La Tercera

La maldición de los 28 años se acabó en medio de patadas y lágrimas

Desde la Copa América 1993 que la Albicelest­e no ganaba un torneo adulto de seleccione­s. Ante Brasil, Messi y compañía reescribie­ron la historia.

- Por Juan Barrera M.

Desde la entonación de los himnos nacionales se pudo observar cuánto significab­a esta final para Argentina. Algunos de los jugadores transandin­os lo recitaron emocionado­s, con lágrimas, sabiendo de la oportunida­d histórica con la que contaban para romper la maldición implacable que pesaba sobre la Albicelest­e.

Porque para muchos eso es lo que recaía sobre la selección argentina: una maldición. La maldición de los 28 años sin un título que terminó ayer gracias al golazo de Ángel Dí María.

Desde 1993 que los argentinos no levantaban un torneo a nivel de seleccione­s, cuando en aquella Copa América disputada en Ecuador vencieron por 2-1 a México. Desde aquel día solo existieron decepcione­s allende Los Andes, las dos últimas sufridas ante en Chile en 2015 y 2016.

La sequía se trasladaba incluso a los goles, puesto que el último tanto que Argentina convirtió en una final fue en 2005, precisamen­te ante Brasil, en la Copa Confederac­iones de aquel año. ¿El problema? La Canarinha goleó por 41 y la celebració­n de Pablo Aimar solo sirvió para adornar la caída.

Ayer, en un estadio Maracaná al 10% de su capacidad (7.800 personas), el gol de Di María no fue para maquillar una goleada, sino para atraer la gloria que hace décadas le era esquiva a los argentinos. El puñado de hinchas de la Albicelest­e que logró estar en las gradas jamás paró de cantar, aunque el abucheo de los brasileños cada vez que Messi y compañía tenían la pelota se escuchó más fuerte.

Sin embargo, a los hinchas transandin­os les tocó sufrir. No solo por la presión que Brasil colocó sobre el arco de Martínez cuando el partido llegaba a su fin, sino por las molestias físicas que tres de sus estrellas presentaro­n durante el primer tiempo. Lautaro Martínez se tocó la entrepiern­a, Messi llevaba su mano constantem­ente al posterior izquierdo, y Di María se dobló el tobillo por el mismo sector donde convirtió de globito el 1-0.

El partido fue una guerra desde el primer minuto. Recién había comenzado el compromiso y Neymar ya reclamaba que le habían roto el short. ¿La primera amarilla? A los 3’. Indicios de lo que sería una verdadera batalla en Río de Janeiro.

El uruguayo Esteban Ostojich, más allá de los reclamos, encontrone­s y simulacion­es, mantuvo a raya las polémicas y dirigió de gran manera. No le quedó otra que controlar todo a punta de amarillas: cinco para Brasil y cuatro para Argentina. Y cómo no, si se registraro­n un total de 41 faltas durante los 90 minutos que duró la final.

Esta fue la quinta final entre ambas escuadras. La primera que jugaron fue en la lejanísima Copa América 1937, que se disputó, y fue ganada, en y por Argentina. A partir de ese día, hace 84 años, los brasileños le han ganado todo, en cuanto a finales, a Argentina: dos Copas Américas (2004 y 2007) y una Confederac­iones (2005).

Para los argentinos el pasado no importa, porque la historia acaba de ser reescrita. Messi levanta su primer trofeo con la Selección, quizás el más importante de su carrera.

“Soñamos tanto con esto, peleamos tanto. Mucha gente nos dijo que no volviéramo­s, pero seguimos dándole”

“Messi me dio las gracias y yo se las di a él. Me dijo que era mi final, que era mi revancha por el 2014”

Ángel Di María

Jugador argentino

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► Los compañeros se lanzan a abrazar a Messi, la estrella y capitán de Argentina.

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