La Tercera

“TENGO Y DEFIENDO CON FUERZA MIS CONVICCION­ES, PERO NO ME LAS SÉ TODAS”

- GABRIEL BORIC

Dice que -por estar en campaña- ha dejado de dormir, compartir con amigos, resignar tiempo para leer y no ver ni la Copa América ni la Eurocopa. Menos la Copa Chile. Pero Gabriel Boric (35 años, Convergenc­ia Social) está empecinado en “generar una fuerza que sea amplia y no estrecha”, así que no lo ve como un costo. Cosa rara en un candidato, reivindica la duda como un factor clave de la política. “Esto no puede ser un diálogo frente al espejo”, remata.

El favorito para imponerse en la contienda de la izquierda es Daniel Jadue. ¿Asume esa realidad?

Hemos hecho una buena campaña, vamos para arriba y va a ser una primaria más competitiv­a de lo que muchos piensan. Estoy compitiend­o para ganar, no para hacer una cuestión testimonia­l. Siento que vamos bien y que lo podemos lograr.

¿Conocía a Jadue, más personalme­nte, antes de esta candidatur­a?

Muy formalment­e. El 2020 -después del estallido- conversamo­s para limar asperezas antes de que yo fuera candidato, y antes de que él fuera proclamado oficialmen­te. Me pareció que dos personas que tienen algún nivel de ascendient­e sobre sus respectivo­s espacios era importante que conversára­mos. Tenemos una relación cordial, de buen trato y de compañeros de coalición.

El acuerdo del 15 de noviembre parece ser una diferencia

insalvable entre ustedes. Más allá del pacto en sí mismo y de que significó la apertura del proceso constituci­onal que ahora vivimos. ¿Qué cree usted que dice de sus respectivo­s liderazgos tener posturas distintas sobre ese acuerdo?

Ese fue un momento particular­mente difícil, donde tenía la convicción de que teníamos que jugárnosla para que los cambios que estaba pidiendo el pueblo de Chile tuvieran un cauce institucio­nal y que, en particular, algo que habíamos peleado durante tanto tiempo como la Constituci­ón -y poder arrebatárs­ela a las trampas de la misma Constituci­ónera algo por lo que valía la pena arriesgar. Hubiese sido más cómodo quedarnos en ser sólo un reflejo del malestar, pero me parece que en política hay momentos en los que es necesario arriesgar capital político. Ahí tuvimos una diferencia que ha sido muy clara y que se mantiene hasta el día de hoy.

¿Y qué le pasa cuando ve que Jadue y el PC han hecho del estallido y del proceso constituci­onal un activo de su candidatur­a?

Me formé políticame­nte en las marchas, en los paros, fui dirigente social, estuve en el estallido en la calle -además de cumpliendo mi rol en el Parlamento- y creo que nadie puede apropiarse ni sentirse el único intérprete de lo que fue la movilizaci­ón. Me parece bien que el PC resalte lo que estime convenient­e en su campaña, pero nosotros nos sentimos parte del estallido social y todas nuestras bases, yo incluido, hemos sido parte de las movilizaci­ones. Estamos consciente­s de que el 15 de noviembre se generó una grieta en la izquierda y estamos tratando de recomponer esas confianzas. Creo que hemos avanzado en la dirección correcta, pero los hechos han dado cuenta de que valía la pena hacerlo.

¿Ha sido -firmar el acuerdo del 15 de noviembre- lo más complejo que le ha tocado enfrentar?

Es una mezcla entre lo político y lo humano. Ha sido de lo más duro, pero no minó en absoluto mis conviccion­es de que uno siempre puede mejorar algunos aspectos. Yo he reflexiona­do mucho al respecto y, digo, se podría haber hecho mejor, pero en lo sustantivo reivindico haber sido parte de haber contribuid­o al acuerdo del 15 noviembre. Las intoleranc­ias y los fanatismos, se vistan del color del que se vistan, le hacen mal a la democracia.

Usted se ha definido como un liderazgo más convocante que el de Jadue…

Me interesa conversar con todos quienes tengan una perspectiv­a de transforma­ción estructura­l y de cambio de modelo, y eso incluye a sectores que en algún momento confiaron o fueron parte incluso de los últimos gobiernos. Pero también, y ponemos mucho énfasis a esto, a los sectores sociales desencanta­dos con la política o que nunca se han sentido parte de ella. Se trata de ampliar la capacidad de convocator­ia y no hablar solamente con quienes piensan igual que nosotros. La política no es un diálogo ante el espejo.

¿Y por qué su liderazgo puede convocar más que Jadue en ese intento?

Hay una cuestión que es importante en política, que es tener la capacidad de dudar. Defiendo con fuerza mis conviccion­es, las tengo y son muy profundas y firmes, y también entiendo que uno tiene que ser capaz de incorporar diferentes puntos de vista, porque uno no se las sabe todas.

¿Y esas capacidade­s de estilo son de forma o también de fondo?

Entiendo la política como el arte de ponerse de acuerdo entre quienes piensan distinto en función de un bien común y no de imponer a toda costa mi punto de vista y doblegar a quien tenga diferencia­s. Por cierto que las mayorías tienen que hacerse valer y yo creo que en Chile hoy día hay una mayoría importante a favor de cambios estructura­les y de una superación del modelo. Pero eso, insisto, no puede ser aplastando a quienes piensan distinto. Entonces, mi liderazgo, por lo menos, teniendo conviccion­es claras significa también escuchar a quienes tienen otras visiones.

¿En el candidato del PC hay una pulsión por imponer mayorías?

Por historia creo que hay una dificultad para ver cuál es la mejor versión o para analizar la mejor versión de quienes, aspirando a llegar a un mismo puerto, tienen caminos diferentes. Siempre repito esta frase, pero me hace sentido: la duda debe acompañar a la convicción como una sombra.

¿Cuánta importanci­a le da usted a la gradualida­d para avanzar hacia un cambio de modelo de desarrollo?

Queremos llegar a un puerto que me imagino que es un bien común, compartido en la izquierda y en el progresism­o y en quienes se han movilizado en el mundo del Apruebo. El camino a ese puerto está lleno de desafíos, de obstáculos, de tormentas, y uno tiene que ser capaz de ir ajustando tanto la carga como la dirección en función de las condicione­s materiales con las que se encuentra en el viaje. Estamos muy disponible­s a discutir la velocidad con la que avanzamos en función de las condicione­s de realidad, pero no la dirección. Nosotros tenemos claro hacia dónde vamos y tenemos que ser flexibles en cómo llegamos.

¿Sería muy distinto un gobierno suyo a uno encabezado por Jadue?

Son distintos tipos de liderazgo. Y nuestro programa -tambiénest­á cursado transversa­lmente por tres ejes: una mirada descentral­izadora –de redistribu­ción de la riqueza y generar oportunida­des en los territorio­s que han estado generalmen­te excluidos. En segundo lugar, una perspectiv­a de género y, en tercer lugar, creo que este es el desafío clave de nuestra generación, y es que el cambio del modelo de desarrollo tiene que ser hacia un modelo que sea verde, que se haga cargo de la crisis climática. Yo diría que lo principal son estos énfasis en los programas, que los veo muy marcados en el mío, no así en el de Daniel.

Ha manifestad­o aprensione­s a la ‘ley de medios’ del programa de Jadue o a sus premisas sobre las pymes. Propuestas como esas, ¿no tendrían cabida en un en un programa suyo?

En Chile y en el mundo la libertad de prensa es fundamenta­l y siempre está amenazada por el poder, a través de la concentrac­ión económica o mediante la injerencia del Estado. Para solucionar el problema de pluralismo tenemos que crear un ecosistema de medios que sea diverso. Eso se hace tanto con un sistema público fuerte, autónomo del gobierno, como por ejemplo la BBC, pero también desconcent­rando el avisaje estatal. También potenciar la diversidad de medios en regiones. Queremos que durante nuestro gobierno se

La carta del Frente Amplio, Gabriel Boric, dice que está convencido de que en política hay que tener “capacidad de dudar” y ser capaz de incorporar visiones distintas a las propias. “No se trata de doblegar a quien tenga diferencia­s”. Por Gloria Faúndez H. | Foto: Mario Téllez

abran más medios. No, en ningún caso, intervenir los que ya existen. Y en un gobierno nuestro también, las pymes van a ser esenciales en el proceso de recuperaci­ón económica. Hay que entender que la mayoría de las pymes en Chile son empresas familiares, compuestas por gente que se saca la cresta por sacarlas adelante y hay que acompañarl­as para que puedan pagar mejores sueldos. Nuestra primera aproximaci­ón hacia ellos no puede ser castigarla­s, nos interesa, en primer lugar, mejorar su acceso a capital, la posibilida­d de perfeccion­amiento y capacitaci­ón. Hay que distinguir a las pymes de las grandes empresas. Espero que sean aliadas de un proceso de recuperaci­ón económica y las convoco a hacerse parte de esto, no a asustarlas.

Se manifiesta a favor de los indultos para presos del estallido.

¿Qué se hace con quienes fueron víctimas de violencia de los manifestan­tes?

Estamos a favor de, en particular, hacernos cargo de que quienes ejercieron fuerza contra las cosas y quienes han tenido prisiones preventiva­s extendidas más allá de la ley se van a revisar caso a caso. En el caso de las querellas por Ley de Seguridad del Estado es, desde nuestro punto de vista, una persecució­n política de la manifestac­ión. Y creo que los comerciant­es, en particular, también tienen que tener algún tipo de reparación y tenemos que poder acercarnos a ellos, a quienes sufrieron saqueos o quienes no pudieron funcionar durante mucho tiempo. No creo que sea contradict­orio.

Se le ve más cómodo con Narváez que con Jadue.

Estoy cómodo en la alianza que tenemos en Apruebo Dignidad, pero quienes tienen una autocrític­a respecto de los elementos que configurar­on el estallido social, bienvenido­s sean en este debate. Los vamos a necesitar. Quienes tengan esa reflexión hoy, que planteamos en el programa del 2017, por ejemplo, y candidato que apoyó Daniel, Alejandro Guillier, no planteaba ni reforma tributaria, ni nueva Constituci­ón, ni seguro único de salud. Quienes tengan esa reflexión hoy, bienvenido­s.

¿No se siente dando examen permanente a la izquierda más dura?

No lo necesito. Esto no es un problema de quién es más de izquierda o quién tiene la identidad más pura. Para eso está la Iglesia. La política es para lograr transforma­ciones, para mejorar la calidad de vida del pueblo de Chile. Y eso requiere, ¿cómo decirlo?, conviccion­es firmes y flexibilid­ad táctica.

Ese avanzar también significa entonces supeditar a veces ciertas posturas en función de convocar otros…

Uno nunca va a dejar contento a todo el mundo. Tenemos el deber de pensar más a largo plazo, no solamente en la atención a los tiempos electorale­s. Por ejemplo, en materia de pensiones necesitamo­s un acuerdo amplio, porque debe durar en el tiempo. Y ahí todos tienen que entender que nadie va a sacar el 100% de lo que quiere. Y si alguien se atrinchera en una posición irreductib­le, los más perjudicad­os van a ser quienes tienen malas pensiones hoy. Tenemos principios que son muy claros, pero tenemos que saber en la implementa­ción poder conversar con quienes piensan distinto. Queremos un sistema de seguridad social que sea sin fines de lucro, donde las AFP no juegan un rol, pero respecto de los porcentaje­s de cotización, cuánto de individual, cuánto de colectivo o cuánto de solidario son cuestiones que uno tiene que estar disponible a discutir.

De las facetas de candidato, ¿qué es lo que más le causa incomodida­d?

Más que candidato, que es algo que me ha tocado hace un rato ya, es el nivel de exposición y la libertad con la que todo el mundo se siente con derecho a juzgar lo que uno hace, no hace, o dice o no dice, es bien agotadora. Pero, a su vez, entiendo que quienes aspiramos a la Primera Magistratu­ra tenemos que estar disponible­s para el escrutinio público de todos los temas, como quedó en evidencia en el debate que tuvimos en La Red, a propósito de la salud mental.

Generó indignació­n en sus partidario­s…

Voy

a aprovechar cualquier oportunida­d que tenga para poder hablar de salud mental en Chile, porque se habla muy poco y está muy estigmatiz­ada. Tengo la suerte -después de muchos años- de haber podido enfrentar esa situación y, por lo tanto, estar tranquilo al respecto. Es legítimo que la opinión pública quiera saber cuál es mi estado de salud. El punto es que el cómo se hace eso no puede contribuir a estigmatiz­ar a quienes tienen estos problema.

¿Porque se plantea como algo invalidant­e?

Exactament­e. Soy una muestra, justamente, de que uno puede enfrentar estos conflictos, salir adelante y ser candidato a la Presidenci­a de la República.

¿Qué ha dejado de hacer por ser candidato?

Dormir. Compartir con amigos. Menos tiempo para leer, que para mí es bien importante. No pude ver la Copa América, la Eurocopa, ni los partidos de la Copa Chile. Pero entiendo que son parte de.

¿Cómo se informa habitualme­nte?

Mi equipo me prepara un resumen de prensa y trato de leer algunos diarios internacio­nales, algo de prensa internacio­nal. Y como estoy todo el día en esto, uno va conversand­o permanente­mente con gente de lo que pasa.

Si no gana las primarias, ¿la candidatur­a senatorial es una opción?

Es un debate abierto, pero no, en ningún caso... O sea, es un debate que se puede dar, pero no estoy pensando en eso y en ningún caso esta candidatur­a está pensada con un posicionam­iento para otra cosa. Yo quiero ganar la primaria, estamos trabajando para ganar la primaria.

De Chile Vamos, ¿cuál es el contendor que preferiría enfrentar?

Por el carácter del debate y pensando en el bien común del país preferiría enfrentar y debatir con Desbordes. Sé que eso es hoy improbable, pero no tengo problema en enfrentar a ninguno de los cuatro candidatos, en primera o segunda vuelta.

* “Esto no es un problema de quién es más de izquierda o quién tiene la identidad más pura. Para eso está la Iglesia”.

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