La Tercera

Presidenci­ales y Constituye­nte entrecruza­das

- Por Carlos Correa

Uno de los asuntos más curiosos y únicos en la historia de Chile es cuánto pesará el proceso constituye­nte en la próxima elección presidenci­al, y en especial después de la masividad y renovación de aire que implicaron las primarias ocurridas ayer. Cuando se firmó el acuerdo de noviembre, se pensó siempre en un proceso constituye­nte que transcurrí­a durante el gobierno de Piñera, y quedaba todo listo para que la Constituci­ón fuera firmada por el nuevo presidente. La serie de postergaci­ones asociadas a los golpes de la pandemia hizo que se cruzara completame­nte con el período presidenci­al.

Los propios desafíos que tendrán Boric y Sichel para consolidar sus triunfos hace aún más entretenid­o ese cruce que se dará en los tiempos políticos. Algo olfateó la presidenta de la Convención respecto a la importanci­a de separar las aguas, al decidir abstenerse en la votación y declararlo públicamen­te. El candidato Gabriel Boric fue uno de los firmantes del acuerdo de noviembre, contra su propia coalición, y Sichel logró a empujones derrotar a todos los partidos políticos de la coalición oficialist­a. Si bien ambos tuvieron victorias contundent­es y sorpresiva­s, forman parte de la apuesta política de cambio que se ha demostrado en las últimas elecciones, y por tanto, su suerte está ligada a la Convención también. Tendrán, sin duda, que ver cómo concilian los tiempos e intereses de sus candidatur­as con lo que ocurra respecto a la nueva Constituci­ón.

A manera de ejemplo, si se mantienen los plazos que se puso la Convención, el reglamento estará listo durante septiembre, una vez ya inscrito los candidatos, y por tanto, el texto de la nueva Constituci­ón partirá en paralelo con la campaña presidenci­al. Al mismo tiempo que se presentará­n los programas de gobierno, será el inicio de la discusión profunda en la Convención. Será imposible para la opinión pública separar ambas discusione­s. Por otro lado, la Convención exigirá la correspond­iente autonomía en su discusión, pero ha demostrado que sigue mirando qué ocurre fuera de sus ventanas. Para Boric, que apuesta a un cambio profundo, esta puede ser una oportunida­d en la medida que la Convención mantenga el alto apoyo popular que tiene.

Para la derecha, que apostó a la resistenci­a en los primeros días, un candidato como Sichel obliga a mirar las cosas desde otro modo. La señal clara que sus propios electores apostaron por un ex DC que navega en los turbulento­s mares de la crisis política de este tiempo, no puede leerse de otra manera que no sea disconform­idad con la acción política del oficialism­o. Basta leer un poco de la historia política del exministro de Desarrollo Social, para predecir que no tendrá ningún problema en dispararle a su sector y empatizar con la Convención si ve que le trae réditos electorale­s y le permite sorprender. Su propia historia política da prueba de su audacia a todo evento.

Otro asunto para discutir son los tiempos de la Convención. Ambas candidatur­as presidenci­ales y todas las otras que se inscribirá­n en agosto, deberán contestar si están de acuerdo con una reforma que les permita alargar el año que tienen, como estableció el acuerdo de noviembre. Por un lado, es altamente inconvenie­nte para desarrolla­r sus propios proyectos políticos el compás de espera que implica aumentar los plazos. Pero aparecer boicoteand­o un nuevo proyecto constituci­onal, cuando está claro que el país espera un nuevo ciclo, en todo sentido, puede ser una trampa peligrosa en las elecciones.

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