raffaella.

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