Quebrantamientos de normas sanitarias
Cuando autoridades o personas que ejercen altos cargos pasan a llevar las normas de prevención o abusan de su posición se envía una señal muy negativa, pues con ello se fomenta el incumplimiento o la falta de adhesión a las reglas.
La revelación de que el presidente de la Clínica Las Condes accedió a una tercera dosis contra el coronavirus en el vacunatorio del propio establecimiento -contra la voluntad del personal de enfermería que en ese momento se encontraba en funciones- ha provocado indignación en la opinión pública, y también en el personal de la propia clínica.
La autoridad de Salud ha presentado una denuncia por una posible apropiación indebida -el ejecutivo ha alegado en su defensa que contaba con una orden médica, expedida por un cardiólogo de la propia clínica-, en tanto que el sumario sanitario que se encuentra en curso determinará las circunstancias precisas en que ello ha ocurrido.
El caso de este alto ejecutivo se suma a otros tantos en que autoridades en ejercicio o exautoridades han sido sorprendidas quebrantando las disposiciones sanitarias vigentes, ya sea por desplazamientos a zonas en cuarentena sin contar con los salvoconductos del caso, el no respeto a los aforos máximos o la falta de uso de elementos de seguridad, como mascarillas.
Las normas sanitarias en vigencia son obligatorias para toda la ciudadanía, sin importar su posición social o el cargo que desempeñe. Sin embargo, resulta evidente que quienes ostentan cargos de poder o ejercen altas responsabilidades deben ser especialmente celosos en el cumplimiento de las normativas, precisamente porque para efectos de ejercer con propiedad la autoridad que se les ha conferido -entre otras, de imponer sanciones a los ciudadanos- deben ser los primeros en predicar con su propio ejemplo. Si hay un uso abusivo del cargo, o una laxitud en el cumplimiento de las normas sanitarias, al margen de las sanciones que ello pueda acarrear, inevitablemente terminará permeando hacia el resto de la sociedad, relativizando la importancia de cumplir con las reglas. Se envía así una señal muy equívoca, contribuyendo a un debilitamiento general de la estrategia sanitaria.
Aunque probablemente la mayor parte de la ciudadanía hace esfuerzos por cumplir con las instrucciones que establece la autoridad, y ha respetado los cronogramas de vacunación, crecientemente existen grupos que sencillamente han optado por saltarse las normas e incurrir en graves faltas. Es el caso de las innumerables fiestas clandestinas -que proliferan en todos los estratos socialesque pasan por alto los aforos permitidos, o el circular sin los permisos respectivos en cuarentena o en horario de toque de queda. Si existe la percepción de que algunos gozan de privilegios indebidos, o que la infracción de las normas no conlleva sanción alguna, es esperable que la adhesión al cumplimiento de las exigencias sanitarias disminuya, o cunda cierta actitud de “rebeldía” ante normas que no todos cumplen.
Los casos de contagios han ido a la baja en las últimas semanas, y como consecuencia de ello la autoridad ha decidido flexibilizar las restricciones vigentes. Estos necesarios grados de mayor libertad deben ser celosamente preservados para evitar nuevos retrocesos. Para ello será clave el respeto a las medidas de prevención vigentes, lo que hace imprescindible que no sigan repitiéndose ejemplos tan contradictorios como los que hemos visto.