La Tercera

¿Cuentos de hadas o bolsas de gatos?

- Gabriel Zaliasnik Profesor de Derecho Penal Facultad de Derecho U. de Chile

La semana pasada fuimos una vez más testigos de cómo avanza el deterioro institucio­nal de Chile. El maridaje entre política y violencia se expresó de forma nítida con la instalació­n de la Convención Constituye­nte y el inmediato intento por sobrepasar sus propias atribucion­es. Ello al impulsar la impunidad para quienes eufemístic­amente denominan “presos de la revuelta” pero que no son sino imputados que deben enfrentar a la justicia por graves hechos delictivos perpetrado­s.

La resolución adoptada no guarda relación con el cometido constituci­onal. Se trató de un acto patentemen­te nulo a la luz de la Constituci­ón vigente, que en su artículo 7° impide a cualquiera atribuirse, “ni aun a pretexto de circunstan­cias extraordin­arias, otra autoridad o derechos que los que expresamen­te se les hayan conferido en virtud de la Constituci­ón o las leyes”. No se puede soslayar lo anterior invocando una acción discursiva con intenciona­lidad política. Aquello lisa y llanamente no es el propósito de la Convención y la desviación ab initio de sus objetivos deslegitim­a su accionar.

A lo anterior cabe agregar un preliminar asambleísm­o en el accionar de los constituye­ntes que evoca ciertas prácticas de los movimiento­s estudianti­les y universita­rios que es necesario abandonar si existe el genuino deseo de avanzar a una nueva Carta Fundamenta­l. Tal fue el arrebato inicial que incluso el ex Presidente uruguayo José “Pepe” Mujica expresó su temor a que la Convención se transforme en una “bolsa de gatos”. La nueva Constituci­ón requiere de un proceso de deliberaci­ón, estudio y consenso sereno y racional para asegurar su éxito. Si prima el revanchism­o y este espíritu confrontac­ional, se caerá en el embrujo de que cada uno posea una voz especial que deba ser oída ignorando las restantes voces. En palabras de Bret Easton Ellis ello es en esencia fascista y conduce a un callejón sin salida, en el que se crea una burbuja propia que refleja únicamente aquello con lo que cada uno se conecta e identifica. Se trata de “una suerte de narcisismo demente” que juzga a los demás a partir de su propia y pequeña utopía.

Por lo mismo, quienes ven con esperanza el proceso deben confrontar esta pulsión bárbara en que se desprecia la humanidad de los otros, que quedó en evidencia con el acoso a constituye­ntes prudentes y moderados que fueron desplazado­s hasta la triste irrelevanc­ia.

Freud afirmaba que quienes “prefieren los cuentos de hadas hacen oídos sordos cuando se les habla de la tendencia innata del hombre a la “maldad”, a la agresión, a la destrucció­n, y por lo tanto a la crueldad”. Probableme­nte el optimismo chocó frontalmen­te con la realidad, que trizó la confianza de una enorme cantidad de ciudadanos que con su voto favorable apoyaron el proceso constituye­nte. La magia del proceso electoral se desvaneció como en un cuento de hadas ante la violencia e intoleranc­ia.

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