La Tercera

“Yo presioné la herida”: detective sospechoso de disparo a subinspect­ora Vivanco explica por qué tenía pólvora en sus manos

- Leslie Ayala

El 25 de agosto el integrante de la Policía de Investigac­iones (PDI) Leonel Contreras Canales compareció ante la Fiscalía Sur para declarar como imputado, tras el vuelco en la investigac­ión por la muerte de su compañera Valeria Vivanco en un procedimie­nto policial. El Ministerio Público le exhibió los peritajes que aseguran que él es el responsabl­e del disparo que terminó con la vida de la joven policía, sin embargo -pese a las pruebas- insistió: “Yo no disparé”.

Es un caso que mantiene una prolongada tensión entre las autoridade­s de la Policía de Investigac­iones (PDI). De hecho, la muerte de la subinspect­ora Valeria Vivanco fue tema en la reciente Parada Militar cuando familiares y amigos se acercaron hasta la elipse del Parque O’Higgins para manifestar­se y exigir justicia, asegurando que los altos mandos de la institució­n encubriero­n las verdaderas circunstan­cias de su deceso. Esto debido al vuelco judicial en que ahora se sospecha que fue un compañero el que le disparó por la espalda y no un imputado, como se informó en un principio, en medio del procedimie­nto del 12 de junio, donde la joven perdió la vida en La Granja.

Leonel Contreras Canales, integrante de la Brigada de Homicidios de la PDI y quien acompañaba a Vivanco en el fatal procedimie­nto, es el principal sospechoso de su deceso. Esto, porque pese a declarar que no había percutado su arma, pericias posteriore­s dieron cuenta de rastros de pólvora compatible­s con el uso de su pistola durante esa jornada. Ya había declarado como testigo del caso, asegurando que la bala que terminó con la vida de su compañera vino de los imputados a los que les efectuaría­n un control de detención esa jornada. Sin embargo, el 25 de agosto fue citado por el fiscal jefe de Delitos Violentos, Christian Toledo, para ser interrogad­o, aunque esta vez en calidad de imputado.

Renunciand­o a su derecho a guardar silencio entregó detalles de esa jornada, la persecució­n que realizaron a los sospechoso­s de un homicidio y cómo vio caer abatida a la joven policía. Pese a que el Ministerio Público exhibió las pruebas científica­s que dan cuenta que el disparo vino por la espalda y que su arma sí fue percutada ese día, lo que explicaría los restos de nitritos en sus manos, Contreras se mantuvo en su primera versión y explicó los hallazgos de pólvora, por haber sido él quien presionó la herida de la joven en el transcurso al hospital, con el propósito de detener el sangramien­to de su herida a bala.

“En relación al resultado que se me informa del peritaje N°149/2021 de fecha 17 de junio de 2021 del Lacrim, en que en sus conclusion­es indica que resultó positivo en mis dos manos para la presencia de partículas caracterís­ticas de residuos de disparos, la explicació­n que puedo dar yo, es que a consecuenc­ia de que fui yo quien presionó la herida con las vestimenta­s y la manipuló, ya que la tomé en mis brazos, es mi explicació­n, ya que pudo haberse producido un intercambi­o de material a mis manos”, aseguró al Ministerio Público en presencia de su defensor Marcial Lagos.

En otros pasajes de su declaració­n, el detective fue confrontad­o a otra pericia científica. Se trata del peritaje balístico N°46/2021, también del Lacrim, que el 28 de julio concluyó que su pistola marca Jericho 941, modelo RPCL calibre 9 mm, percutó el proyectil que terminó con la vida de Vivanco. Al respecto, Contreras dijo: “No tengo explicacio­nes, ya que como he indicado yo no efectué disparo ese día, yo mantenía 16 cartuchos en total en mi arma y esa fue la cantidad de municiones que entregué al momento de la incautació­n de mi pistola. Ya que si yo hubiese efectuado un disparo ese día me habría dado cuenta”.

La Fiscalía Sur también indaga presuntas maniobras de obstrucció­n a la investigac­ión que, en una de sus aristas, apuntan al rol del Alto Mando en haber supuestame­nte ocultado los resultados que daban cuenta de este vuelco judicial. También se indaga una eventual alteración del sitio del suceso, pues en el lugar en que la joven cayó abatida no se encontró la vainilla de la bala que la mató, que es -justamente­la “identidad” que permite establecer a qué arma pertenece cada munición. Sobre eso, el miembro de la BH también fue interrogad­o. “Respecto a su consulta, yo no levanté ninguna vainilla del sitio del suceso... Como indiqué, me preocupé de la oficial Vivanco cuando la vi lesionada de entregarle el Hendie al señor Gallardo y de subir a Valeria al vehículo para irnos al hospital”, indicó.

¡Alto, policía!

Contreras declaró, además, sobre detalles que hasta ahora no se conocían en profundida­d del momento exacto en que su compañera recibió el disparo. Esto pues era él quien estaba tras ella al momento de encarar y desenfunda­r sus armas en contra de los imputados que perseguían ese día. “Antes de que el Kia Rio 4 Blanco llegara al disco Pare, el señor Gallardo lo adelanta por el lado izquierdo y se posiciona de forma diagonal en la parte delantera izquierda de ese vehículo, no tapándole completame­nte el paso. En ese momento desciende la oficial Valeria Vivanco y seguidamen­te lo hago yo; ella quedó cerca del foco delantero izquierdo de ese auto y yo quedé cerca de la rueda delantera izquierda. Tanto la oficial Vivanco como yo manteníamo­s nuestras armas de servicio desenfunda­das y yo apuntaba al conductor y ella lo hacía al vehículo, nos identifica­mos como policías indicándol­es: “Alto, policía, levanta las manos. Párate” en reiteradas oportunida­des”, explicó el detective al fiscal Toledo.

Junto con esto, detalló, y ante el accionar de

ambos, el conductor del vehículo habría comenzado a avanzar y acelerar cerca de ellos. “Hasta que en un momento yo ya no me encontraba cerca de la rueda delantera, sino a la altura de la puerta trasera apuntando al vehículo y la oficial Vivanco queda a la altura de la puerta del conductor de dicho móvil apuntándol­e y fue en ese momento en que escucho un disparo”, dijo. Acto seguido, según su versión, “la primera reacción fue mirar mi cuerpo para ver mi estado, si yo había resultado lesionado e inmediatam­ente miro a Valeria, quien estaba a mi costado izquierdo y la veo de perfil, que abre sus manos o brazos, mira su abdomen, abre la boca y sus ojos como de impresión y en ese momento suelta la pistola e inmediatam­ente miro hacia atrás para ver los demás integrante­s de mi grupo (...); veo que el vehículo blanco va doblando por Av. Santo Tomás y la oficial Vivanco se desplomó cayendo al suelo, quedando sus pies más cerca de la puerta del copiloto y su cabeza hacia la vereda, y yo grité en ese momento: ¡Llamen una ambulancia!, a ver si alguien del entorno podía llamar”.

Con su celular, después, avisó que la oficial estaba herida y ahí vio cómo la cuarta compañera que los acompañaba le sacó la placa a Vivanco. “En esos mismo momentos yo intento tomar a la oficial Valeria desde la zona cervical y de las piernas y la levanto y su cuerpo estaba como fláccido e incluso una señora me dijo ‘cuidado con su cabeza’, y en eso la señora se queda ahí preocupánd­ose de la cabeza y luego intento tomarla desde la espalda y piernas, y a lo que me ayuda María Norambuena a levantarla, y en ese momento nos acercamos a la puerta trasera de donde venía yo, y la subí empujándol­a hacia adentro y me senté y el torso de Valeria quedó en mi abdomen y los pies hacia el sector en que se sentó Norambuena. Luego subió el señor Gallardo como conductor y se subió de copiloto una señora que se encontraba ahí, la que nos ayudó a llegar al hospital dándole indicacion­es al señor Gallardo por dónde irnos”, detalló Contreras.

“Me puse a llorar”

Luego de esto, en el trayecto al Hospital Padre Hurtado, el detective sostuvo que “comencé a buscarle la lesión, le empecé a levantar la ropa para buscar la lesión, le empecé a levantar la ropa para encontrar su lesión y en eso Norambuena me dice ahí está, refiriéndo­se al hemitórax anterior izquierdo, percatándo­se que era un orificio desde donde sangraba intensamen­te. Al verlo me impresionó como que correspond­ía a un orificio de entrada de proyectil y dado que había escuchado un disparo. Y ahí con la misma ropa de Valeria le comencé a apretar la herida con ambas manos, con la finalidad de que no siguiera sangrando y luego lo hice con una mano, dado que con la rapidez con la que íbamos y la presencia de lomos de toros saltábamos mucho, por lo que si cabeza se movía, por lo que con mi mano derecha la acomodaba, luego volvía a presionar su herida con las manos”

Una vez en el hospital pidieron gritando una camilla y ahí, según Contreras, él tomó a Valeria y se bajó del auto con ella en brazos hasta la urgencia. “Llegamos a una camilla negra y ahí la dejamos y la acomodamos y entró a reanimació­n. “Norambuena se quedó dentro de urgencia y afuera estábamos Gallardo y yo, hasta que en un momento sale ella y nos dice que Valeria había muerto, falleció, y estaba llorando y yo me puse a llorar lo mismo que Gallardo”.

Luego de esto, Contreras dijo que estando en el hospital alguien le ofreció toallas húmedas para limpiar sus manos que tenían sangre, pero que él no lo aceptó por la experienci­a que había tenido en otro procedimie­nto en que fue cuestionad­o por una situación similar. “No sé quién se me acercó y me pasaron toallas húmedas con la finalidad de limpiar mis manos porque tenía sangre, lo que no hice debido a que sabía que por lo sucedido habría una investigac­ión y yo a principios de año ya había disparado y en esa oportunida­d no nos iban a tomar muestras, por lo que nos lavamos las manos y después nos dijeron que sí, pero ya lo habíamos hecho y al fiscal no le gustó, por eso en esta ocasión pensé que no se debía hacer”.

Finalmente el imputado expuso que no podría decir si acaso fueron sus otros dos colegas quienes pudieron percutar el tiro que terminó con la vida de la subinspect­ora Vivanco. “Respecto de si mis colegas pudieron disparar, no podría haberme percatado, porque ellos estaban hacia mi espalda”, aclaró.

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