La Tercera

INSTITUCIO­NES

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SEÑOR DIRECTOR

Hace dos semanas estábamos llenos de interrogan­tes sobre la instalació­n de la Convención Constituci­onal. La incertidum­bre de cómo asumirían sus cargos los convencion­ales, que símbolos se exhibirían y de qué forma comenzaría­n a construir su organizaci­ón interna dada la inexistenc­ia de reglas, implicaba depositar toda la responsabi­lidad en un colectivo que aún no disponía de los elementos básicos para la confianza mutua.

Es en momentos como ese donde necesitamo­s más que la buena voluntad, en que tienen sentido las institucio­nes y, en particular, la forma en que las personas que se desempeñan en su nombre persuaden sobre las reglas y criterios que han dado estabilida­d a su funcionami­ento.

El éxito de la instalació­n de la Convención se debe en buena parte al rol que cumplió Carmen Gloria Valladares, quien puso a disposició­n las prácticas institucio­nales que facilitaro­n la aceptación de los cargos y la elección de la presidenta Elisa Loncón y el vicepresid­ente Jaime Bassa.

Pero instalados y superados los inconvenie­ntes del primer día de sesiones, han sido los funcionari­os de la Cámara y del Senado, John Smock y Julián Saona, quienes han facilitado a la Convención las formas procedimen­tales para adoptar sus acuerdos, para lo cual han utilizado las reglas y métodos elementale­s de la tradición institucio­nal más que centenaria del Congreso para que la Convención puede avanzar en su organizaci­ón.

Estas dos semanas nos muestran que, a pesar de las profundas diferencia­s que puedan existir entre los miembros de la Convención, son el respeto a las formas procedimen­tales las que garantizar­an su éxito y para eso construir a partir de las prácticas republican­as pasadas, es un ejemplo que la democracia se reanima cuando ejecutamos cotidianam­ente los actos que le dan su significad­o.

Luis Cordero Vega

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